El cuervo

Jirones Malditos (II)

Día 2

Durante la noche podía escuchar como los zombis golpeaban las placas metálicas que rodean al pueblo, aunque también podía escucharse a un imbécil pedir a gritos que abran la puerta justo antes de que esto se convierta en un alarido que podría retorcer de miedo a cualquiera que lo escuche. Algunos parecían asustados, otros solo cerraron su carpa y durmieron plácidamente, yo observé un poco el terror y luego encontré cierto ritmo entre los golpes: pan, pan, tantantan, pan, pan.

Al despertar es como si todos se hubieran levantado antes que yo. La puerta está abierta y el cuerpo del valiente que decidió pasar la noche fuera está enterrado en lo que es, digamos, el cementerio del pueblo. Se han organizado para hacer un almacén delimitándolo con cuerdas maltrechas y mesas viejas, al igual que un taller que parece estar mejor equipado de lo que espero.

  • Oye, Pancho, tú eres ingeniero, ¿no?

La voz de Luis me despabila inmediatamente.

  • Sí, pero…
  • Deberías trabajar aquí ya que ambos sabemos que no eres muy bueno buscando cosas allá afuera —él ríe como si estuviera ebrio, pero no parece estarlo—.

Aunque me ha cortado antes de decirle que no soy de los que hacen mesas de noche, me agrada más estar aquí adentro que salir.

  • Supongo que sí, puedo hacer eso.

Luis se despide de mí golpeando mi hombro, no tengo idea de dónde ha sacado una pala, pero se ve emocionado, como si fuera a desenterrar algún tesoro.

Lleno mi botella de agua en el pozo y veo una pizarra al lado de este: “solo una botella al día, no abusar.” Supongo que es normal que alguien ponga reglas aquí. Vuelvo al taller y con algunas tablas, placas de metal y todo material que pueda servirme logro hacer una especie de cuarto que se ve más acogedor que mi vieja carpa.

  • Deberías mudarte aquí, no he visto a nadie con la habilidad de hacer estas cosas.

El perro ladra en señal de aprobación.

  • Pata está de acuerdo con la idea —el hombre sonríe mientras pareciera darle los cinco a su perro y este corresponde—. Soy Máximo, es un placer.
  • Francisco. Sí me gustaría mudarme.
  • Solo te pongo una condición: haz cosas útiles con esas herramientas tuyas.

Máximo y su perro se retiran como si tuvieran más cosas que hacer, así que voy a por mis cosas a mi carpa. Al volver al taller veo que hay una pizarra improvisada al lado de la entrada: “traer todo objeto que deba ser reparado, troncos que deban ser procesados u otros elementos a los que deban dárseles una mano de gato.” Genial, me convertí en el manitas del lugar.

Diversas personas llegan a dejarme cosas en el taller a lo largo del día, pero una lavadora llama mi atención, es de las que tiene una tapa redonda en el centro y no por arriba. Dejo mis labores por un momento e instalo la lavadora de tal forma que, junto a otros elementos que logré robar del almacén, creo tener una especie de laboratorio. Me tomo mi tiempo moliendo pastillas, algunas caducadas, un poco de agua, un poco de elementos extraños y viscosos con olores neutros y colores llamativos, algo de esto y más de aquello hasta que, finalmente, obtengo lo que buscaba: estupefacientes.

  • Oye, oye, las metanfetaminas no te van a dar dinero— Luis entra dejando algunas cosas que necesitan ser reparadas—, pero sí que puedes ayudar a muchos aquí a aceptar lo que sucede… aunque vas a necesitar una puerta.

Luis se acerca a mí y, sin previo aviso, toma una de las cápsulas que he rellenado con el menjunje que cree, se la traga de un bocado y espera por unos minutos antes de ver como sus ojos se agrandan y sonríe eufóricamente.

  • Esta mierda está buena, siento como si el cansancio y el hambre desaparecieran. Te voy a traer tu puerta.

Habló tan rápido que creí que se trabaría en alguna palabra, pero fue todo lo contrario. Justo al terminar de hablar salió a gran velocidad, como si algo lo estuviera botando. No le di importancia y volví a lo mío reparando objetos. A las pocas horas volvió Luis y me ayudó a colocar la puerta del taller, misma que cerré al escuchar a alguien gritando que ya era hora de cerrar el portal, no sin antes salir a dar un vistazo y ver esa enorme torre que habían construido al lado del pozo. Me pregunto como hará para bajar el vigía.



#4530 en Fantasía
#2067 en Thriller
#1098 en Misterio

En el texto hay: zombis, sobrenatural, pueblo

Editado: 21.03.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.