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El pequeño Taehyung no recordaba mucho de la primera vez que dolió... por lo que simplemente se acostumbró a vivir en ese infierno, como si se hubiera mecanizado para olvidar al día siguiente.
Aunque una noche fue aún peor que las anteriores. El monstruo había llegado alcoholizado al grado de que su respiración era hedionda, tanto que lo hizo vomitar por la cercanía. El mareo lo hacía tropezar y sus débiles piernas apenas podían caminar mientras regresaba a su habitación. Temblaba lleno de ira mientras ese líquido viscoso corría lentamente por su piel, podía sentirlo abandonar su interior con la incomodidad y repugnancia invadir su cuerpo. Preguntándose que era lo que había hecho en el pasado para merecer tal castigo. Con gruesas lágrimas llenas de sufrimiento, acompañadas de una débil rabia, le suplicaba a un Dios que le escuchará, le imploraba una salida de ese infierno y que, si el cielo existía cómo en la biblia se describía, lo llevara a su lado por favor.
Pero ese pedido no fue escuchado... Y no lo sería por los siguientes diez años.
Durante todo ese tiempo, la oscuridad era espeluznante, lo agobiaba al grado de no poder respirar y aunque intentaba esconderse, siempre era encontrado y el castigo era aún peor. En su vida no había soles, lunas, estaciones o rotaciones... el tiempo solo era algo en lo que sobre existía, no lo conocía como tal porque no le interesaba ya que no había algo por lo cual respirar y solo esperaba pacientemente el día que diera su ultimo latido para que ese dolor por fin desapareciera.
No obstante, un día mientras su miseria sucedía, por la ventana vio aparecer unos enormes ojos rojos a los cuales al principio temía, pero después solo observaba esperando un poco de apeo. Esos ojos lo ayudaban de alguna manera a no pensar en lo que estaba sucediendo... Preguntándose quién o qué era y cuál era el motivo de solo quedarse a observar.
Con su desgracia repitiéndose... Taehyung siempre se concentraba en esa mirada. Eso en su ventana era como una alucinación, una vía de escape a su desgracia. Aunque alguna vez pensó en escapar, la desnutrición en la que lo encarcelaban no ayudaba demasiado a su cuerpo. Sus fuerzas eran mínimas para siquiera imaginar esa posibilidad y conseguir un poco de ayuda.
Sentado en la esquina de su habitación veía pasar el tiempo fuera de esa ventana, los árboles florecer, secarse, llenarse de nieve y volver a reverdecer mientras qué, lo que sea que fuese ese ser solo le observaba, parecía que disfrutaba, que gozaba de su dolor y para cuando el invierno número dieciocho llegó... por fin consiguió un poco de valor.
Taehyung siempre supo que, si Dios existía el Diablo también... Y lo que estaba delante de su ventana no podría ser Dios. Él no dejaba el cielo para venir al encuentro de un simple humano miserable. Preguntándose qué era aquello que se escondía entre las sombras.
Esa noche, después del insoportable dolor... decidió que ya estaba cansado de ese maltrato por lo que ya no se sentó en esa esquina y ya no le mantuvo la mirada. En medio de la oscuridad prefirió acercarse a la ventana, mirarlo de cerca y cerciorarse si lo que siempre veía y que de alguna manera le ayudaba, era real. Temeroso y con el corazón a mil latidos por segundos se plantó delante de él.
—¿Por qué...? —cuestionó intentando ocultar sus lágrimas—. ¿Por qué solo miras?
El miedo era implacable, casi podía sentirse vivo por primera vez. Estaba sintiendo como su motor corría tan acelerado por intentar encontrar una respuesta a su incertidumbre. Mientras que afuera, la fría nevada parecía no afectar al ser con cuerpo de hombre. Un humano ante los ojos de cualquiera, pero no ante los suyos. Taehyung era consciente de que eso delante de su mirada, no era un simple humano porque los copos de nieve desaparecían apenas tocaban su piel. Cuestionándose cómo eso era posible. Incluso él estando dentro de su casa temblaba por el frio y sus mullidas ropas apenas podían cumplir con la dosis de calidez a su esquelético cuerpo.
—Responde... —exigió tembloroso derramando lágrimas sin control—. ¿Por qué solo miras? ¿Por qué no me ayudas? ¿Por qué te quedas viendo solamente?
—¿Puedes verme?
Incluso su voz era como creía que se escucharía, demasiado grave para ese hermoso rostro. Algo más hermoso de cerca y se creía demente por pensarlo de esa forma, pero no había otra palabra para describirlo. Su larga cabellera color negro caía a los lados de su rostro, afilando sus facciones. Sus manos tomándose por delante justo a la altura de su cintura. Su piel era tan blanca que Taehyung creía que en cualquier momento esa ilusión frente a sus ojos desaparecería. Así se sentía... como una ilusión creada por su débil cerebro, algo en lo que podía refugiarse de su interminable sufrimiento.
Todo de ese ser le llamaba... lo atraía cual becerro al matadero.
—Responde... ¿Puedes verme?
—Te he visto desde siempre... —murmuró levantando un poco la ventana para observarlo mejor, apenas lo hizo el frio caló su piel, erizando su cuerpo y haciéndolo temblar—. Desde la primera vez que apareciste en la ventana.
—¿Cómo? —respondió curioso el ser ladeando la cabeza—. Nadie debería verme... ¿Por qué tu sí?
Taehyung no quería dar respuestas, solo necesitaba soluciones. Una salida.
—¿Puedes matarme? —suplicó dejando escapar un sollozo desesperado—. Puedes ayudarme, ¿por favor?
—Puedo darte algo mejor que eso.
El ser le dijo con una sonrisa ladina, mirándole como si fuera algo comestible.
—No sé qué eres... —afirmó Taehyung tocando el cristal de la ventana, sintiendo la urgencia de su ayuda—. Solo quiero dejar de existir, ayúdame.
—Soy todo y nada a la vez —respondió él, acercándose aún más a la ventana, analizando a ese niño temeroso lleno de curiosidad—. Y tú... no deberías verme.
—Y si eres todo... —dijo y su rostro acongojado necesitaba respuestas por una vez en la vida, así que preguntó—. ¿Por qué no acabas con mi sufrimiento?