El Crimen Que Nos Une

¡Yo no lo hice!

-¡Por última vez! -grite desesperada.- ¡Yo no lo hice!

Al momento en que miré la horrorosa escena de un crimen dentro de la bodega, los policías llegaron de manera rápida para apartar a los alumnos, cerrar la escuela y hacer su trabajo. Estaba a unos segundos de marcharme junto con Pablo cuando el director me detuvo para hablar conmigo. En 10 minutos me encontraba en la oficina del director junto con otros maestros intentando probar que no tuve nada que ver. Todos a mi alrededor mientras que yo permanecía sentada en una silla enfrente del escritorio, me sentía tan aprisionada.

-Señorita Anna -Habla el director con una voz serena.- Intente guardar la calma, no estamos diciendo que usted sea la culpable, simplemente es una sospechosa...

-¡Claro que es culpable! -Exclama una maestra que se encuentra a mi derecha, volteo a verla con el ceño fruncido.- Las cámaras no detectan otra persona.

Toda la escuela cuenta con cámaras de seguridad y hay una justo enfrente de la bodega. La cámara que estaba dentro de la bodega fue tapada, sin rastro alguno. La grabación muestra el momento en que yo entro y salgo de la bodega, nadie más entra o sale. Dije toda mi justificación, sin embargo, mis palabras no fueron tomadas en importancia por el montón de profesores que me rodean.

-Eso no prueba que yo fui -respondí. Mis ojos se empezaban a cristalizar, tuve que tragarme el nudo de la garganta.- Les juro que yo no fui.

El director fija sus ojos en los demás con los labios apretados, en su mirada se veía lo pensativo y serio que estaba. 

-Señorita Anna -ahora se dirige a mi.- Por favor, salga un momento y espere afuera con los oficiales.

Obedecí: me levante lentamente, di medía vuelta y caminé ligeramente sin hacer ruido. Los ojos de los profesores estaban clavados en mí; la mayoría me miraba con terror en sus facciones mientras otros con repugnancia. Crucé la puerta y la cerré atrás de mi. Me senté a esperar en las sillas que permanecían enfrente de la dirección.

Se presenta a mi mente la horrible escena de la bodega: la víctima sin señal de respiros, un cuerpo inocente, un alma perdida y una vida corta. Esa chica era una alumna de aquí, solía verla por los pasillos, nunca le hablé directamente y ahora me culpan de su muerte, como si un vídeo de grabación fuera la única pista que tienen para apuntar sus dedos hacía mi. Abracé mi mochila apretándola a mi pecho con todas mis fuerzas. Mis manos empezaron a temblar sin razón, todo mi cuerpo parecía dormido e incapaz de obedecer mis ordenes. Sentía coraje por no poder demostrar mi inocencia.

-¿Usted es Anna? -me despierta de mi trance un policía que no había visto llegar.

Levanto la vista para mirarlo y poder responder:

-Si -mi voz se escuchaba temblorosa.

-De acuerdo -responde solamente eso para colocarse a un lado de mi con postura recta y con un arma en manos.

<< ¿Realmente piensan que yo fui? >> pensé. Los demás policías se encontraban a las afueras de la escuela y desde adentro se veían las luces de las sirenas.

-No es necesario que tenga que hacer eso -digo mirándolo fijamente.

-Son ordenes de los criminólogos -responde con voz firme y sin mirarme.

<< ¿Criminólogos?>> pregunté para mis adentros.

En ese momento, desde la entrada de la puerta principal, caminan por los pasillos personas con maletines en sus manos. Adultos que por su vestimenta y rostros parecían personas serias y coherentes.

<< Ellos son los criminólogos >> No había nada para identificar a un criminólogo pero tampoco llevaban el uniforme de los policías, por lo que esa idea se dedujo en mi mente.

Cuando llegaron a donde yo estaba, cinco siguieron el camino hasta llegar al área del crimen junto con los criminalistas (que ellos si se distinguen por el traje blanco que traían puestos y que cubría todo su cuerpo), mientras que dos entraron a la dirección, uno de esos dos fijo sus ojos en mí y no apartó la mirada hasta entrar a la dirección. Sus ojos se quedaron grabados en mí, era como si ya los hubiera visto antes.

Pasó una hora completa y yo aún seguía ahí. No dejaron para nada que me levantara de la silla, me dolía el trasero y la espalda. Llamaron a mi tía Elena, sin embargo, no me permitieron acercarme a ella, había llegado hace 40 minutos a la escuela. Pablo se quedó con mi tía Elena, era todo lo que sabía. Ningún tipo de contacto humano se me concedió. Sin celular, sin hablar, nada, era yo contra las manecillas del reloj y una tortura que mi misma mente me provocaba. Analicé todo mi día; no podía creer que en la mañana estaba junto con mi tía Elena sin ningún miedo, y ahora están descubriendo que si yo tuve algo que ver con un asesinato, todo resultaba tan irreal. Una inquietud nació en mí al darme cuenta que dejé solo a Rory.

Por fin salieron todos los profesores con sus miradas en mí. El director se asomó por la puerta mirándome.

-Entre, señorita Anna -me ordenó.

En menos de un minuto, me encontraba en el mismo lugar donde fui acusada, pero estaba vez los dos criminólogos estaban sentados en las sillas de ambos lados de mí y el director recargado sobre su escritorio.

-Usted es Anna Martínez ¿cierto? -pregunta uno de los criminólogos.



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En el texto hay: crimen, juvenil, misterio

Editado: 27.07.2018

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