Un frío recorría mi cuerpo causando que esté temblara sin poder controlarlo. La habitación en la que estoy encerrada me mantenía rígida. El ambiente era pesado considerando en el lugar donde estoy. Cada segundo que pasaba dentro de estás 4 paredes parecía que se encogían provocando que me sintiera en los adentros de una caja pequeña. Me dolía el trasero a causa de la silla en la que estaba sentada, supongo que he pasado demasiado tiempo pero no sabía cuanto, la espera era una tortura dolorosa, detrás de esas paredes sabía que había un grupo de gente hablando de mi y lo sucedido hace unas cuantas horas.
No tuve más opciones; tan pronto como los alumnos esparcieron la noticia de un nuevo asesinato, llamaron a la policía, a la forense y nuevamente a los criminólogos, fui detenida, sin embargo, está vez no me llevaron a la oficina del director, ahora mismo me encuentro en una sala de interrogatorios del centro de policías que está ubicado en la ciudad. Tal vez me mandaron aquí porque es la segunda ocasión que estoy involucrada en un asesinato de la escuela. Antes era considerada sospechosa y ahora estoy segura de que soy considerada como algo más grave.
Doy un pequeño brinco al escuchar la puerta enfrente de mi abrirse, con los ojos alertas fijo mis pupilas en quien va a entrar; un señor de edad madura es el primero en entrar, atrás de él hacen paso los detectives con los que había hablado la vez anterior, el detective Jonathan es quién cierra la puerta.
-Señorita Martínez -habla el hombre de edad adulta, se sienta en la silla que queda enfrente de él con la vista en mi.- Ya conoce a los detectives Yael y Jonathan, yo soy el detective Morgan.
Permanezco en silencio mientras que miro a los tres hombres que están enfrente de mi, la mesa de metal es lo único que nos separa. Apenas noto que el detective Yael trae en sus manos una carpeta. El detective Jonathan tiene los brazos cruzados en postura recta y firme.
-Hoy a las 6:59 se le descubrió a ustedes en una escena del crimen en el Colegio "Libertad Latina" -sigue hablando el detective Morgan.- Y justamente 7 días atrás es sospechosa de pertenecer igual a una escena del crimen con una sola evidencia, fue liberada con la condición de estar bajo seguridad. Su comportamiento es muy dudoso por lo que queremos saber, de su parte ¿qué fue lo que pasó?
Al ver que era por fin mi turno de hablar, respire profundamente atrayendo fuerza a mi y trague saliva para finalmente hacer oír mi voz:
-Como explique antes: estábamos en la clase de educación física, cuando terminó la clase no encontraba mi mochila, un amigo mio y yo buscamos la mochila por toda la escuela...
-Disculpe que la interrumpa -habla el detective Yael.- ¿Iban juntos a buscar su mochila?
-No -respondo.- Al principio buscamos juntos en el campo pero después nos separamos. -Continúo:- Entonces encontré pertenencias mías tiradas en el suelo de la entrada a la escuela, como un camino -cuando mencioné lo último, los detectives Yael y Jonathan se miraron mutuamente volteando por los lados al mismo tiempo.- encontré una nota en mi libreta y ahí fue cuando miré al chico muerto junto con mi mochila.
-¿Qué objetos eran los que estaban en el suelo? -pregunta el detective Morgan.
-Eran 7 objetos -respondo y empiezo a mencionarlos :- un llavero, mi celular, un lápiz, un sacapuntas, una pulsera, unas tijeras con sangre y al final la libreta.
-Mencionó que tenía algo escrito su libreta -por fin habla el detective Jonathan.- ¿Podría decirnos que tenía escrito?
-Si, era "Esto es apenas el comienzo... Apasteur Diagonal".
Los tres detectives se quedaron totalmente serios con rostros de confusión y en sus ojos se reflejaban lo pensativos que se encontraban.
-Realizaremos algunas investigaciones de la nota -dice finalmente el detective Morgan.- Algunos compañeros suyos nos afirman que tuvo un conflicto ese mismo día con el joven Daniel Ruíz.
-¿Quién? -pregunto.
-El joven de la escena del crimen -responde a mi duda el detective Yael.
-Oh -es lo único que sale de mi boca.
<< Se llamaba Daniel Ruíz. Que cruel, ni siquiera sabía su nombre >> pensé con un sentimiento reprimido en mi alma. Podía sentir como un gran peso caía en mi estómago, toda está situación me daba asco. De mis manos se deslizaba un sudor frío, tan rápido como pude me quite ese sudor pasando las palmas de mis manos por la tela de mis pantalones de una forma disimulada. En ningún momento aparte la vista de los detectives, sin embargo, mis párpados me pesaban, no sé qué hora es.
-Podría decirnos ¿qué fue lo que ocasionó ese conflicto? -pregunta el detective Morgan.