El cuaderno mágico de Lili

Capítulo 18

Hubo cambio de planes a último minuto. Ya no pasarían primero por un restaurante y luego al cine, sino viceversa. Creyeron inoportuno llenarse el estómago antes, no dejaría espacio para los nachos, las palomitas y la soda. Y una película sin comida chatarra de acompañamiento no era película.

Ambos adoraban los filmes de horror, misterio y suspenso, pero Liliane era fanática de Stephen King. Ryan se inclinaba más por las producciones audiovisuales antes que por los libros, así que era seguidor de James Wan. Afortunadamente para la adorable pareja, esa mismísima semana estaba en cartelera La Llorona, y no dudaron en adquirir una entrada para la función más próxima, la de las nueve.

Se armaron con tal cargamento de nachos, palomitas y soda, que las personas detrás de ellos en la fila observaban incrédulos y preocupados la compra. Ignoraron las miradas de la gente y sus comentarios, así como que debían conservar la figura. Esa noche se habían propuesto divertirse lo máximo posible, así tuvieran que sacrificar hasta su propia integridad física. “Una vez al año no hace año”, decía Liliane mientras daba el primer sorbo a su súper gigante envase de Coca Cola.

De la emoción de la primera cita y de mostrarse sexy ante Ryan, Liliane había olvidado fijarse en cómo vestía su acompañante. Solo cuando lo observó fijamente mientras recibía su pedido fue cuando comprendió la magnitud del hombre que había conquistado. Se veía tan atractivo con aquel bléiser negro, la camisa negra desabrochada y el jean azul oscuro, todo pegado al cuerpo, que sus músculos sobresalían como pequeños troncos adheridos a la tela. Tenía una sonrisa tan agraciada y coqueta, que hasta la joven del servicio parecía emocionada de atenderle. Liliane se percató que empezaron a simpatizar y que ella le extendió un papelito escrito por debajo del recipiente. Entonces sintió una especie de coraje y resentimiento estrujándola por dentro. Experimentó por primera vez un ataque oficial de celos.

— ¿Es atractiva verdad? —preguntó señalándole con la mirada a la muchacha de la barra—.

— ¿Quién? —respondió Ryan haciéndose el desentendido—.

— Claro. Ahora disimula.

— ¿Ella? —replicó Ryan encogiéndose de hombros—. No nada que ver. Acaso estás... ¡celosa!

— ¿Celosa yo? No... no, no.

Ryan sonríe con desparpajo y se dirige hacia la entrada de la sala pausadamente. Liliane no logra comprender la mezcla de sensaciones que revolotean por su sistema nervioso y le sigue la pista automáticamente.

Una vez adentro, Ryan analiza cada rincón del lugar en busca de un lugar cómodo y amplio y elige una de las esquinas superiores a la derecha. Liliane no tiene oportunidad de protestar y solo lo sigue, como un pequeño pedazo de metal atraído por un imán poderoso.

Ambos se sientan uno cerca del otro y Liliane se siente estúpida. No ha pronunciado palabra desde el episodio anterior y Ryan no ha mostrado señales de parecer enfadado. Al contrario, su sonrisa aún continúa esbozada en el rostro, naturalmente.

— Lo siento... —dijo Ryan después de un silencio incómodo que duró varios segundos—. No debí prestarle mucha atención hace un momento. Ten... haz con él lo que quieras.

Liliane recibe, efectivamente, un pedazo de servilleta donde estaban escritos un nombre “Daysi D.” y un teléfono. Desea despedazarlo, quemarlo, deshacerlo en agua hirviendo, pero se tranquiliza. Gran parte de la culpa ha sido de ella, por no empezar a comprender el alcance de salir con un chico tan guapo y popular. A ella también le habían lanzado piropos y miradas libidinosas mientras hacía fila y caminaba hacia la entrada de la sala, susurrando a Ryan “cuñado”. Él se lo tomaba con calma, pues era más maduro. Quizás le incomo-daba un poco, pero tampoco se lo tomaba personal. Al final ella era su acompañante y punto. Los otros podían admirarla, desearla, pero él era el único que podía disfrutar de sus encantos.

— Perdón... —susurra finalmente Liliane, cabizbaja—. No sé lo que me sucedió...

— Olvídalo. Suele ocurrir de vez en cuando...

— Soy una tonta...

— No, para nada. Al contrario, eso me da a entender que de alguna manera te importo. Me preocupaba ser considerado uno más...

“No eres uno más. Eres único. Y especial”, dijo Liliane para sus adentros.

Entonces acomodó su cabeza en su hombro y se dispuso a disfru-tar de la película bajo el calor de su compañía, sintiéndolo solamen-te suyo, de su propiedad. A ella no le intimidaban los efectos especiales de la sangre derramaba, los gritos desesperados y esas cosas; pero prometió fingir que se sentiría horrorizada para que Ryan acudiera a su rescate. Cada vez que saltara una imagen perturbadora o una escena desagradable ella se sobresaltaría, apretaría los brazos tonificados de Ryan y se acurrucaría en su hombro, para buscar seguridad. Él seguramente entraría en confianza y correspondería. Lo demás, vendría por añadidura.



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En el texto hay: juvenil, drama, suspenso

Editado: 04.12.2019

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