Por fin veo al Loco que andamos buscando en medio de un descampado repleto de una manada de cervatillos muertos y desgarrados; se le ve demasiado tranquilo y eso es muy malo. Los Locos tranquilos no se molestan por nada y más si ya han comido. Se habrá comido a toda la manada de cervatillos y se irá a hacer la digestión. No conseguiremos nada por ahora. Tendremos que esperar para llevarle a los novatos pero no podemos. Tendremos que buscar un plan B.
Me acercó a mí el sargento Risitas y le dije:
-Sargento este Loco no lo tendremos hasta dentro de cinco o seis días y no podemos hacer que los novatos tengan ese privilegio.
-Señor, posiblemente tenga algo que le guste.
-Enséñemelo ahora, sargento.
-Será un placer.
Uno de sus soldados se queda observando al Loco desde uno de los grandes árboles mientras que los demás se abren detrás de nosotros en forma de abanico por el bosque. Diez minutos después de andar pasando los abetos y los robles llegamos al lugar donde quería llevarme. Unas grandes plantas rojas asoman entre los árboles. Las miro, y me vuelvo a mirar atónito.
-Señor- Luce su media sonrisa y, medio riéndose, por algo le llamamos Risitas pregunta: -¿les gustará a los novatos?
-Sargento, les encantará, empiece a prepararlo.
-Sí señor.
Me vuelvo a ver lo que ha preparado Duende para esta noche a los novatos. Creo que no van a poder dormir mucho. Van a disfrutar de este bosque gracias a nosotros.
Editado: 17.11.2024