-¡Es una locura!-Exclamo extasiada y emocionada.
El señor Connor parece atento a mis comentario y sólo asiente mientras limpia mi zona herida por la jeringa. Deja unos medicamentos al lado mío con los horarios establecidos y pone una curita sobre mi herida.
-¿Qué puede ser una locura señorita?-Sigue mi tema interesado.
Cierro mi libro, ya memorizada la página donde me quede y le muestro la portada al señor Connor, él frunce el ceño y suelto una pequeña risa por mi expresión.
-¡Han escapado!-Suelto impactada.-Con poco dinero y pocas cosas para poder vivir juntos, se conforman con tener su libertad. ¿Tan poco les importa su familia y todo lo que han luchado para conseguirlo y dejarlo atrás?
-Somos capaces de dejar todo y aventarnos a la cruel realidad, todo por el simple hecho de obtener lo que una vez nos fue concedido.-Abro mis parpados sobresaltada, ¿Cómo es que el señor Connor sabe muy bien de esto? Y parece entender muy bien mi expresión cuando sisea.-Hay muchas maneras de que la libertad se sea arrebatada, ya sea el trabajo, los vicios y las enfermedades.
-Ya la paz interna o ya sea externa no exista en la persona, su libertad de sentirse seguro de sí mismo o conforme, le fue arrebatada.-Añade.
-¿Será lo mismo si los planes de esa persona le fuese arrebatada?-Pregunto, recordando las palabras de Hades sobre su familia.
-Por supuesto,-Me asegura.-¿Cómo te haría sentir que tu futuro fue planeado y no puedas hacer lo que desees?
De algún modo no existe ninguna diferencia entre Hades y en mí, por ver la forma en cómo es la situación, él tiene la opción de querer dejarlo si así lo desea. Sin embargo, el problema es que él no tiene sueños, ni ánimos para buscar lo que le daría felicidad porque ya todo lo ha obtenido fácilmente.
Lo que nos diferencia es que: Una persona tiene sueños mientras la otra es quién no los posee.
-No tengo libertad.-Concluyo fastidiada por mi realidad.
-Señorita,-Me reprende el señor Connor con su tono acusador.-esta aquí por el bien de su vida, sólo deseamos que pueda recuperarse.
Me bajo de la camilla y tomo mis medicinas para retirarme del salón, no sin antes responderle ante su sermoneo.
-Lo sé mejor que nadie, sin embargo me es difícil aceptarlo, sin importar la cantidad de años que pase. Siempre me siento prisionera de esta enfermedad.-Y con eso abandono el lugar.
No comprendo cómo después de las disculpas de Hades en la universidad, siempre exista otra causa para enfadarnos. No mentiré, de algún modo sus palabras me hirieron por juzgar de esa forma a mis padres, ignorando por sobre todo mis comentarios, sin creerme un poco.
Quisiera decirle que nos olvidemos de nuestra discusión y volviésemos a ser amigos-aunque en el fondo no lo pueda aceptar-sin embargo, sé muy bien que se negaría. Hades quiere una relación conmigo sin etiquetas, cómo otra más de sus conquistas.
Mi padre siempre me ha enseñado que esa es la peor forma de empezar una relación y a pesar de sacar mis propias conclusiones, también opinó de la misma forma. No quiero ser otra más, quiero ocupar en un lugar especial para su corazón y no otro pasatiempo corto.
Pero, ¿Cómo regresamos a tener las paces? Cuando ambos estamos muy enfadados.
Yo no dije ninguna mentira y según sus comentarios sobre su familia, sólo me da a entender que las relaciones de su familia, todas han sido pésimas para que él no crea en el amor. Incluyendo sus relaciones, porque ninguna la ha tomado en serio. Porqué según él, con el pasar de los años, no se puede evitar los engaños y las discusiones.
Dos personas que crecieron en ambientes completamente distintos, con tratos y enseñanzas de la vida, tristemente de forma errónea en algunos puntos. Ahora el problema es que quiero resolver de inmediato este malentendido, sin embargo mi orgullo de dar la palabra de primero me abstiene.
Mi consciencia esta limpia, no dije nada de lo que me arrepienta. A pesar de que Hades si dijo algunas cosas que si me molestaron y lo sigue haciendo, porque no le he olvidado y quiero dejar de tener esta discusión conmigo misma.
¡Ahg!
¿Por qué se complicaron las cosas así? Intento regresar a cómo eramos y él se niega, intento darle a entender que el amor si existe y él ni me escucha.
Mi celular vibra en mi mano y me sobresalto, lo saco rápidamente con la curiosidad al borde, ya que pocas personas las tengo de contacto. Entre situaciones urgentes suelen escribirme o por mi padre, siendo el que más se comunica conmigo de esta forma.
Reviso mi celular y veo un mensaje de mi padre.
Viajaré y no estaré en el país por unos días, estoy en busca de más medicamentos para tratar con tu enfermedad. El señor Connor estará al cargo de ti, cualquier cosa comunícate con él. Papá.
Le respondo agradeciendo por su preocupación y apago mi celular.
Suspiro cansada y dirijo mis pasos a la cafetería, deseando de algún modo verlo ahí. Sin importar que pueda estar molesto todavía, aún así quiero verle. Me detengo en la entrada y mi decepción se acumula en mi pecho, bajo la vista sin ánimos y me regreso.
No sé que quiero exactamente, de todos modos me es prohibido hablarle y muy pocas veces hemos podido dirigirnos correctamente la palabra. Y para empeorar nuestra situación, mi orgullo junto a su enojo nos separa más.
Sólo quería verle y luego irme, ese es mi plan.
Cuando me encuentro parada en el pasillo blanco con olor a medicamentos, sin personas a la vista, decido cambiar de dirección mis pasos y meterme a la oficina de mi padre. No tengo ni idea porque estoy haciendo esta locura, sin embargo mis dudas sobre las palabras de Hades me abruman.