Paso mis manos temblorosas a los costados dónde arde mi piel, por su toque, por la presión que hizo con sus yemas al acariciar mi espalda y mi cintura. Mis mejillas arden y vuelvo a sentir esa cálida sensación en mi pecho, junto a la tormenta de sentimientos.
Me quería besar, me deseaba tanto cómo yo lo deseé.
Sin embargo de alguna manera me decepcionó ver su reacción a mi razón o más bien, lo que yo quería realmente sentir en ese beso.
Amor.
¿Acaso hice algo mal? O él tiene otras intenciones.
Esa calidez desaparece tan rápido cómo vino, de repente ocasionando estragos en mis pensamientos. No sé cómo empezó, lo único que importa es ponerle fin a lo que una vez nació. Después de todo, sólo soy una mujer ordinaria, que por sobre todo, rompió las reglas. Nunca podría compararme con Fedora, ahora que recuerdo. ¿Qué relación tendrán ellos?
¿Acaso estaba apunto de besarlo sin siquiera ser consciente de ello?
Seguramente sea su novia. Por eso se levanto cuando le hablé de amor, Hades no quiere nada serio conmigo, porque la tiene a ella.
Trago duro.
Soy tan tonta por dejarme llevar, por ilusionarme.
Hades hizo lo correcto al irse, de seguro piensa que soy otra más por comportarme de esa forma teniendo novia. Maldigo en lo bajo y farfullo cansada, desde el principio Hades fue inalcanzable para mí y mi corazón siempre contradice mi mente.
Después de unas horas ya me encuentro en la hora de receso, en la universidad y ya con mi comida, sentada en una mesa solitaria. Con Heze hemos hablado unas pocas veces, ella consiguió más amigas y luego ya no la volví a ver más seguido.
A lo lejos veo a Hades comiendo con Gavrel y Fedora, ella tomando su brazo agusto, mientras contempla a Hades. Cómo siempre. Parece concentrado en su plática, que al parecer el que sigue retomando el tema es Gavrel y Fedora, Hades sólo asiente atento.
En todo el día no me ha hablado, ni me ha mirado. Siento tristeza por su indiferencia, ya que en ningún momento quería destruir nuestra amistad por algo tan insignificante cómo eso. Siento cómo si la gran parte de esto, fuera mi culpa: No sé que hacer en este caso, ni siquiera se me ocurre cómo acercarme.
¿Desde cuándo empece a ser tan egoísta?
Siempre parece distante conmigo y muy pocas veces cercano.
Termino de comer y me levanto para tirar la basura, doy una última mirada hacia su mesa y vuelvo a sentir otro dolor agudo en mi pecho al verlos juntos. No lo soporto más, aparto la mirada con un pequeño sabor amargo en mi garganta e intento no dejar que mis emociones me dominen.
Sigo mi paso largo, de pronto, mi cuerpo se comienza a sentir muy pesado. Detengo mi paso abruptamente y luego palpita mi cabeza agudamente, el suelo se mueve frente a mis ojos, abriendo mis parpados impactada. Mi mano intenta apoyarse de una pared y a pesar de mi esfuerzo, mi palma es incapaz de tomarla porque esta misma no soporta el esfuerzo que hago.
Mis piernas pierden el equilibrio y doblo mis rodillas hasta caer al suelo, el frío calan mis huesos al instante. Soy incapaz de gritar y una agonía desesperada surge en mi interior. Quiero gritar, pedir ayuda y cuando al fin logro ver a alguien en frente mío, soy capaz de sentir sus brazos tomando de mis piernas y mi cabeza, perdiendo toda fuerza.
Me levanta y corre hasta el salón, sacudiendo mi cuerpo en el proceso, por más que intente ver de quién se trata, mi vista no soporta más los dolores y los movimientos distorcionados de mi alrededor, cerrando mis parpados rendida.
Un sonido agudo es lo primero que escucho al abrir con pesor mis parpados y luego muchas personas discutiendo a lo lejos, intento moverme, sin embargo mi cuerpo no responde. Sólo veo paredes blancas y cortinas del mismo color, muevo un poco mis labios y a pesar de mis esfuerzos, lo único que siento es que mi garganta esta demasiado seca.
-¿Qué dice doctor?-Reconozco la voz de mi padre-¡¿Cómo que ella no se ha estado alimentando adecuadamente?!-Espeta furioso.
Ahora que recuerdo bien, he estado comiendo a la fuerza. Ya que mi apetito se esfumo hace mucho tiempo. No obstante, mi padre me ha dicho que es normal que mi abdomen se hinche. Lo que no le he dicho a mi padre es que deje de comer en estas semanas porque mi cuerpo lo rechaza.
Ya no soporto ni las comidas más ligeras.
Simplemente vomito lo que ingiero.
-Señor, no puede solamente enfadarse con su hija. En su caso, su cuerpo es quien rechaza la comida, no ella.-Le aclara el doctor.
Mi pecho se encoge por las palabras, no quiero que mi padre se aflige por esto. Todo estaba tan bien antes de esto, no necesitaba saber esto, absolutamente nada, según mi padre que estaba mejorando, pero todo simplemente empeora.
¡No lo necesitaba saber!
-Déjeme verla,-El doctor le niega y escucho farfullar a mi padre.-¡Quiero verla!-Exclama frustrado.-Necesito verla, también soy doctor. Sólo quiero verla.
Insiste el doctor y saca a mi padre, suspiro tranquila por segundos, sin embargo me sobresalto al oír leves ruidos a poco metros de mí y enderezo un poco mi espalda. La cortina se mueve levemente y veo su rostro al salir de ella, Hades, ¿Qué hace aquí?
Acerca su cuerpo y noto la preocupación en su expresión, la primera vez que logró descifrar lo que dice su mirada.
¿Todo este tiempo estuvo preocupado por mí?
Toma mi mano y posa la suya sobre la mía. Puedo notar el arrepentimiento en sus ojos, esta tan afectado y eso me entristece.
-¿Por qué?-Suelta dolido.-Si hubiera estado a tu lado,-Aprieta su agarre.-nada de esto...