El Deceso de Nuestro Arranque

*40*

-Los últimos retoques.-Pasa su brocha sobre mis cicatrices que por milagro se taparon cómo si nunca me los hubiera hecho, extiendo mis brazos mirando mi palidez y cómo se me ven los colores de algunas venas, lo delgados que son y lo delicada que me veo.

 

No recuerdo la última vez que me vi tanto la piel con orgullo. 

 

Hizo lo mismo con mi rostro, le puso unos cuantos colores y Tucker llamo a una conocida suya para maquillarme, ya que desconoce por completo el tema del maquillaje. Claro les agradecí, le dije a la chica que se quedará para la celebración pero ella negó por otros compromisos que tenía pendiente.

 

También me peinaron y Tucker me compró un vestido por mi cumpleaños que me quedo a la perfección, sin poder creer que de verdad este haciendo todo esto por mí. Feliz y sonriente, me dirigí al espejo, viendo mi reflejo, casi  sin aliento por la sorpresa.

 

¿Esa soy yo? Imposible, no puede ser, ¿Tan...linda yo?

 

Niego con mi cabeza sintiendo el rubor en mis mejillas, tragando duro.

 

Creó que tengo mucho maquillaje, mi cabello descendido con algunas trenzas. Junto a un vestido de rosas sin mangas y corto, mostrando mis piernas que no se ven mal, quiero decir, antes era un poco rellenita y ahora soy delgada, como las modelos de revistas, cruzando la línea entre lo bien y lo incorrecto, en un punto medio.

 

De alguna manera pensé que me vería desagradable por mi aspecto pálido y lo delgada que me encuentro, pero es cómo si una balanza lo hubiera perfeccionado todo. Por primera vez sintiendo la brisa achinando mi piel por lo expuesta que estoy, palpando mi piel cubierta por el maquillaje y tocando mis hombros descubiertos.

 

-Te ves hermosa...-Susurra Tucker, sin poder evitar que las comisuras de mis labios se eleven con timidez. Cómo dije antes, no estoy acostumbrada a las lindas palabras y no sé cómo responder ante ellas, bajando el rostro avergonzada.

 

Estuve pensando qué dar de comer, pero tampoco es que pudiera dar grandes cosas, quiero decir, no debo levantar sospechas de nada y supongo que lo que esté en la cocina. Ya que hoy no es mi cumpleaños, sino un día antes del verdadero, ya que debemos ser precavidos ante todo.

 

-Sobre la comida...-Me interrumpe Tucker de pronto.-De eso no te preocupes, lo tengo todo planeado.-Guiña su ojo.

 

-¿Planeado?-No, no, no, ha hecho demasiado por mí, no puedo tomarme sus molestias, no más.

 

-Bueno, quizás yo no, sino otra persona.

 

Mi corazón palpita con fuerza sobresaliente. 

 

Sin que pudiera expresar otra respuesta toma de mi palma, jalando por los pasillos cómo un niño intentando pasar desapercibido de su travesura. Sigo su pasar, aunque es muy rápido, soportando con mis fuerzas el agotamiento repentino, apretando mi agarre.

 

Mi respiración se vuelve pesada, mis pasos con el corto tiempo se ponen torpes y su velocidad descienden al notar que me detengo al sentir mi pecho muy pesado, sin aguantar más las fuerzas, intentando recuperar toda esa respiración perdida.

 

-¿Estás bien?-El tono de su voz es de genuina preocupación.

 

-Sólo, no corramos.-Toso de pronto, recuperando poco a poco las fuerzas.

 

Asiente comprendiendo y se pone en cuclillas, mis ojos se abren de pronto de la sorpresa y me voltea a ver. No quiero malinterpretar sus acciones, pero esta escena me es muy familiar. Cómo en los doramas coreanos.

 

-Sube.-Me ánima y niego repetidas veces, nerviosa.-Vamos, no tenemos toda la noche.

 

Suspiro profundo, jamás podría hacer algo tan bochornoso cuando no nos vemos en la necesidad de hacerlo.

 

No obstante, un ruido fuerte proveniente de los pasillos me sobresalta y abro mis labios espantada, observo cómo una dama intenta abrir la puerta y las alertas mueven sin consciencia mis piernas. No dudo en recargarme en la espalda de Tucker y palmear sus hombros apresurada.

 

-Ya, ya, vamos.-Le digo con el pulso acelerado y él acata mis ordenes, poniéndose de pie y correr, mientras sostiene mis piernas y yo me aseguro tomando de su cuello.

 

-¿Alguien está ahí?-Una voz ajena, que supongo que es de una empleada, se escucha a lo lejos. Sobresaltando mis sentidos y rasgando la piel de Tucker, quien gruñe por mi movimiento brusco por la ansiedad que carcome mis dedos.

 

¡Por una mierda!

 

-No hace falta dañarme sabes.-Se queja en voz baja.

 

-Lo siento, sólo corre.

 

-Eso hago.-El fastidio con el cansancio, produce una risa baja en mí.

 

Los pasos de Tucker no son los únicos que se escuchan en estos pasillos, sino también los de la empleada, aunque se van escuchando más cercanos los que son de la amenaza. Acertando en donde nos encontramos poco a poco, aunque mi vista se ilumina al ver las gradas que direccionan hacia la terraza.

 

-Ahí, estamos cerca.-Susurro con el corazón hecho añicos por la adrenalina.

 

Tucker lo sabe, pero se lo reitero porque ahora cualquier error, puede ser fatal. Sube apesar que me esta cargando y su respiración se torna ronca, junto a la rapidez por todo el esfuerzo que hizo, marcándose aún más sus músculos contra las mangas blancas, viendo sus tatuajes negros.

 

Hoy no los ha tapado con su saco.

 

Logra abrir de esta y los pasos de la empleada resuenan más cercanos.

 

-¡Alto ahí!-Grita, pero el aire ya impacta con furor contra mi rostro, al notar que ya estamos afuera. Tucker cierra de una buena vez y prometo que mi corazón estuvo apunto de salir de mi pecho.

 

-¿Nos miro?-Le pregunto con la preocupación palpable.

 

-Para nada.-Ríe, aspirando cómo puede todo el aire posible.-Hubieras visto, estuvimos a segundos de ser descubiertos.




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