Acomode mi cabello delicadamente pasando mis dedos entre mis pelos castaños, mientras me miraba al espejo de mi habitación. Ese reflejo de una chica de 16 años que ocultaba sus ojeras y ojos hinchados con un poco de rímel y delineador. Me puse mi mejor vestido negro con una bonita falda esponjada que llegaba arriba de la rodilla, sin mangas y con el cuello formando una V. Un collar de perlas adornaba mi cuello. Mantuve mi cabello suelto. Unas medias negras rodeaban mis piernas y en los pies me puse unas zapatillas de tacón bajo. Estaba lista para el funeral de Lucero.
Ha pasado un día desde el asesinato de Lucero, la forense tardó en soltar el cuerpo de ella porque su muerte no fue causa natural, investigaron lo suficiente hasta descubrir que era intoxicación por veneno. Llega a ser algo irónico tomando en cuenta que Lucero quería ser médico forense.
-¿Estás segura de que no puedo ir? -preguntó Tommy quien estaba sobre mi cama.
-No, pequeño -respondí viéndolo por el espejo.- Por el momento no puedes salir.
No dijo algo más, se limitó a asentir con su pequeña cabeza.
Me dejó de importar la tragedia de Lucero, a mi me importa más cómo vivió y si es verdad que disfrutó cada día. Si me concentraba en lo demás, sabía que me torturaría con la culpa y pensaría en lo difícil que fue.
Miré al espejo otra vez a esa chica de ojos verdes e hinchados.
Para mi resultaba difícil asistir al funeral, eso significaba que no iría sola.
(...)
Pablo no mencionó ni una sola palabra en todo el recorrido en auto.
El color azul del cielo desapareció, las nubes grises se juntaron impidiendo dar luz del sol a la tierra, a la distancia se alcanzaba a escuchar los truenos de que la próxima lluvia o tormenta se acercaba hacía nuestra zona. Llegué a pensar que el cielo también estaba triste y roto.
Llegamos a la iglesia, fueron tan amables al prestarle a los padres de Lucero un lugar para el funeral. Pablo encontró un lugar donde aparcar el auto, había mucha gente y muchos autos. Las personas venían con prendas negras; supongo que eran personas que venían al funeral de Lucero. Pablo salió del auto soltando un suspiro y se apresuró para abrir mi puerta y ayudarme a salir dándome la mano.
Fue una larga noche de insomnio el día en que murió Lucero y casi me suicidaba. Había voces dentro de mi cabeza que no me dejaban dormir, los últimos recuerdos de Lucero que provocaban que la locura creciera a un paso rápido. Mi tía Elena y Tommy lo único que saben es que murió Lucero de manera extraña, mi intento de suicidio no fue sacado de la boca de Pablo ni la mía. Es como si lo que sucedió en verdad no existe; yo no fui la última persona que vio Lucero, ella no murió en mis manos, yo no me confronte con el asesino, yo no huí, yo no quise acabar con todo. No se puede decir que lo hemos borrado (como si fuera fácil) pero lo ignoramos como si fuera lo mejor.
Pablo dobló el brazo y me lo ofreció para que yo lo rodeara con mi mano, lo cual hago. Empezamos a caminar entrando por la iglesia, justo en la entrada había un letrero pequeño con anuncios y uno de ellos decía "Homenaje a Lucero Espino 12:00 - 01:00 pm. Sala 1". Hicimos caso al letrero y nos dirigimos por ese pasillo al que había mucha gente andando, cuando llegamos lo supimos porque reconocimos a los compañeros de la escuela. Entramos a la sala, era algo pequeña, tenía dos hileras de bancas para las personas, a la derecha hasta enfrente había una fotografía grande de una Lucero sonriente mirando a la cámara, y justo al lado de la fotografía, justo enfrente del pasillo dividido el bancas, yacía la caja en la que permanecía el cuerpo de Lucero. En la sala había distintas personas de diferentes edades: los compañeros de la forense, los amigos de la escuela, la familia y otras personas que no reconocía, todos vinieron por Lucero. Susurraban o guardaban silencio, otros lloraban a discreción. Pablo y yo caminamos por el pasillo y nos sentamos en la hilera de la izquierda en las segunda banca.
En la primera banca distinguí al detective Morgan, el padre de Lucero, abrazar con un brazo a su esposa, la medre de Lucero, quienes no le quitaban de encima su vista a la caja de Lucero, en sus ojos se reflejaban el dolor de la perdida. Había visto esos mismos ojos antes, unos ojos llenos de arrepentimiento y dolor incurable, eran mis ojos.
Un hijo cuando mueren sus padres se le llama 'huérfano', pero ¿cómo se le llama a un padre cuando muere su hijo? ¿Existira un nombre para eso? ¿Será que no es tan importante porque lo primordial es que los padres mueran antes que el hijo? Lucero era hija única y estoy segura de que ningún padre debería pasar por eso, no es justo, para nadie.
Sus amigos de la escuela, todos hombres, tal y como me dijo ella, asistieron y permanecían en silencio pero se reconocían porque estaban todos juntos. Dejando eso de lado, me sorprendió la cantidad de personas que había en la sala considerando que Lucero disfrutaba más de la soledad.