El Deceso de Nuestro Arranque

*10*

-Padre...

 

Mis palabras apenas salen en un hilo de voz, rogando no ser tratada de la misma forma de siempre. Intento ser dura, cómo las paredes que forma Hades cuando confronta sus problemas. Con la diferencia que enfrento los problemas con una sonrisa.

 

Mi padre esta buscando el algodón y una jeringa, la prepara; Y se acerca sin responder a mi llamado. Alista mi brazo y limpia la zona donde pondrá la inyección, acerca esa punta espeluznante y ahí dejo de ver el procedimiento, de alguna forma ya me he acostumbrado a sentir la fineza y frialdad, con un leve dolor al penetrar mi piel.

 

A pesar del largo tiempo, no he podido aceptar ver, cómo es introducido en mí.

 

-¿Qué sucede?-Espeta molesto.

 

Frunzo el ceño, ¿No debería ser yo la que estuviera a la defensiva?

 

-Nada,-Corto lo que quería realmente decirle, me arrepiento por sólo alargar el tiempo de mi confesión. No se puede hablar con él.-sólo quería saber si mi proceso ha estado bien o ha mejorado.-Miento, no me importa si he mejorado.

 

Ya que, si recibo buenas noticias de un posible mejoramiento, eso no asegura que no moriré pronto. Ya conozco las consecuencias de mi enfermedad, lo único que producirá que escuche algo bueno, sólo provoca esperanzas para luego convertirse en decepciones.

 

Porque no importa cuanto intente posponer, mi vida sólo tiene corto plazo.

 

Mi padre suspira pesadamente y tira los residuos, acaricia su frente y luego se sienta a una esquina, lejos de mí.

 

He notado que ha estado muy estresado en estos días, con Hades apenas nos hemos hablado en pequeños momentos durante algunos días. Cómo he dicho, no podemos vernos muy a menudo por las normas y para no ser descubiertos.

 

Sin embargo, con mi padre no he hablado durante días y hasta hoy quise retomar el tema del otro día. Porque quisiera saber si le importa lo que yo piense, sobre mis sueños, que mi enfermedad.

 

Tengo la esperanza que cambie de opinión, con mi insistencia.

 

-Han pasado más de cinco años que no preguntas sobre tu enfermedad,-Sonríe sin gracia y golpea la mesa, en un intento torpe de frustración, sobrasaltando mi cuerpo.-¿Quieres saber sobre tu condición por fin?

 

No necesito preguntarle a mi padre sobre mi condición, ya que últimamente sólo he estado empeorando. Los medicamentos sólo han aumentado, junto con las nuevas jeringas y otros medios, para alargar mi tiempo de vida, tragando duro y esquivando su mirada.

 

No entiendo porque mi padre esta tan molesto.

 

¿Es por mí?

 

Mi silencio responde su pregunta, no me atrevo a volver a dirigirle la palabra.

 

-Nunca te he contado cómo fue,-Traga duro y añade dolido.-que tu madre murió.

 

Mi ojos se elevan levemente hasta conectar con los suyos, dudosa. ¿Por qué hasta ahora quiere hablar de eso? Cuando todo el tiempo he querido saberlo y mi padre, nunca ha querido hablar sobre ella, apesar de mis insistencias pasadas, rendida a que jamás lo sabría.

 

Por otro lado, mi padre parece desorbitado. Completamente ido de si mismo, fijando su mirada a otro punto del cuarto, quisiera saber que esta pasando por su mente, ¿Por qué me lo ha ocultado? Sé muy bien, que nunca la conocí y que seguramente ella fue quién me heredo esta enfermedad.

 

-¿Por qué quieres hablar de ella ahora?-No puedo evitar el rencor que sueltan mis palabras,-¿Por qué?-no me reconozco justo ahora, cuando no responde, filtrandose la desesperación en mi tono.-¡¿Por qué?!

 

Crecer sin tener una parte muy importante en mi vida, me fue difícil, sobrellevar una vida junto a un hombre frío e insensible. Si, llegue a extrañar y envidiar a las personas que tenían a sus madres. ¿Pero que podía hacer yo? Nada, nada porque quién fue mi madre sólo se fue para dejarme de herencia, mi propia muerte.

 

Sé que ella no tiene la culpa de las consecuencias, sin embargo, mi cuerpo no duda en rechazar cualquier excusa de ella, que tanto en mi infancia quise saber sobre ella, sin embargo mi padre siempre se opuso a ello.

 

-Tu madre fue una gran luchadora,-Suelta mi padre melancólico.-tanto, que quiso dar su propia vida para que vivieras. También tuvo que luchar por la enfermedad que tienes, su valentía fue tanto, que no quiso abortar, sabiendo las consecuencias de tenerte.

 

Abro mis parpados impactada, un nudo se forma en mi garganta y mi pecho empieza a doler, conteniendo la respiración.

 

-Debo admitir que al principio, nunca fue planeado tenerte. Me negué rotundamente a perderla, a cambio de tenerte, ella no tenía las suficientes fuerzas para tenerte hija.-Sus palabras duelen y aún más, por saber su porqué de su frialdad desde el principio.-Sin embargo, siempre fue obstinada y positiva, conociendo las consecuencias. Se quiso convencer que viviría después del parto.

 

Mi madre siempre me amo y sin importar lo que decían los médicos,-Y sobre todo mi propio padre.-no lo acepto.

 

Al ver mi silencio prosigue.

 

-La perdí por querer cumplir su sueño. Por esa razón estudié duramente para especializarme en esta carrera, para así no cometer el mismo error dos veces.-Siento mis lágrimas salir al contenerlas por mucho tiempo, desatando el nudo de mi interior.-Eres nuestra hija y lo único que me queda.

 

Me levanto y me acerco a él, con mis manos temblorosas tomo las suyas, mi padre aún sentado, teniendo toda su atención, carraspeo mi garganta, para recomponer mi voz.

 

-Padre, pero tarde o temprano igual se iba ir. Lo único que quería hacer, era dejar una parte de ella para ti, así lo deseo y la dejaste ir.-Puedo ver que lucha por no llorar, sin embargo, sus ojos rojos dicen todo lo contrario. Le duele tanto que es incapaz de seguir hablando.




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