-¿Acaso estás demente? -exclama Pablo caminando de un lado a otro en mi habitación.
Después de la biblioteca, nos fuimos director a mi casa. Mi tía Elena está en el trabajo. Aproveche el tiempo a solas con Pablo para contarle que yo misma intentaré resolver la persona que se encuentra atrás de estos crimines y el por qué me toma a mi como culpable cuando soy más que inocente. Pablo no está en total acuerdo y se alteró en cuanto le conté mi plan, no le mencioné ninguna palabra sobre el número desconocido, desde entonces da vueltas en mi habitación mientras que yo permanezco sentada en la cama observando el espectáculo que monta.
-¿Como pudo haber pasado esa idea loca por tu cabeza? -pregunta.
-¿Podrías al menos sentarte para discutirlo? -pregunte soltando un suspiro.
-¡Esta bien! -exclama y se sienta por un lado de mi provocando que rebote sobre la cama. Desesperado empieza a pisotear el suelo con la punta de su zapato de manera rápida, aprieta los labios y lanza miradas al techo.- No... ¡no puedo calmarme! -se levanta y yo pongo los ojos en blanco soltando un suspiro.
-No entiendo que tiene de malo -digo.
-¿¡Qué!? -voltea a mirarme.- ¡Anna! Se puede considerar suicidio.
-Estás exagerando -confese.- Simplemente quiero averiguar al verdadero asesino.
-¿Y no es casi lo mismo? -cruza sus brazos esperando un argumento lógico.
-Pablo -levanto la mano intentando de calmarlo.- Entiendo que es una locura...
-Una muy terrible -me interrumpe.
-Bueno...-continúo:- Pero esto no fue un accidente, el que yo haya entrado a la bodega fue el inicio de algo, y después lo del chico de la cafetería, me hizo ver que fue una coincidencia -Pablo permanecía en silencio mirándome fijamente.- Luego el mensaje en la hoja junto con todas mis cosas... Pablo, tengo que averiguar quién está detrás de todo esto.
Él seguía mirándome pero se distinguía en sus ojos que su mente divagaba en el espacio de los pensamientos. Después de unos segundos mueve su cabeza negando.
-No, no, no -dice.- Me sigue pareciendo muy loco ¿Por qué no dejas que se encarguen los oficiales?
-Observe sus rostros -dije pensando en mi último interrogatorio.- escuche con atención sus palabras, no parecen creerme, Pablo -lo miro a los ojos y de nuevo sentí ese nudo en la garganta.- Todos piensan que yo lo hice, que yo los asesiné, y que soy una enferma mental, no tengo suficientes pruebas para mostrar lo contrario -me trago el nudo de la garganta tomando algo de saliva.- Por eso estoy segura de que si sigo buscando pistas, ellos van a creerme y todo esto terminará. Podrá ser una completa y terrible locura pero no lo voy a poder hacer sin tu ayuda, y ahora recurro a ti porque eres el único en quién confío y sabe que yo no soy parte de esos crimines.
Nuevamente un silencio se propaga por la habitación mientras que Pablo permanece pensativo. Finalmente me levanto de la cama soltando un suspiro de tristeza y quedando enfrente de él.
-¿Sabes qué? Si no me quieres ayudar, no lo hagas -digo.- no te voy a obligar.
-No quiero que mueras, Anna.
Junto las cejas, entrecierro los ojos y abro la boca, sin embargo, no logro articular una frase completa y sacó un simple:
-¿Qué?
-No quiero que mueras -repite y sus ojos conectan con los mios.- No negaré que es muy arriesgado y estás loca al querer resolver algo más grande que tú, incluso más grande que yo o que los dos juntos. Estarías siguiendo los pasos de un asesino que ha estado echandote la culpa accidental o intencionalmente, no lo sabemos, y cualquier movimiento erróneo te llevaría a una muerte segura... Y por esa razón no dejaré que lo hagas sola.
Dentro de mi se creó un presentimiento extraño al escuchar lo último. Abrí los ojos tan grande como pude al sentir sorpresa de la parte de Pablo.
-¿Qué? -nuevamente no podía articular una pregunta concreta.
-Te ayudaré -dice.- hasta el final.
-¡Oh! Gracias -lo abrace sin pensarlo dos veces.- De verdad, gracias.
Ahora tengo a mi mejor amigo de mi lado. Desconocido (así apode a la persona que me envía mensajes) podrá ser confiable, pero la verdad es que necesito un apoyo de alguien conocido.
Después de unos segundos nos separamos.
-Y bien -dice Pablo.- ¿Al menos tienes alguna "pista"? -hace comillas con sus dedos.
-Si -respondo, camino hasta donde está mi escritorio y busco mi celular en mi mochila.- Me puse a investigar y tengo una teoría de que debajo del mensaje de la hoja que dejó junto a la víctima, pueda ser una dirección de calle.