Daba pasos lentos, mis pies se sentían como rocas, pesados, sin un control en específico. Mantenía la boca ligeramente abierta, mi nariz se había tapada gracias a mis mocos. Mis mejillas están mojadas por las gotas de lágrimas que derramé a mares. El peso del mundo se colocó en mis hombros, los llevaba caídos. Mis párpados están hinchados. Mi cabello y ropa se pegaron a mi piel por culpa de las gotas de lluvia que cayeron justo después de que salí de la carnicería.
Vagamente recuerdo las luces de las patrullas y la ambulancia, recuerdo haber salido antes de que me vieran, recuerdo el rostro de preocupación de Pablo al no encontrarme, recuerdo a los oficiales entrar a la carnicería abandonada, recuerdo que sacaron el cuerpo sin vida de Lucero, recuerdo los gritos y sollozos de dolor del detective Morgan el padre de Lucero... Recuerdo como murió Lucero en mis manos...
Llevo ¿horas? Caminando sin un rumbo fijo. Dejó de llover hace un buen rato. Todavía hay algo de luz gris en el cielo por las nubes acumuladas. Un que otro auto pasaba por un lado de mi, por la avenida. Todo olía a muerte y tristeza.
Las palabras de Lucero retumban en mi cabeza. ¿Y si tenía razón? ¿Ella se hubiera salvado si yo no hubiera ido? ¿Hubiera acabado igual? Ahora no lo sabré.
Di vuelta a la derecha en una calle abandonada. Me estaba dirigiendo a mi destino.
Ella me lo dijo... Dijo que desde el principio quería ser mi amiga y que le alegraba que ya lo fuéramos... Yo le dije que no sería demasiado tarde...
-Fue demasiado tarde -susurré para mi misma.
Seguí caminando arrastrando mis pies. Algunas personas que pasaban me volteaban a ver, los miré mirándome; sus rostros de asombro o preocupación al ver mi estado.
El mismo asesino lo dijo... Todo es mi culpa, no sé por qué pero si yo no hubiera nacido nada de esto estaría pasando: Lucero habría tenido una vida larga y feliz, ninguno de los chicos que fueron asesinados estarían como están ahora, y yo no cargaría con éste gran arrepentimiento.
Enfrente de mi, a unos pasos de distancia, había una casa sin terminar de construir de tres pisos de altura: había partes incompletas y con los bloques y cementos viéndose a simple vista, no parecía que alguien habitará ahí. Ya no hay quién me detenga, ese era mi objetivo fijo.
Si Lucero se habría quedado en mi casa, seguiría con vida. Si yo no fuera tan reservada, ella y yo hubiéramos sido amigas desde el comienzo de clases. Si yo en vez de quedarme acostada estos días, hubiera podido resolver el siguiente mensaje, y lo habría detenido todo. Si yo hubiera hecho algo tan siquiera por averiguar cada crimen, los chicos seguirían con vida...
Si tan sólo hubiera hecho algo más...
Al llegar a la casa, no había puerta y entré de todos modos. En sus paredes hay rayones y graffitis que hacen las personas que entran aquí. Me detuve para buscar las escaleras con mis ojos, al encontrarlas me dirigí a ellas a paso lento.
<< Tú eres la verdadera asesina >> pensé subiendo escalón por escalón.
Desde el principio todo fue mi culpa. Me dediqué a buscar a un asesino en vez de salvar las vidas, y tuvo que morir Lucero para que me haya dado cuenta de eso. Ahora no hay marcha atrás, todas esas vidas ya no están y yo cargo con eso. Un trago amargo de realidad.
Llegué al segundo piso. No me demoro en ir hacía las otras escaleras para subir al tercero.
Estoy harta de esto. Sus rostros me persiguen, sus muertes me atormentan y sólo puedo imaginar mi propia muerte... La quiero... La deseo... Ya no queda nada.
Llego al tercer piso pero está cerrado por las paredes, en un rincón veo un orificio en el techo con una escalera de madera, camino a ella y subo para llegar al techo, uso mis piernas y manos para poder levantarme y admirar el paisaje: el cielo sigue nublado, veo la ciudad a kilómetros de distancia con sus edificios, un poco más cerca están las casas vecinas y la naturaleza que me rodea, veo a todo el mundo desde las alturas. Camino por el techo hasta estar al borde de enfrente de la casa. Bajo un poco la cabeza para observar la calle por la que vine, la levanto y veo nuevamente al mundo. Coloco la mitad de mis pies en el borde con los talones sosteniendo mi peso, mientras que las puntas permanecen sostenidas en el aire.
Estoy decidida... Me lanzaré y acabaré con el sufrimiento no sólo de mi, sino de todas las personas que sufrieron por mi culpa.
Cerré los ojos y tomé el suficiente aire.
<< 1... >> empecé a contar en mi mente. << 2... >> no había marcha atrás.
Lucero se había ido y junto con ella se fue mi esperanza y ganas de vivir.