El Deceso de Nuestro Arranque

*39*

Veo que los pacientes están en sus asuntos, concentrados, al igual que los empleados vigilando mi pasar con cada movimiento, controlada. Con la diferencia de mi sonrisa en mi rostro que le son de extrañar. Porque luego de haber ocurrido ese suceso humillante de mis cicatrices y que todo el mundo se dio cuenta, la felicidad, esa chispa que brilla en la profundidad de mi pecho significa que tengo personas que se preocupan por mí.

 

Aunque la desconfianza sea inevitable, la sola idea de ser algo para alguien más que mi padre, me alegra de sobre manera.

 

Sus miradas están cargadas de críticas y maldad tras el suceso, me desagrada su insólita presencia. Resulta que una parte de mí si le importa, una mínima, pero mis emociones tratan de sentrarse en mis...¿Amigos? No sé si podría llamarlos así, pero piensan en mí.

 

Porque por más que lo piense, las sesiones con el médico Wesley son de mis pasatiempos más favoritos del día. Logrando borrar los días abrumadores y las pesadillas constantes, siendo ligeras las horas.

 

Mis pasos se apresuran más al lugar correspondido cómo mi destino final y abro la perilla de la puerta, siendo de lo más imprudente sin tocar antes, ocasionando que Wesley se sobresalte y bote de pronto las medicinas de sus manos. Río en lo bajo tras su torpeza, en cuestión de días nuestra amistad se ha vuelto más estrecha, anulando toda sospecha de traición.

 

-¡Oh!-Exclamo del susto y me pongo en cuclillas, estirando mis brazos para tomar de ellas. A los segundos miro que Tucker esta al lado mío, también ayudando. No puedo evitar ver cómo le acentúa bien el traje de médico blanco con su piel bronceada, casi morena, tapando sus tatuajes y sus músculos.

 

-No hace falta, yo puedo hacerlo.

 

 -Pero yo provoque esto...-Susurro con pena, por mi accidente.

 

-Esta es la última.-Mete las medicinas en una bolsa, también agregando las que tome y sonríe a mi dirección.-Por favor tome asiento.

 

¿Por qué me habla tan formal? Pensé que actuaríamos normal estando los dos solos. De algún modo me desilusiona que no sea así, porque quería ser yo misma con él, sin presiones. De pronto escucho voces lejanas, de inmediato detecto que son de los pacientes, esas voces de ancianos platicando entre ellos.

 

-Estaba tan feliz para molestar al pobre médico.-Tenso mi mandíbula.

 

-Ya cree que él gustaría de ella, no llega a ser lo suficiente bonita. Sólo miren al médico, es tan apuesto, quisiera que saliera con una de mis nietas.-Mis mejillas se calientan sin pudor, sintiendo cómo mi parpado derecho vibra.

 

No soporto más, me paro sobre mis talones, cerrando la puerta de lleno. 

 

Me recargo sobre la puerta y me deslizo sobre ella, con la respiración acelerada, mezclada con el enojo y la confusión. ¿Por qué me enoje tanto? Sé que ellos sólo han provocado malos ratos para mí, pero siempre he ignorado sus comentarios, sin embargo sus murmuros hacia mí, sus comentarios maliciosos me han puesto tan tensa.

 

Hoy perdí los estribos.

 

Siento el frío colarse por mis piernas al notar que estoy en el suelo y tapar mi rostro con mis palmas por seguir sintiendo el calor en ellas. ¿No soy tan bonita? Bueno, quizás no lo soy tanto, pero eso qué les importa a ellos.

 

Quizás el cabello castaño, los ojos cafés y mi piel pálida no sea la gran cosa, ni mi aspecto, es...simplemente común y aburrido.

 

Sé que no soy cómo Fedora, ni un poco, porque ella es la perfección en mujer. Si parece una mujer de verdad, con grandes bustos y un cuerpo cómo reloj de arena. Sólo aveces, quisiera lucir con esa seguridad mi cuerpo, pero ahora esta tan delgado y con cicatrices, que nunca he podido sacar a la luz.

 

-¿Estás bien?-La pregunta de Tucker me devuelve a la realidad.

 

-¿Sabes maquillar?

 

Ladea una ceja confuso tras mi comentario.

 

-¿A qué viene eso?

 

Si pregunto, no es para que me respondan con otra pregunta.

 

-Quisiera...-verme aunque sea un poco a Fedora o que Hades se sienta orgulloso de tenerme, no sólo por cómo soy, sino también mi físico. Sin embargo es imposible que diga esas palabras.-verme diferente, nunca me he permitido usar mangas cortas o vestidos cortos, por el miedo de mostrar mi piel.

 

-Quieres que oculte sus cicatrices.-Acertó sin tacto.

 

-¿Podrías? Antes que...adelgace más.

 

Mi tristeza es palpable, sabe que estoy en estado crítico y mi cuerpo se esta consumiendo así mismo, quizás sea egoísta pedirle este deseo; Pero quisiera verme diferente, cómo cualquier joven a mi edad que desea verse bien.

 

-Claro que puedo. Dime, ¿Cuándo lo quieres?-Sonrío con sinceridad por su amabilidad, siempre tan bueno.

 

-Pronto será mi cumpleaños.-Informo y abre sus ojos con sorpresa.-Mi padre se irá de viaje en pocos días y no podrá estar el día de mi cumpleaños...-Eso último lo digo musitando con rencor.-Entonces quisiera celebrarlo en la terraza, con las personas que realmente les importo.

 

-Es muy lindo de tu parte Dasha.

 

-Y no has escuchado todo,-Trago duro por los nervios y su cumplido, lo cual no estoy para nada acostumbrada a recibir.-ahí estarás tú, el señor Connor y Hades.

 

-¿Mars?-Su confusión es notable.

 

-No sé si será mi último cumpleaños sabes.-Me apresuro a decir cómo excusa, pero cierta, eso hace que lo medite un poco más, mordiendo su labio inferior descontento con la idea.-Es de mis últimos deseos, pasarlo con las personas que más quiero, por primera vez en mi vida.

 

Porque todos mis cumpleaños han sido lamentables y siempre los he pasado sola, mi padre me compraba lo que me dejaba como opción, pero jamás un abrazo o un te quiero. Jamás. Es triste darme cuenta hasta hoy en día que jamás se ha molestado en ser un buen padre conmigo. 




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