El Demonio en el Bosque

Capítulo 3: "Algo extraño."

Surge una nueva mañana, pero no todo fue tan agradable como se esperaba. Jennifer invade la habitacion de su hija pequeña con estruendosos rugidos, la chica salta de la cama asustada, cubriendo su cuerpo entre las sabanas. Se había quedado dormida a causa del agotamiento que tuvo el día anterior, pero hoy no sería la excepción. Por no haberse levantado temprano no pudo preparar el desayuno a tiempo y esa era la causa de los berridos de su madre que no paraba de gritar mientras que la joven se cambiaba de atuendo. Solied escapa rápido de la habitación en dirección a la cocina. Innovaba en la cocina con los pocos alimentos que quedaban para preparar un desayuno decente, lista la mesa con las hermanas, el padre y la madre todos sentados Solied tan apresurada les fue entregando a cada uno de ellos sus platos con comida.

—¿Esta porquería? —dijo la hermana Stella cuando vio que solamente tenía un poco de jugo de naranja y un pedazo de pan con una miseria de mermelada por encima —,yo no comeré esto.

—Lamento mucho lo que ha pasado pero me quedé dormida y es todo lo que pude hacer —dice apenada Solied al lado de la mesa.

—Pues para la próxima levántate más temprano, tu único deber en esta casa es hacer lo que te diga nuestra madre. Así que no te quejes más. —reprocha Vanessa comiéndose un pedazo del pan, ya que en su anhelo de querer ser bella y reluciente unicamente ingeria la comida adecuada para no engordar.

—Eso ya no importa. Comamos en paz. -dice el padre tragándose el pan—, esto es una porquería. —reprende el señor.

—Solied —le llama la madre,y ella automáticamente la mira con temor en sus ojos —recuerda lo que te dije ayer. Cuando regrese a esta casa quiero verlo todo impecable, ni una sola gota de mugre, o sino el castigo será peor para ti.

—De acuerdo mamá. Todo estará listo a tu regreso. —dice Solied apenas con la mirada sostenida en el pequeño pan y sin nada para poder tragar.

Solied con ese pequeño desayuno no se llenaría pero aún así prefería que todos los demás tuvieran algo en el estómago que ella, ya que los demás trabajaban demasiado, aunque la pequeña rubia era la que tenía que mantener la casa limpia. Aún así no le importaba, se tragó ese pedacito de pan y miseria de agua. Después de un rato, llega una carroza sumamente lujosa con caballos blancos, las hermanas apresuradas salen de la casa con la madre y entran al lujoso carruaje, seguido de ellas el padre con su escopeta en la espalda monta un viejo caballo para volver al trabajo que consistia en cazar animales escondidos en el bosque. El invierno estaba aproximándose y los animales buscaban refugio para su largo invernar.scente

Mientras la adolescente suspira cuando todos se van, dejándola sola en esa pequeña casa.

La fémina contempla el cielo preste, respira el aire puro que recorre por sus fosas nasales admirando la belleza de su entorno, tanta naturaleza y vigor le llenaba de alegría, a pesar de las circunstancias atroces. Toma una fuerte bocanada de aire y sonríe. Solied era feliz, no le interesaba si antes tenía dinero, si ahora es pobre, ella no tenía la más mínima idea del por qué se sentía tan felíz en aquel lugar encantador, tal vez porque era el lugar donde su abuelo la valoraba y la amaba. Porque en su propia mansión a la que era obligada en llamarla su casa, era tratada como otra persona, no como una hija o como una hermana, simplemente como otra persona que vivía en esas cuatro paredes. Ahora viviendo todos apretados parecía que la notaban mas que antes, pero no para agradecerle por lo que hace, sino para obligarla a hacer los quehaceres del hogar.

Dejando a un lado sus pensamientos, vuelve adentro de la casa para limpiar la mesa y lavar los trastes en la pequeña cocina ya apunto de caerse encima si no hacían algo pronto, pero como el dinero no sobraba y apenas alcanzaba para un poco de pan, tendrían que resistir con tablas de madera vieja y con la humedad del techo. Camina a su diminuto cuarto y se pone por encima de sus hombros un chaleco casi desgastado, pues la mañana se volvio un poco frío y no podía darse el lujo de enfermarse a consecuencia de un tonto resfriado, ni para medicamentos tenían el dinero suficiente, además no quería causar problemas en la casa por un error de ella.

Sale de la casa directo hacia sus animales, como dijo su madre antes ahora tendría que hacer todo desde cero por un simple error, el haber dejado caer hacia la tierra la ropa de cama. Aunque para ella no era ningún problema, pues en su imaginación los animales eran su única familia, porque estos cada vez cuando la veían se alegraban mucho, tanto las gallinas, los caballos, los cerdos, las vacas y los demas animales se entusiasmaban cuando la veían llegar. Solied era la única en la casa que les daba de alimento y los cuidaba, claramente ella conocía esos animales desde que era muy pequeña. La fémina bañaba a todos con mucha cuidado, eran animales demasiado viejos y su piel ya no era la misma a la de un animal joven. Liberó a las vacas para que pastaran en el campo. Sus padres tenían pensado en venderlas como carne para ganar un dinero extra porque no estaban produciendo leche, obviamente no se lo permitió, estos amados animales eran todo para ella y no quería separarse de ellos. Además en el testamento que dejó su abuelo antes de morir aclaraba que toda la granja incluido los animales le pertenecían a Solied que solo ella podía decidir el destino de su propiedad y como se han aprovechado de la chica en quitarle el cuarto y un poco de comodidad que le heredó el abuelo a su nieta querida no podían negarle algún capricho a la niña por temor de que ella hiciera un escándalo y los echaran de la casa aunque seria muy difícil, ya que la bondad de su hija era demasiado grande como para permitirle a sus padres dormir en la calle.

Apartando esos pensamientos atroces de la mente, Solied decide liberar a las ovejas de su cautiverio y pasearlas por el prado. Las junta a todas y recorren un pequeño sendero al bosque, seria bueno caminar un rato por las profundidades de los árboles, al ser de día no existiría ningún peligro en toparse con los animales salvajes, estarían a salvos por ahora. La pequeña rubia pastoreaba las ovejas y con una vara de madera mantiene a los borregos en el círculo. La chica agotada se siente bajo un árbol a descansar mientras sus animales comen del pasto. La brisa refrescaba su cara llena de sudor y fatiga, aunque nadie note el problema, Solied estaba extremadamente afectada con este problema familiar, no por el dinero, el problema radicaba en el centro de su hogar, siendo tratada como una criada aun teniendo diecisiete años su cuerpo no resistía tanto tiempo sin probar bocado y sus fuerzas se desvanecían con el paso de los días, pero debía mantenerse fuerte.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.