El Deceso de Nuestro Arranque

*48*

-Hijo, ve a saludar a Fedora, ha venido hasta aquí para verte.-Asiento, arreglando mi saco y moviendo mi cabello que cae un poco sobre mis parpados, suspirando al verla tan hermosa, con un vestido ajustado rojo amoldando sus curvas, con su aura sobresaliente que siempre suele llamar la atención, tan característico de Fedora.

 

-¡Mars!-Me saluda pegando sus labios suaves con los míos en un casto beso.

 

Su cabello tan rojo cómo la sangre cayendo a los costados de sus pechos que dejan bastante a la vista, con su sonrisa tímida al verme, notando un leve sonrojo, suspirando por mí.

 

-No te he visto en mucho tiempo.-Su tono se torna triste, siempre intentando estar perfecta para mí, cuando jamás le he dado rosas o regalos, sólo lo único que le concedo a una mujer de mi es el sexo. Aunque luego de ese suceso me he privado totalmente de practicarlo de nuevo, las manchas que salen de mi cuerpo, son una molestia.-Tu madre dice que son los negocios, pero ni me ha dejado verte.-Hace un puchero, acercando su cuerpo al mío, moviendo sus dedos en círculos sobre mi pecho y pegando sus bustos seductoramente.-Te extraño tanto.

 

Me alejo de pronto, un poco irritado por su acción. Provocando que su ceja se alce, indignada ante mi respuesta, rechazando completamente su oferta. 

 

Joder.

 

Me doy cuenta muy tarde.

 

-Lo siento Fedora.

 

-No me has dicho ni hola y lo único que das, me rechazas.-Escupe las palabras notablemente herida.-¿Acaso no me deseas?

 

Tomo de su mano, jalando de ella a los pasillos desolados de la mansión, para evitar la atención de las personas y conversar adecuadamente con ella, escuchando el sonar de mis zapatos junto a sus tacones sobre el suelo y el inminente silencio.

 

Deteniendo mi paso abruptamente.

 

-¿Qué sucede Hades?

 

-Estoy muriendo.-Confieso, porque de cierta manera me siento en deuda, igual sé que el compromiso fue a la fuerza, pero ella siempre fue muy devota hacia mí, con un amor sincero, una amistad que no puedo tirar nada más a la basura.-Tengo una enfermedad terminal y no hay cura, aparte...-Debo ser honesto, cómo lo fue ella conmigo todo el tiempo.-estoy enamorado de otra mujer.

 

Su expresión de asombro se transforma en una de aflicción, nublando sus ojos con lágrimas espesas, sonrojada hasta las orejas, enmarcando su ceño, furiosa.

 

-Te amo tanto cómo a ella-Arremata apresurada.-y se puede pagar un médico.-Me intenta alentar, viendo por sí misma que por mí.

 

-Nunca te podré amar Fedora.-Sabía que estos años a su lado, sin formalidades iban a desarrollar algo dentro de Fedora, pero en mi caso jamás fui así y nunca me lo demando, ¿Por qué ahora sí?

 

-¿Irte?-Pregunta sin poder creerlo, bufando.-¿Por ella?

 

-Fedora,-Le nombro serio, lo suficiente para que calle.-esta vida me esta haciendo infeliz, esa gente que la hago llamar "familia" me enferma y este compromiso falso, hace que quiera morir por no hacer lo qué realmente quiero hacer.

 

Jadea, nublando su mirada por completo.

 

-¿Ni el sexo que tuvimos te significo algo?

 

Suspiro.

 

-Fue eso, sólo sexo.

 

Estalla su palma contra mi mejilla, transcurriendo el ardor por lo largo de mi rostro, ante el palpitante silencio que consume todo el lugar y camina rápidamente fuera de mi vista a otro pasillo, escuchando sus pasos alejarse a lo largo de los segundo, ahogando sollozos notablemente herida, pero ahora no siento el pecho carcomerme sin dejar claro eso, relajando mis extremidades al tensarlas.

 

Un peso menos, ahora faltan dos más.

 

Sin embargo se avecinan unos pasos abruptos a mi persona, ni siquiera han pasado tres minutos cuando miro con mis ojos a mi madre y su esposo, mi madre con su vestido elegante pegado a sus caderas negro y su esposo formal, repletos de arrugas, demasiado mayor para mi madre, caminando tomados de las manos prepotentes a mí, con las expresiones molestas.

 

Mirando cómo camina encogida Fedora detrás de ellos.

 

-Dime que no es verdad.-Dice mi madre seria, admirando sus ojos, su cabello, soy una replica de su rostro.

 

-Debe ser un error.-Le intenta convencer mi padrastro, pero mi madre hace una señal para que se calle y me mira fijamente.

 

-Es verdad.-Respondo, mirando cómo su rostro se calienta del furor y estrella su palma en mi rostro, respirando agitadamente.

 

-¡Lo único que te pido y no lo haces bien! Ahora te disculpas y te retractas.-Me demanda cómo si fuese su maldito empleado, provocando que también me enoje, formando puños a mis costados.

 

-Voy a morir.-Aclaro, provocando la sorpresa en los ojos de mi madre, más ni le importa a mi padrastro.-Quiero vivir mis últimos momentos de la mejor manera y sin dejar cuentas pendientes.-Le veo fijamente a mi madre.-No estoy pidiendo permiso, te estoy avisando.

 

-Tienes que casarte hijo...-Cierro mis ojos con fuerza, decepcionado por la ambición de mi madre.

 

-Le hice creer que la quería, pero nunca la ame.-Añado, ahora mirando a Fedora que derrama lágrimas sin contenerse, tapando su rostro afligida.-Lo lamento, pero no quiero enriquecer más la ambición de mi madre.

 

-¡Hades!-Me riñe mi madre.

 

-Espero que algún día ames mucho a tu próximo hijo y no lo trates cómo objetivo para tener más dinero.-Le digo, suspirando y le miro a mi padrastro, sacando mi dedo de en medio en su rostro, sin remordimiento de mi acción.-Y usted, que se deshecho de mí para que fuera a ese lugar de locos, sin contar las veces anteriores que quiso sacarme, ¡Puede podrirse en el infierno!

 

Camino al lado de Fedora, decidido largarme esa misma noche.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.