Llevábamos dos días planeando como escapar. Había hecho pequeñas pruebas con mis pequeños animalitos. Un truco que aprendí mediante los estudios de campo que nos obligan a hacer a todos los aprendices que quisieran ser estrategas reales.
Escapar de un sitio que no sabías como era. La forma fácil de descubrir si tus ideas podían funcionar es usar pequeños animalitos que se podían educar para que siguieran el camino que tú querías. Como les das de comer, al final volvían con una pequeña hierba en la boca demostrando que había salido al exterior.
Aquí pasaba igual y fijarme en la expresión de los vigías cuando ven a esos ratoncillos corriendo. La expresión no varía si no les ven moviendo el rabo, pero cuando les ven se quedan locos.
Había cinco soldados con cara sorprendida cuando envíe dos por las letrinas, pero ninguno cuando les envié por donde dije. Las soldados de este grupo son magníficas, trabajan a destajo enseñando para la guerra y por la noche preparan todo para irse.
La noche había llegado. Los nervios estaban a flor de piel. Grupos de cinco personas. Rápido y silencio. Salir hacia la frontera. Seguir hasta llegar al río. Caminar dos kilómetros en dirección hacia el oeste. Y luego hacia al norte de nuevo. Sin esperar al resto. Sin fuego ni antorchas. Solo esperar cuando pasaran los veinte kilómetros hacia el norte.
El próximo capítulo será el último de El Cuerpo Expedicionario hasta el año que viene. Espero vuestro comentarios sobre los capítulos hasta ahora y os recuerdo que podéis apoyar al blog en el Patreon.
Editado: 08.12.2024