Antes de mirar por la ventana cada mañana, Maia espiaba por la rendija de la puerta de la habitación de su hija para saber cómo iba a estar a estar el clima ese día, pero con este en particular no tenía dudas. Se escuchaba desde afuera como la lluvia golpeaba con furia los cristales del vidrio de su ventana y los truenos resonaban en las esquinas de su habitación. Era de esperarse un clima así, Martina finalmente cumplía quince años. Llegar hasta ese día había sido un calvario para Maia, constantes oleadas de discusiones y peleas familiares de todo tipo se habían presentado desde hacía un año, cuando se le había propuesto hacer su fiesta de quince… Bueno, propuesto no, porque en realidad era algo que no se le preguntó. Y eso fue el inicio de todas las tempestades emocionales y climáticas que se acontecieron en el transcurrir de ese año. Si, climáticas, porque hacía un año que diferentes sucesos ocurrían, tormentas de arena, fiesta de rayos por la noche, algún que otro torbellino, entre otros, sin mayores daños, por suerte. Hacía un año se le había explicado a Martina que todas las chicas tenían fiestas de quince y que, si no la hacía, probablemente se arrepentiría luego.
Se acordaba de ese día perfectamente. Estaban con la tía Maruca tomando mate en el comedor cuando salió el tema y la tía preguntó:
- ¿Para cuándo programaste el cumpleaños de Martu?
Maia la miró incómoda.
- No sé a qué te referís Maruca.- Trató de evitar que se le notara la incomodidad cuando Martu se giró hacia ella abruptamente y le clavo sus ojos color miel en la cara.
- Sí que sabés- dijo la ponzoñosa tía con total liviandad- si te estoy ayudando a pagarlo.
- Yo no quiero ninguna fiesta, no me interesa el vestido, la pomposidad, nada de eso. - logró gesticular Martu y no fue necesario que adivinara como se sentía: afuera se estaba poniendo oscuro de repente cuando hasta hace un momento era un típico día soleado otoñal.
- Martu, después lo hablamos, ¿si? - le dijo desde la cocina mientras calentaba más agua, no aguantaba los ojos de su hija clavados en ella con esa furia contenida, sabía lo que se venía.
- No, no necesito saber nada, me estuvieron ocultando que voy a tener fiesta de quince porque saben perfectamente que no quiero eso…. Ya las escuché tratando de convencerme, pero no quiero, no quiero, no quiero. - Se levantó y se fue. Afuera empezó a tronar y a caer granizo.
- Son adolescentes, ya se le va a pasar, estás haciendo lo que tenés que hacer, guiarla en sus decisiones. Ahora, contame, cuando es la fecha exacta…
Apesadumbrada, Maia se levantó de la cama y fue hasta el cuarto de la adolescente, la encontró acostada, con los ojos abiertos perdidos en el techo.
- ¿Feliz cumpleaños? - le dijo dubitativa desde el umbral de la puerta. Un fuerte trueno retumbó en la habitación.
- ¿Vos me estás cargando, no? - Le respondió Martina a la vez que se levantaba.
Maia se acercó a la cama y se arrodilló frente a ella.
- Martu, esto lo estoy haciendo por tu tía Maruca, ella puede ser todo lo que quieras, pero me ayudó muchísimo cuando nos separamos con tu papá. Vos, ¿podrías hacer por mí esto? ¿Pasar la noche lo mejor posible? ¿Y el día también? - Terminó, tocándole la cara con la mano y sonriéndole débilmente.
- Voy a hacer lo posible, pero no te prometo nada, si Maruca te ayudó tanto, ¿Por qué no le ponen el vestido a ella y me dejan en paz a mí? Se lo que me vas a decir. ¿Porque tienen que estar invitados todos esos caretas? ¿Qué vinculo tienen conmigo? ¿Para qué una fiesta cuando cumplo quince? ¿Cuál es la diferencia a tener dieciséis o treinta? ¿Por qué tengo que adherirme estos ridículos rituales? Simplemente soy diferente, no quiero y no me interesa en lo absoluto, no voy a cambiar de opinión. - Terminó en un suspiro casi tan alterada como la noche anterior donde había dicho algo parecido.
- Es el último sacrificio.
- ¿Estás segura? Porque después llegan las ganas de Maruca de que tenga novio, me case, me mude, tenga hijos… ¿Estás segura? ¿Eso querés para mí? ¿Qué viva la vida que quiere Maruca para mí? ¿Vos viviste tu vida o la de ella? ¿Cuántas vidas tiene Maruca? - Un rayo cayó afuera haciendo un gran estrépito.
Maia la miró, se levantó y suspiró.
- Te espero para desayunar.
Ese día continuó lloviendo, las burbujas de los charcos del patio auguraban que continuaría lloviendo por el resto del día. La jornada en la casa transcurrió con cierta tranquilidad, salvo algún que otro rayo o trueno que resonó fuerte para recordar que aun llovía. Martina recibió saludos telefónicos de familiares y algunos virtuales de sus amigos de lejos que no podrían asistir a la fiesta.
Por la noche estaba todo listo, a excepción del fotógrafo, que no podía llegar hasta la casa de Maia debido a la gran cantidad de agua que se había acumulado en su domicilio, a último momento había llamado avisando que le era imposible, él y su gato estaban esperando que los vaya a rescatar Defensa Civil, estaban en el techo hacía una hora y de suerte tenía batería en el celular. Cuando Maia llamó a Maruca con las novedades ésta le dijo que no se preocupara, que se podían sacar fotos con los celulares, que eso era sólo un detalle. Así que los preparativos continuaron.