El cuaderno mágico de Lili

Capítulo 13

Los chicos que en la mañana se reunían bajo el cobijo de los ár-boles o en las escaleras del patio principal para charlar o molestar a los más indefensos, creyeron que se trataba de la muchacha nueva. No tardaron en fijar sus ojos perversos en aquel cuerpo espectacular que pasó por delante y echar espuma por la boca como perros hambrientos en frente de carne fresca, mientras discutían frenéticamen-te por convertirse en el primero en captar su atención. La señorita Ulloa casi ni la reconoce, imaginó que se trataba de alguna prima o familiar cercano a Liliane por su impresionante parecido. Scarlett y su dúo de remedos de Mila Kunis en crisis extrema cayeron de espaldas cuando se enteraron. En realidad, ningún mortal bajo los límites opresivos del colegio podía predecir tal cambio radical. A todos les tomó por sorpresa semejante noticia novedosa.

— Liliane te ves... diferente... —alcanzó a balbucear Melanie en el momento que se atravesaron frente a la entrada de las oficinas de la administración—.

— Simples truquitos de belleza... —contestó modestamente—. Eso y el hecho de que Soledad haya reconsiderado lo del uniforme. Nada del otro mundo...

— ¿Tu madre permitió semejante barbaridad? Digo... semejante cambio de imagen.

— ¿Algún inconveniente con eso? —interrumpió Soledad desafiante, saliendo en defensa de su hija—.

— No. Por supuesto que no. Al contrario, me alegra de sobrema-nera que usted haya cambiado de parecer, sobre todo considerando que vivimos en un mundo de libertad de expresión y pensamiento...

— ¡Pues qué viva la libertad de expresión, no!

Liliane notó la tensión que empezó a crearse entre la dos y decidió entrometerse para detenerlas. Soledad le explicó detenidamente a Melanie el porqué de su visita y al final ésta última pareció satisfecha con las justificaciones. Estrecharon las manos en señal de paz y armonía y Liliane tomó camino derecho para el salón con relativa tranquilidad en el alma.

 

Liliane nunca se había sentido tan acechada por las miradas perturbadoras de sus compañeros y compañeras, sino hasta que hizo su ingreso triunfal al salón. Todos, absolutamente todos, quedaron boquiabiertos cuando la observaron desfilar radiante ante el pizarrón, en especial Logan, Scarlett, Marcia y Clementine, sus ahora archienemigos a muerte. Lejos quedaron aquellos comentarios matutinos que criticaban su ropa, su estilo o su rostro infestado de acné. Ahora podía escuchar, como si se tratase del oído agudo de una superheroína, las exclamaciones positivas de cada uno de sus espectadores, distinguiendo incluso el lugar exacto de donde provenían.

Aquello la hizo sentirse majestuosa, sublime, célebre, una diosa digna de respeto y veneración.

Incluso los mensajes destructivos que aparecían grabados en su asiento con lápiz corrector, con leyendas cortas tales como “puta de quinta”, “cara de ciruela pasa” o “flaca de mierda”, resultaron insig-nificantes ante su grandeza. Se levantó, caminó con determinación hacia el asiento de la chica adinerada del curso (dos posiciones delante de ella) y le arrebató una mini lata de pintura en aerosol de un tono negro brillante. Esparció el líquido por cada rincón de su maltratado pupitre y lo dejó como recién salido de fábrica. Las personas a su alrededor fueron incapaces de levantarse y únicamente se atrevieron a tapar sus narices con el cuello de sus camisetas. Un silencio mortal invadió la habitación entonces, dejando a varios inmovilizados y perturbados, a otros con el cuerpo temblando y a Scarlett con la mirada desafiante.

— ¿Qué demonios crees que haces? —exclamó enajenada—.

Liliane giró la cabeza de golpe y no tardó en fijar su objetivo.

— Por tu bien, será mejor que cierres el pico, Scarlett...

Un “uhhhh” sonoro recorrió el salón entonces.

— ¡A mí no me vas a venir a dar órdenes maldita!

Liliane se limitó a sonreír y continuó con el acabado de su pupitre, ignorando el enfado de su contrincante y los murmullos de los presentes. Scarlett no pudo contener su coraje, golpeó con violencia su pupitre y salió disparada en busca de un enfrentamiento.

— No sé si recurriste a la magia negra, a un pacto con el diablo o a quien le lamiste el culo, pero no voy a permitir que te vengas a burlar de mí en mi propio territorio...

Liliane da dos pasos al frente, se detiene y aprieta los puños. Una blasfemia más y colocará la gota que desborda el vaso.

— ¡Muchachas por favor basta! —interrumpe Logan de repente, situándose en medio de ellas—. Liliane, no hagamos esto más complicado de lo que parece... —le dice intentando sujetar su brazo—.



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En el texto hay: juvenil, drama, suspenso

Editado: 04.12.2019

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