El demonio que Amé

Capitulo 7: Cuando la máscara tiembla

Cuando mi-yeong desperto ya era de mañana y lo primerio que vio al abrir los ojos era la hoja arrugada que seguía sobre el escritorio, intacta, como si se burlara de ella. Mi-yeong la había intentado romper, quemar, esconder… pero no podia no sabia porque no podia realmente desaperecer esa hoja . Cada vez que la leía, sentía el peso de una verdad que no podía confesar ni a sí misma.

Esa mañana, el grupo tenía algo diferente: no ensayo, no concierto, sino una entrevista televisiva en vivo. El tipo de exposición que podía revelar más de lo que una idol deseaba.

En la camioneta, el ambiente era extraño. Céline iba repasando respuestas memorizadas, Soo-min tarareaba suavemente para relajarse, pero Mi-yeong… Mi-yeong no lograba apartar su mente de esas palabras que había escrito.

—Estás rara —comentó Céline, sin sarcasmo esta vez. La observó directo, con una mezcla de preocupación y advertencia—. No me digas que otra vez te desvelaste escribiendo letras.

Mi-yeong se quedó en silencio, el reflejo de la ventana mostrándole un rostro que parecía no reconocer.

En el set del programa, las luces eran demasiado brillantes, el público demasiado cercano. Todo estaba calculado para mostrar sonrisas perfectas. Pero la conductora lanzó una pregunta que atravesó la barrera del guion:

—Chicas, todos los fans quieren saber: ¿alguna vez se han enamorado?

Soo-min fue la primera en responder. Con esa calma serena que siempre la caracterizaba, miró al público y sonrió con dulzura.
—Creo que el amor es algo que se construye con paciencia. Yo… todavía no he sentido eso de verdad, pero sí siento amor por mis compañeras y por quienes nos apoyan cada día.

El público aplaudió, conmovido por la sinceridad de sus palabras.

Céline, en cambio, arqueó una ceja y se inclinó hacia el micrófono con una media sonrisa cargada de picardía.
—¿Yo enamorada? —hizo una breve pausa dramática, como midiendo la reacción—. Supongo que solo me enamoro cuando piso el escenario y siento todas esas luces sobre mí. Todo lo demás… es prescindible.

Las risas y gritos del público estallaron, encantados con su estilo ingenioso y provocador.

Cuando llegó el turno de Mi-yeong, el aire se volvió insoportable. Ella abrió la boca, pero en su mente apareció un rostro prohibido, una sonrisa burlona que la desarmaba cada vez. Dae-hyun. Ese nombre golpeó su pecho con fuerza.

Su corazón latía demasiado rápido.
—Yo… supongo que si alguna vez me enamorara, sería de alguien… imposible.

El público gritó con emoción, creyendo que era un comentario coqueto. Pero en cuanto la frase salió de sus labios, Mi-yeong se dio cuenta de lo que había dicho. El pánico se le subió a la garganta.
—Digo… —corrigió con una risa nerviosa— imposible, porque nuestra vida ya está completamente entregada a la música y los fans. Eso es lo único que importa ahora.

La conductora rió, pensando que se trataba de modestia de idol. Soo-min sonrió suavemente, sin sospechar nada… pero Céline la miró fijo, con esa expresión aguda que siempre parecía atravesar cualquier fachada.

Cuando la transmisión terminó, las tres caminaron hacia el camerino. Nadie habló durante un buen rato. El silencio era tan pesado como un secreto.

De regreso al dormitorio, Mi-yeong no pudo soportar el encierro. A medianoche, escapó con una gorra y una mascarilla. Caminó por las calles iluminadas de neón, buscando aire, buscando olvido.

Pero el recuerdo seguía ahí. El eco de su propia voz en la entrevista la perseguía: “sería de alguien imposible.”

Ella apretó los puños, con tanta fuerza que sus nudillos palidecieron.
—No. No estoy enamorada. No es eso. No puede ser eso. Jamás… —susurró entre dientes, como si con repetirlo pudiera borrar la verdad que la consumía.

A lo lejos, entre las luces y sombras de la ciudad, juró ver una silueta familiar observándola. Un destello de sonrisa que no debía existir allí. Su respiración se entrecortó.

No sabía si era una ilusión, un sueño despierto… o si Dae-hyun realmente la había seguido hasta su refugio de medianoche.

Y con ese pensamiento, con esa duda clavada como un aguijón, Mi-yeong entendió que ya no podía escapar que tenia que terminar con eso de una vez sino todo se iba a complicar mas y ella no queria eso.




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