El Demonio entre las páginas

Capítulo 14

Capítulo 14 – El encuentro

Creo que nunca en mi vida había sentido un miedo mayor al que había acontecido, no sabía que pensar o sentir, mi jefe se suicidó por la influencia de alguien, esa imagen de la cornamenta en su pecho se había convertido en una imagen mental que cargaría siempre conmigo

Llegue a mi casa con los primeros rayos del amanecer, al entrar a casa toda mi familia estaba en el recibidor de la casa, todos con miradas de suma tristeza y preocupación, trate de parecer calmado y lo único que se me ocurrió decir fue

-todos madrugando, así se hace- y todos fueron a mí a abrazarme

Tras un rato me quede solo con mi mujer en la cocina, frente a dos tazas de café

-Rob- me dice distante, yo no puedo mirarla a la cara- Rob, por favor mírame- su tono sigue siendo dulce pero la situación no lo es

-simplemente no puedo hablar, cualquier cosa que te diga me tomaras de loco, aunque sinceramente creo estar volviéndome loco

-Es otra cierto

-¿Cómo?- digo extrañado- los ojos de Eva se llenaron de lagrimas

-estas teniendo una aventura, todas esas noches que dices quedarte en la oficina…

-Estoy escribiendo-digo tajante

-aja, Rob, sé que nunca me he quejado, pero siempre lo he sabido tienes a otra

-Eva por el amor de Dios, puedo mostrarte lo que he hecho si quieres- me levante enojado y fui a mi santuario y tome varios borradores- aquí están míralos- los tire en la mesa con desdén, ella los ojeo y sus ojos otra vez se humedecieron

-esto son mentiras Rob, esto es la misma maldita historia del hombre de negro

-es toda la verdad- dije calmado

-esto es como esa vez, ¿no es así?

-¿Cuál vez?- dije furioso- no hubo ninguna ultima vez, eso fue un malentendido y lo sabes muy bien

-esta mierda es la misma historia de tu dichoso hombre de negro- dice histérica

-¡por qué no puedo hacer otra cosa mierda!- me salí de mis cabales – maldita sea estoy harto de todos estos crímenes, detectives y mierdas por el estilo, pero simplemente no se me ocurre otra cosa. Lo único que quiero es olvidar esta maldita obra, es como si…, como si simplemente no pudiese inventar otra cosa, las más simpes ideas se convierten en aventuras de este dichoso detective- ella se queda fría como si no supiera de lo que estoy hablando

-pero entonces

-no hay nadie Eva, y nunca lo hubo, lo único que me acompaña cuando no lo haces tú son mis propias ideas- digo lo con toda la sinceridad posible- y a veces me gustaría hacer que se callen – ella me mira sonríe, pero dura menos de un segundo pero el tiempo suficiente para caer a mis brazos

-Rob lo siento

-mi jefe se ha suicidado

-¿Qué?- dice para sus adentros

-Adolf está muerto y de una forma espantosa, me avisaron y fui a ver, luego llegó la policía y me interrogaron, eso fue todo

-pero, eso, es tan

-retorcido

-¿Qué pasara ahora con la revista?

-no lo sé, y sinceramente no tengo ningunas ganas de saberlo `por ahora, ya la policía se encargara

Luego de eso pase el día con ella, estaba aún herida, yo la sentía distante y tenía razón; nunca me había percatado de todo lo que me esperaba, de cómo la descuide por estar siempre inmiscuido en mi trabajo; tratando de mejorar y solo encontrando lo de siempre

La lleve a dar un paseo, almorzamos juntos e hice todo lo que estuvo a mi disposición para ponerla contenta, luego llego la tarde y junto con ella Elie, ella como buena adolescente no nos prestó mucha atención. Pero la situación fue muy diferente cuando llego Johan

Este se veía sumamente sonriente, con su cabello con cola de caballo, iba hacia Eva y yo, con un cartel enrollado

-Al fin sucedió

-¿suceder?- dije extrañado. Johan extendió el cartel enrollado que tenía y en este había una enorme foto mía en blanco y negro y en la esquina superior derecha estaba escrito- “Reconocimiento en el arte de las letras a Rob Goldfin”, ¿Qué carajo?

-Así es, en esto hemos estado trabajando Jurgen y yo, la galería accedió a entregarte el reconocimiento que mereces, conseguir fondos fue un dolor de cabeza pero un benefactor muy generoso estuvo completamente dispuesto a ayudar

-Johan yo me siento alagado pero creo que…- de pronto sentí como si me hubiesen clavado una flecha en el estómago, la voz me empezó a temblar – ¿benefactor dices?



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En el texto hay: misterio suspense

Editado: 01.11.2018

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