El puño remata contra Tucker, escupiendo de este sangre de sus labios tras el golpe e intenta devolver el golpe pero Hades lo esquiva, tornándose su expresión más abrumadora y escalofriante, lo toma del cueño, apresionando su respiración. No, no puedo seguir observando sin hacer nada, Hades es capaz de matar a Tucker si no lo detengo ahora.
Nadie hace nada, sino sólo observan.
-Lo sabías,-Murmura Hades seriamente y su mirada frivola ante la vista nublada de Tucker, jadeando espantada.-¿Quieres poner a prueba mi paciencia o el límite de tu vida?-Saca su arma de su pantalón y apunta hacia Tucker, los espectadores gritan espantados tras la aparición del arma de fuego y huyen despavoridos. Me estremezco en mi lugar y Tucker no lo duda y voltea la arma hacia arriba antes que jale el gatillo y el tronar de esta, arrematar contra el techo.
Los estragos del techo caen cómo migajas encima suyo, sin darle mayor importancia. En cambio yo grito asustada y caigo sobre mis piernas, aterrada.
-Eres un imbécil, ¿Cuántas deseas para satisfacerte, una, cinco?
¿Qué?
-Es mía Tucker, que te quede claro, sólo mía.-Añade con tal seguridad y ladea una sonrisa divertida, mis labios tiemblan por las palabras posesivas de Hades y su autoconfiaza de que siempre sentiré lo mismo por él, sin importarle mis verdaderos sentimientos, no, no lo soporto más.
Me doy ánimo y me levanto de mi lugar, caminando hacia su dirección. Después de todo el problema se centra en mí y debo enfrentarlo, cueste lo que cueste. Aunque jamás imagine que sería en este tipo de situación.
Ambos miran hacia mí y espectadores extraños, ya no hay, sino sólo nosotros.
-Sin etiquetas es esto Hades, no te pertenezco, así cómo no me perteneces.-Achina sus ojos y mueve su mandíbula ya no divertido, ladeando su mirada hacia otro lado mientras tira su arma a otra esquina del lugar, golpeando su mejilla con su lengua.
Este Hades es diferente, una faceta que no conozco.
-¿Qué te diferencia de todas con las qué he salido?-Sus palabras fueron cómo punzadas contra mi pecho, adolorida por su desprecio y su rabia junto a la decepción.-Creí que eras diferente.
¿No lo soy?
Sus palabras abruptas y dolorosas, por más que la piense, son ciertas. Diferente ante como me educaron, fuera de mis reglas, por fin pude...sentirme libre. ¿Por qué verse bien en él pero no en mí, por qué debo ser yo quien lloré por él, obedeciendo esas estúpidas reglas?
-No tengo ningún compromiso con nadie-Arremato.-y cómo soltera puedo hacer lo que quiera Hades.
-Me temo que no.
Me acerco más a él, perdiendo los estribos, fuera de sí, torsiendo un poco mi andar por estos estúpidos mareos, confusa, temo arrepentirme luego pero al pensarlo, ya he hecho demasiadas cosas malas. Es demasiado tarde para meditarlo dos veces.
-No pienso esperar que la muerte me alcance para no experimentar todos esos sentimientos empalagantes por tu miedo a establecer una relación.-Lo he dicho, al fin lo he dicho.
Esas palabras no hacen ni efecto en Hades, su seriedad y enojo sólo aumentan, con su mandíbula tensa y unas venas saltadas, poniéndose sobre sus pies y cerrando nuestro espacio.
-¿Con cualquiera, así de fácil piensas superarme?-Me estremezco al percibir en un segundo un tono de dolor, herido o quizás fue mi imaginación.
No, no lo es, pero quisiera que lo fuera para sacarte de una maldita vez de mi mente y corazón.
Las punzadas en mis ojos se vuelven tediosas junto a su mirada penetrante, dejando de lado esa expresión tensa por una relajada y un poco preocupada. No, ahora no, no lo soporto más, ni un segundo más en este lugar, escuchando esas palabras tan hirientes cómo las balas al impactar, queriendo marcar en mi rostro que no me importa, que nada de lo que diga me importa, pero soy una imbécil por creer que lo lograría.
Muerdo mi labio inferior con furor, jadeando cuando un dolor agudo de apróxima, sintiendo ese sabor metálico picar por mi lengua.
-¿Alguna vez me quisiste de verdad Hades?-Esas palabras que tanto temí preguntar, las he dicho por fin liberando un peso tremendo encima mío.-¿Te gusto siquiera?
Baja su mirada, tragando duro y la frialdad en su mirada, su expresión neutra no me dice nada. No puedo descifrar lo que piensa por más que intente, pero sí...su rechazo, al alejarse de mí de repente, apartando su mirada de mí con la expresión frustrada. Con esa fácil acción lo ha dicho, lo ha hecho sin un a pizque de misericordia.
Retrocedo debilmente y suelto una pequeña risa que se torna lastimada, las punzadas que aturden mis ojos y este vacio que se instala en mí, calentando mi rostro de la vergüenza por ser más de una vez, que me rechaza.
Las gotas que sudan de mis ojos caen directo al suelo, ida.
¿Cuántas veces debo rogarle, cuántas veces podré aceptar que no me quiere?
-Ahora estoy con Fedora.-Recalca, mirando a otro punto del salón.-Ya que ella es...
-¡No!-Exclamo abruptamente, desconociendo estos sentimientos que abruman mi mente de rabia.-No lo amas, no estás ahí porque quieras,-Mentiras y más mentiras, ¿Por qué?-responde,-Sollozo, temblando mis puños ante la negativa, suplicando que no me deje.-¿Me quieres?
Su mirada se torna frustrada, acariciando su frente y me observa directo a los ojos, niega serio sin dudar y camina directo a la puerta, justo a la salida.
¿Cómo puede ser tan indiferente conmigo?
-Si sales de ahí, me perderás.-La melancolía en mi tono sonó cómo suplica gimiendo del dolor de mi corazón, rogando por su regreso, rogando no ser despojada de lo que más disfrute, él, después de tantos golpes, devastada, uno más, me destruirá por completo.