El Cuidador

C A P Í T U L O 3 1

Apretó sus puños, listo en posición de defensa, estaba dispuesto a irse con esos hombres, a que nada impidiera sus planes, respiraba de forma agitada y pensó en ella, que era la razón para enfrentarlo todo. El soldado se aferró al barrote e iba a meter la llave cuando la reja se vino hacia él, descubriendo que estaba abierta, alzó la vista sorprendido comprendiendo enseguida.

—Ahora —gritó Manuel, todos salieron de las celdas, directo a abalanzarse sobre los soldados.

El instinto de Xavier fue cubrir la boca del hombre, el otro que lo acompañaba se echó hacia atrás dando con el pecho de uno de los hombres de Manuel, en un instante estuvieron amordazados y atados.

—El plan como sigue, solo que ahora tenemos menos tiempo, esperan al abogado —explicó Manuel.

—Que los distraiga él —dijo uno de los presos.

—No, él se viene conmigo, no ira a ningún lado —respondió Manuel de forma misteriosa.

No tuvieron que abrir la puerta principal, ya que la habían dejado para que se llevaran a Xavier, se quedaron esperando a que el general y sus hombres hubiesen cruzado el pasillo, salieron de forma sigilosa, eran al menos doce hombres.

—Hay que rescatar a los demás —dijo Xavier.

—No, lo siento, no es parte del plan, es demasiado riesgoso —contestó uno de los hombres.

—Pero…

—Vamos —insistió Manuel.

Un par de guardias se acercaban con la comida, los sorprendieron y redujeron para llevarlos a las celdas.

—Ahora sí —gritó Manuel.

El guardia sobornado los esperaba en una salida lateral del pasillo.

—Esperan al abogado, debería dejármelo, lo llevo y siguen con la fuga, lo notarán pronto si…

—No, el abogado se queda conmigo —respondió Manuel.

—¡Fuga! —gritó uno de los soldados.

Xavier no supo cómo, en un momento el lugar se convirtió en un campo de batalla, él mismo se vio obligado a lanzar algunos golpes y esquivar otros, se dio cuenta de que Manuel ocultaba algo, buscar a su hermano debía ser su prioridad, pero se tomaba muchas molestias cuidándolo a él, sus hombres lo mantenían alejados del peligro en medio de la pelea.  Corrieron fuera del edificio.

—No podemos dejar a nadie atrás, o debe morir, nadie atrás, no pueden tener testigos —gritó Manuel.

Echenique era uno de los que ayudaba a evacuar a los hombres, un camión militar esperaba al final de un callejón, se puso en movimiento, comenzaron a subir a penas el camión se detuvo frente ellos. Moisés abrazó a su hermano, el resto de ellos estaban en la parte trasera del camión, se felicitaban y abrazaban, oyó gritos de algarabía, y notó la cara contraída de Manuel.

—Le dieron —gritó Xavier.

Se sostenía el estómago con fuerzas, sangraba. Todos se pusieron alerta.

—Tenemos que llevarlo con un médico —espetó Moisés desesperado.

—A dónde vamos hay médicos —susurró Manuel.

Xavier se colocó a su lado.

—¿Viste a la chica? —preguntó Xavier junto a la cara de Manuel, quien sonrió con malicia, afirmó.

—Es la razón por la que me va a deber un favor, sacándolo de aquí le pago el favor por Moisés, y llevarlo con ella, será otro favor que me deba.

Xavier sonrió emocionado, estaba vivía, tenía una pista por fin, ese hombre sabía dónde encontrarla.

—Claro, sí, pagaré lo que sea, te daré lo que sea, debes llevarme con ella.

—Quiero armas, necesitamos municiones…

—La fábrica fue tomada por…

Ladeo la cabeza y bufó, hizo una mueca de dolor e inclinó la cabeza.

—Sabe que somos de un barrio pobre, me toma por tonto, soy de clase baja, no ignorante, sé que hay más galpones, sé que usted sabe dónde están y como llegar a ellos.

Xavier afirmó cerrando los ojos. Soltó un suspiro.

—Bien, lo que sea, necesito que me lleve a dónde está ella.

Manuel sonrió, sus ojos marrón claro lo examinaron con intensidad.

—La ama, ¿no es cierto?

Xavier lo miró a los ojos.

—Es la esposa de mi hermano.

Manuel soltó una risa que lo hizo quejarse de dolor, negó.

—Ella también lo ama —dijo, cerró los ojos.

—Manuel, Manuel, despierta —gritó Xavier sacudiéndolo por la chaqueta.

—Quédate con nosotros Manuel, no puedes cerrar los ojos, mantente despierto —dijo Echenique. Le echó licor sobre el rostro. Recuperó el sentido por unos momentos.

—Ya los perdimos, no pudieron seguirnos en autos, le sacamos ventaja, ya vamos a llegar —dijo uno de los hermanos de Moisés.

—El teniente Raúl Echenique, les digo, es bueno que lo tengan de su lado —dijo Moisés a otro de sus hermanos, afirmó.

Se internaron en un bosque espeso, se detuvieron para camuflar el camión y recoger a un médico. Dejaron a parte de los hombres en una vía donde los esperaba otro camión, solo se quedaron Moisés, Xavier y Echenique con ellos. El medico trabajaba sobre el auto en movimiento, Manuel se quejaba, sus hermanos sostenían su mano y su cabeza.



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En el texto hay: romance, drama, guerra

Editado: 10.02.2022

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