El demonio que Amé

Capitulo 6: Melodías entre la vigilia y la sombra

Mi-yeong se revolvió en la cama. La oscuridad la envolvía, pero en sus sueños no había descanso. Veía aquellos ojos que la habían desarmado, la sonrisa burlona del demonio, el tono altivo con que había pronunciado su nombre.

En su pecho se mezclaban miedo, rabia y una emoción que no quería nombrar. Soñaba con él extendiendo su mano entre la penumbra, como si quisiera arrastrarla hacia un lugar del que no podría volver. Soñaba que corría hacia él, con la guadaña en mano, pero en vez de atacar lo miraba fijamente, incapaz de herirlo.

—¡No! —se despertó sobresaltada, con la frente cubierta de sudor.

El calor en su pecho no la dejó dormir más. Con un suspiro frustrado, se levantó, tomó su ropa de práctica y salió al salón de ensayo.

El eco de sus pasos despertó a Céline y Soo-min, que bajaron con gesto sorprendido.

—¿Ya entrenando a estas horas? —preguntó Soo-min, frotándose los ojos.

—Siempre he sido la misma, nunca he cambiado… —respondió Mi-yeong, lanzando una patada perfecta hacia el saco de arena.

Céline entrecerró los ojos y, con una media sonrisa sarcástica, añadió:
—Sí, como no…

Mi-yeong la miró de reojo, con una sonrisa forzada, y volvió a entrenar con más intensidad, como si cada golpe fuera una forma de acallar lo que sentía.

La mañana avanzó con ensayos, pruebas de luces y ajustes de vestuario. El ambiente estaba cargado de emoción: esa noche sería el próximo concierto.

Antes de salir al escenario, se tomaron de las manos.

—Hoy lo daremos todo —dijo Soo-min, con los ojos brillantes.

—Que tiemble el escenario —añadió Céline con confianza.

—Y que nunca olviden nuestro nombre —cerró Mi-yeong, con una determinación que ocultaba la tormenta que llevaba dentro.

En el concierto

Las luces se apagaron, el público gritó con fuerza. Cuando el telón se abrió, el beat retumbó en los corazones de todos.

🎵 “Furia en llamas” 🎵

Corre más rápido, no mires atrás,
rompe cadenas, nada nos detendrá.
Somos tormenta, fuego en el aire,
somos la fuerza que nunca cae.

Levanta la voz, deja que explote,
que el mundo escuche lo que somos hoy.
No hay silencios, no hay temores,
solo un rugido que rompe el sol.

Coro
¡Arde, arde, mi corazón!
La noche vibra con nuestra canción.
Baila, grita, siente el poder,
somos eternas, no hay que temer.

Somos fuego, somos verdad,
cada nota nos hará volar.
Que el mundo caiga rendido hoy,
porque nuestra voz jamás callará.

El público enloqueció. Luces de neón, saltos, coreografías explosivas y gritos de emoción llenaban el aire. Los fans levantaban pancartas con sus nombres, coreaban cada verso y algunos hasta lloraban al verlas tan de cerca.

Tras el show, fueron guiadas a una sala donde cientos de fans esperaban.

—¡Céline, eres mi inspiración! —dijo una chica emocionada, entregándole un dibujo enmarcado.
—Gracias… es hermoso. Prometo guardarlo —respondió ella con una sonrisa serena, aunque su tono seguía siendo firme como siempre.

—¡Soo-min! ¡Eres la más adorable! —exclamó un grupo de fans con coronitas de flores.
—¿Adorable yo? —rió Soo-min, tapándose la cara—. ¡Son ustedes las adorables por venir!

Una fan se quedó enmudecida frente a Mi-yeong.
—Yo… yo vine desde otra ciudad solo para verte cantar. Gracias… por darme fuerzas en mis peores días.

Ese comentario le atravesó el pecho. Sonrió con sinceridad y le tomó las manos.
—Gracias a ti por escucharme. Si mi voz puede ayudarte, entonces nunca dejaré de cantar.

La sala se llenó de risas, abrazos, firmas y selfies, hasta que finalmente la jornada terminó.

Luego llegaron a su hogar y cada una se retiró a su cuarto, agotadas pero felices. Sin embargo, Mi-yeong no podía dormir. Encendió la pequeña lámpara de su escritorio y comenzó a escribir.

Lo que empezó como una idea para los fans se transformó en algo más íntimo, más oscuro… cada palabra llevaba el rostro de Dae-hyun escondido entre las líneas.

Eres la herida que no cicatriza,
el enemigo que no puedo olvidar.
Cada golpe se vuelve caricia,
cada sombra me vuelve a llamar.

Dicen que debo odiarte,
que solo eres mi perdición.
Pero en tu voz hay un secreto
que arde más fuerte que mi misión.

Coro
Prohibido en tus ojos, me pierdo otra vez,
un lazo invisible me ata a tu piel.
Aunque el mundo nos llame rivales,
mi corazón no sabe entender.

¿Eres mi guerra o eres mi paz?
No lo sé, pero no quiero escapar.

Si eres la llama que quema mis días,
si eres la espina que sangra en mi piel,
aunque me niegue, aunque lo grite,
vuelvo a buscarte, sin comprender.

Cuando terminó de escribir, Mi-yeong se dio cuenta de lo que había hecho.

—No… no puede ser. —Rasgó la hoja, pero otra vez la volvió a escribir, como si su alma se negara a borrarla.

Un golpe en la puerta la sobresaltó.
—¿Todo bien? —era Céline, con voz sospechosa.

—S-sí, solo… componiendo algo para las fans. —Respondió rápido, escondiendo el papel bajo la almohada.

Céline se quedó unos segundos en silencio antes de alejarse.

Mi-yeong apagó la luz, pero su mente no se calmaba. La canción seguía viva dentro de ella, y con ella, el rostro del demonio que no podía dejar de recordar.

"¿Qué me estás haciendo, Dae-hyun…?"

Y mientras el silencio de la noche la envolvía, una risa burlona resonó en algún lugar lejano, como si él hubiera escuchado cada palabra.




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