El Deceso de Nuestro Arranque

*25*

Los segundos se han formado en horas y de ellas, siglos.

 

De ver los objetos o cualquier cosa relacionada con el lugar, me recuerda a Hades, sus palabras sobre la cruel realidad, que hay más haya de lo que me limito a hacer, por mi propio bien; Ya no pienso de la misma manera, ya no soy conformista, Hades me enseño que el conformismo puede ser el peor arma contra uno mismo.

 

El plástico con olor artificial que tiene forma de una flor, me tiene de sobre manera cansada; De limitarme hasta el poder de ver las reales.

 

Respiro pesadamente y un remolino de emociones se dispersan por mi pecho, la ansiedad toma a carcomer la punta de mis dedos y el nudo formarse en mi garganta, asfixiada de tanta crueldad.

 

Tiro la maceta de la mesa contra el suelo abruptamente, viendo cómo se forman miles de pedazos en el suelo y la esponja se separa del plástico, ni una céntima de arena o tierra, ¿Por qué, por qué tengo estas reglas?

 

Abro la puerta para salir de mi cuarto, este lugar no me trae paz.

 

En ningún lado de aquí, me trae paz.

 

Camino hacia los pasillos, recordando donde vive, anhelando que por algún milagro del cielo se encuentre ahí, que sus padres no hayan aceptado la orden de mi padre; O que algo descabellado ocurra para que no se separe de mi lado.

 

Giro la perilla de la puerta y chilla levemente al abrirla.

 

El mundo cae y mi corazón se hunde por completo.

 

No hay nada. 

 

Absolutamente nada, el cuarto esta sin muebles y sin su aroma.

 

Mis ojos se repletan de lágrimas y caigo sobre mis piernas rendida, lo ha hecho, lo ha logrado; Me ha separado de él y nuevamente estoy sola, en este lugar de locos, llamado mi hogar. ¿Por qué? ¿En qué le afecta a mi padre? Nadie, abosolutamente nadie habla conmigo y Hades era lo más cercano a un amigo, sintiendo la soledad más asfixiante que cualquier cosa.

 

Mi padre.

 

Corro hacia su oficina enfurecida, cansada que debo vivir cómo él lo hace, sin nadie a quién amar a su lado. No estoy en la obligación de seguir su destino que él tomo y la principal razón es que jamás me atreví a enfretarle, por esta consecuencia, jamás le pude confiar porqué él no se dejo que me abriera a él.

 

Abro sin tocar repentinamente y sus ojos, debajo de ellos, grandes manchas negras me observa.

 

Sin humor alguno de discutir, por su fatiga notoria.

 

-Tus clases serán de ahora en adelante aquí.-Me informa y jadeo sin aliento.

 

¿He escuchado bien?

 

-No, antes has dicho que sería en la universidad, jamás aquí.

 

-¿Crees que te dejaría asistir después del suceso de ayer?-Bufa sin gracia.-No te conozco, saliendo con un hombre comprometido.-Su decepción es cómo agujas golpeando mi pecho con furor. ¿Eso por qué le interesa a él? Es mi maldita vida, no la suya.

 

Eso no me hace bajar la cabeza.

 

-Eso no tiene relación con mis estudios, me encanta estudiar ahí padre, no me lo niegues.-Nunca imagine que traería con si, la destrucción de mi sueño, al salir con Hades; Que mi padre me niegue seguir estudiando afuera.

 

Todo menos eso.

 

-La decisión fue tomada, no me hagas repetirla.

 

-¡Esto es una prisión!-Contrae su expresión sorprendido y salgo, cerrando detrás mío la puerta fuertemente.

 

Todo ha acabado.

 

El fin ha llegado y lo que ha durado poco, ha sido la mejor experiencia de mi vida, me deslizo en la puerta sintiendo mi nariz picar y mi pecho hundirse, mientras las lágrimas se riegan por mi rostro y jadeo, con el dolor de miles de punzadas en mi corazón.

 

Con mis manos intento limpiar mis mejillas humedecidas, pero de nada sirve, porque los cantares son más y no se detienen, mi cuerpo exige liberación, un abrazo o siquiera compasión de mi pobre alma.

 

-Hades...-Le nombro y reviento en llanto.-dios, Hades.-Hundo mi rostro entre mis piernas.

 

Libertad, eso quiero.

 

Ser normal, lo anhelo.

 

Elevo mi mirada y la luz del día se ha ido, sólo queda con sí el anochecer y el silencio sepulcral del lugar de locos, estiro mis extremidades y me pongo sobre mis pies, fatigada y lista para regresar a mi cuarto, a pesar de negarme a tomar mis medicamentos y recibir unas cuantas inyecciones.

 

¿Por quién vivo exactamente?

 

Quiero pensar que exagero ya que no he tenido pareja, pero Hades no era solamente eso, también era mi amigo y el único, quien me demostro que la vida va más haya de estas paredes y las normas de mi padre, desperdiciando mi tiempo preciado con cada segundo que permanezco aquí.

 

-Linda.-Siento una palma tomando de mi mano y una anciana me sonríe con ternura. Deteniendo mi acción abruptamente confusa.-Creó que hay ratas en tu cuarto, he escuchado unos fuertes sonidos.

 

¿Ratas?

 

-Por dios.-Añado y salgo corriendo, no sin antes gritarle.-¡Gracias!

 

Abro la puerta de pronto, sólo para verificar si lo que ha dicho es verdad, tomando una escoba conmigo. Cierro detrás mío lentamente para no hacer ruido y sin encender la luz, noto con la luz de la luna, una sombra...grande y más de lo normal. Me sobrasalto espantada y elevo la escoba en defensa.

 

En mi cuarto jamás hay ratas, entonces, ¿Es un ladrón?

 

La impacto contra suya y un gemido adolorido revienta, deteniendo mi acción por completo al reconocer esa voz dónde sea que este.

 

Enciendo la luz con mi palma y mi corazón palpita sin pudor, mientras el alma regresa a mi cuerpo aliviada y a la vez emocionada. Demasiado pronto para mi corazón poco preparado para verle y el peso desvanecerse de mi pecho, al admirar su cabello despeinado castaño oscuro cayendo en su frente y sus ojos achinados por el dolor que emerge de su cuerpo, inclinado levemente.




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