El Delirio

Décima Parte

Los mejores momentos los vivieron Eva y Matías en Inglaterra, podían ser ellos mismos, con ayuda de Rachel se liberaron del miedo de sí mismos. Eva y Matías eran dos perturbados. Tania indudablemente no dudó en meterse en la relación, gustaba de Matías. Lo que me importa de los hombres es como me hacen sentir, no me importan sus sentimientos. Me gusta que me hagan sentir deseada, amada. Aunque solo sea por un momento. Digo para Matías yo Tania. Eva se percató de la infidelidad de Matías, ¿pero qué podía hacer? Ella había hecho lo mismo con Pascal y otros hombres. Tania trabajaba el ansia así que visible que no soltaría a Matías, así como así. Sed, pasión y descontento era Tania le brindaba sexo cuando quería a Matías, la principal característica de Tania era estar a disgusto todo el tiempo e insatisfecha. En cambio Eva era el deseo de conseguir lo que buscaba siempre y cuando estuviera en sus intereses y el amor el amor selectivo que repartía sobre todo a Matías. Ahora sé por qué me descarrié, siempre pensé que era del buen rebaño, pero no era así, soy hija de la oscuridad, es mi pertenencia. Por eso nunca me ha faltado nada, por esa razón no he tenido que pasar carencias como otra gente, por eso soy tan vituperada, tan celosamente llena de pelusa. Soy la sublime Eva, la hija del infierno. Denostando al Dios de Matías, con sus oraciones largas y aburridas. De virgenes en sumisa oración. En la calle de un anochecer, llamada Santa Anita, vi a una joven pasar a mi lado creyendo engañarme, me restregué los ojos; pero alzándolos, vi de nuevo a la joven, que me observó con detenimiento. Como extrañada. La mujer vestía un vestido largo y suntuoso de un color azulado si es que mi vista no me engañaba y llegaba hasta los pies, de cabello largo. Tuve miedo. Después vi que la joven seguía viéndome y pasaba de largo. Eché mano al bolsillo para coger el rosario que siempre llevo conmigo regalo de Matías y se me cayó al suelo. Me temblaba la mano. Me arrodillé. Vi que la joven se santiguaba... Mientras yo rezaba, ella iba pasando de largo (...) me sonrió otra vez. (...) Aquella Señora no podía ser otra que la que refiere Matías era María (la madre de Jesús). ¿Por qué tengo estas visiones Eva la descarriada, no lo sé...

 

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, 
vida, dulzura y esperanza nuestra. 

Dios te salve. 

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, 
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. 

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, 
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, 
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. 

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, 
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén

 

Yo rezando para no perder a Matías, nunca pelearé por un hombre. Podría quedarme sola antes que perder mi dignidad. No competiré con Tania soy una mujer segura de sí misma y lo suficientemente hermosa para que otro hombre la quiera.



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En el texto hay: poesia, romance, drama

Editado: 02.04.2023

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