Me lleva por los pasillos largos, sólo por un momento se me olvidan las reglas, centrándome en su persona. Sintiendo la calidez de su palma, sosteniendo la mía. Tocando la mano de un chico por primera vez, tan grande, que casi es capaz de envolver la mía con tan sólo tomarla.
Nuestras manos son distintas, las suyas son tan rígidas y con algunas venas saltadas. Sin embargo, las mías son delicadas, pequeñas y lisas; Sólo observo que él abre una puerta y me introduce en ella cuidadosamente, cómo si temiera, que con cualquier movimiento me fuera a romper.
Sacudiendo levemente este corazón aturdido.
Observo alrededor y veo productos de limpieza por todos lados. El espacio es reducido y Hades decide entrar cerrando la puerta detrás de él.
-Mira Dasha,-Lo medita unos segundos y luego frunce el ceño.-nunca te he visto de esa forma, siempre sueles estar feliz y enojada, pero...nunca triste.
¿Está preocupado por mí, espera, a qué viene su ayuda?
Limpio mis lágrimas, pero al intentarlo sólo derramo más.
Estoy cansada de que mi padre sea tan indiferente, que todas las personas sean así conmigo. ¿Es mucho pedir que me traten cómo alguien normal? Nadie de este lugar sabe que enfermedad tengo, pero al saber de quién soy hija. No quieren tener ninguna amistad conmigo.
-¿Por qué me hablas?-Suelto. Quiero saber porqué no respeta las reglas de mi padre y porqué quiere pasar los límites conmigo, sabiendo lo prohibido que es que me hablen, adentro y afuera. Tampoco puede fingir ignorancia respecto al tema, nadie entra aquí sin conocer y firmar las reglas.
Hades se sorprende, pero no retrocede, sino se acerca más a mí.
Me sobresalto por su repentina cercanía.
-Lo mismo me pregunto, quiero saber porqué eres cómo la maldita luz.-Murmura sus palabras con cierto rencor y golpea la pared al lado de mi rostro, rosando mi mejilla y me paralizo, asombrada.-Que por más que intente negarme lo que soy,-Su vista se conecta con la mía y mi corazón palpita fuertemente al sentir su mirada fría sobre mis iris.-soy la maldita polilla atraída hacía ti.
Se ríe sin gracia y se aleja, sintiendo mis mejillas calientes y mi boca seca.
¿Qué?
-Las polillas buscan la luz, porque están cansadas de estar en la oscuridad, esa luz es tu sonrisa y tus tontas rabietas al discutir conmigo. De algún modo le dan gracia a mi vida,-Sisea sin humor..-nunca suelo acercarme a las personas que son igual a mí, porque me enferman.
¿Igual a él, qué clase de persona es él?
Sin darme cuenta, mis lágrimas se detuvieron, hace poco tiempo y lo miro, él hace lo mismo y mi corazón palpita rápidamente.
¿Puedo confiar en él?
-Mi pa...-Titubeo y punzadas se aproximan a mis parpados, junto a un nudo en mi garganta, queriendo ser desatado.
Se acerca lo suficiente y me toma de los hombros.
-No hace falta que lo digas ahora, si no quieres puedes quedarte callada. Pero si no lo sueltas, ese dolor puede durar mucho tiempo ahí, deseando salir.
-No...-La valentía no me es suficiente.-no me queda,-Trago duro.-mucho.-Suelto dudosa pero al final lo suelto y eso lo aturde.
-¿Tu padre lo sabe?
-Si, y tengo deseos. Uno tan pequeño cómo ir a la universidad cómo alguien normal lo hace y otros. Sin embargo mi padre se niega a querer comprenderme o por lo menos, darme afecto,-parezco cómo si estuviera mendigando amor o atención.-pero él creé que podré vivir más con cuidados intensivos, se niega a que moriré...sin embargo, yo ya lo he aceptado, sólo quiero que él no me trate tan fríamente.
Me duele su indiferencia.
Hades suspira pesadamente y puedo notar el arrepentimiento en su mirada.
-No quiero que sientas culpa o me trates diferente por estar en esta situación.-Sonrío, aunque mi sonrisa no se pueda ampliar como desearía que así lo fuera.-Lo que más deseo es que todos me traten cómo alguien normal, por eso pude notar que fuiste el único quién me enfrento.
El único que me vio igual a él.
-Nunca he sentido tanta adrenalina en toda mi vida, gracias a ti.-Le comento.
Bajo mi vista al notar que no tiene ninguna respuesta hacia mí, porque esta pensativo, seguramente comprendiendo el tema o echándose para atrás al notar la hija de quien soy. Cómo todos lo hacen, me dan la espalda, ya sea por miedo a las consecuencias.
Abro la puerta para salir, pero su palma me detiene. Lo observo esperando algo de su parte, alguna señal, sin embargo sólo miro su misma expresión, de confusión y frialdad al mismo tiempo.
Intento zafarme de su agarre, a pesar de mi lucha él aprieta más su palma a la mía, causando un leve daño en ella.
-Dasha,-Saborea mi nombre en sus labios con su ronca voz y eleva la vista.-ten por seguro que tus días aquí serán los más divertidos.
¿No le importa los riesgos?
-A mi padre no le gustará.
Si tan sólo descubre nuestra amistad, tengo por seguro que lo echa del lugar de locos por mi culpa. Niego en mi mente, sería mejor verlo aquí, de lejos. Que nunca verlo.
-¿A ti?
-¿Qué?
-Te pregunto si a ti te gustaría pasar esos días conmigo, lo único que me importa es tu opinión. A la mierda cualquier "regla".-Hace comillas con sus dedos al decir regla.-tus deseos son la única prioridad.
Sonrío y abro la puerta, pero antes. Me acerco a él y le susurro en su oído, con la respiración un poco acelerada por mi nerviosismo.
-Debemos ser cuidadosos, no quisiera que nuestra amistad sólo durará un día.