El camino de regreso se sentía eterno. Las farolas de la ciudad apenas iluminaban el sendero mientras Soo-min y Céline ayudaban a Mi-yeong a caminar.
—Ya te lo dije, siempre tienes que luchar de manera precavida no eres un persona invencible —reclamó Céline, aunque su tono dejaba ver la preocupación más que la rabia.
—Ya lo se, pero alguien tenía que hacerlo —bufó Mi-yeong, mirando hacia otro lado.
Soo-min, con esa chispa juguetona que nunca perdía, trató de aligerar el ambiente:
—Si quieres que tus fans te adoren más, prueba con una sonrisa, no con cicatrices. Créeme, eso vende mejor.
—¡Soo-min! —replicó Céline, indignada—. ¿Ahora es momento de bromas?
—Oye, si no la hago reír, se nos desmaya de dolor aquí mismo.
Mi-yeong no pudo evitar soltar una pequeña carcajada.
—Gracias… supongo.
Cuando llegaron, la maestra las esperaba en la entrada. Apenas vio el brazo vendado y la sangre seca, su rostro se desencajó.
—¡Mi-yeong! ¿Qué demonios pasó?
Con un nudo en la garganta, Mi-yeong explicó:
—Un demonio… me llamó por mi nombre. Usó la voz de Céline. Yo… me volteé creyendo que era ella, y entonces otro me atacó.
El silencio cayó como un golpe. Céline y Soo-min se quedaron con los ojos abiertos, incapaces de procesarlo.
—¿Qué? —murmuró Céline—. ¿Pueden… imitarnos?
—Eso ya no es solo pelear… es jugar con nuestra mente —agregó Soo-min, seria por primera vez en la noche.
La maestra los miró una a una, con el ceño fruncido.
—No me sorprende que lo intenten… pero que lo logren con tanta facilidad es alarmante. Nunca debieron separarse. Nunca.
Las tres bajaron la mirada.
—Y tú, Mi-yeong… —continuó la maestra, con dureza—. No puedes permitir que un truco tan burdo te venza. Tienes talento, pero si no aprendes a controlar tus emociones, ese talento no servirá de nada.
El golpe de sus palabras dolió más que la herida. Mi-yeong mordió su labio, sintiendo un nudo en la garganta.
La maestra suspiró, y suavizó un poco el tono:
—Sin embargo… protegieron la ciudad. Evitaron una tragedia mayor. Y eso… es algo de lo que pueden estar orgullosas.
Mi-yeong abrió la boca, dudando si contar el otro dato que habia pasado de que un demonio llamado dae-hyun la había salvado que si no fuera por el ella ya habia muerto, pero decidio callarselo.
No… nadie lo entendería. Ni siquiera yo lo entiendo.
Más tarde, tras recibir cuidados adicionales, la maestra la envió a descansar.
—No habrá escenarios para ti ni peleas por ahora. Debes sanar, ¿me oíste?
En su cuarto, Mi-yeong se quedó mirando el techo, inmóvil. Pero su mente no paraba.
¿Por qué? ¿Por qué él me salvó? ¿Acaso un demonio puede preocuparse por mí? Siempre nos dijeron que eran crueles, que solo desean destrucción… ¿pero entonces por qué siento que esa sonrisa tenía algo más?
Se agarro la cabeza debido a todos los pensamiento que le venian.
Si lo que aprendimos no es toda la verdad… ¿qué significa eso? ¿Y por qué, en lugar de miedo, siento algo que me atrae hacia él?
El recuerdo del guiño de Dae-hyun la atravesó como un rayo. antes lo odiaba pero ahora trataba de entenderlo y saber porque habia echo eso ocasionando que la chispa que estaba en su corazon ardiera más cada vez mas fuerte.
Al día siguiente, ya más recuperada, se unió a Céline y Soo-min en la sala de ensayo.
—¿Lista para crear magia otra vez? —preguntó Soo-min, dándole un golpecito en el hombro.
—Con ese brazo, ¿segura que puedes? —dijo Céline, arqueando una ceja.
—No me subestimen —replicó Mi-yeong, sonriendo apenas—. No necesito dos manos para cantar.
Las tres rieron, y pronto el ambiente se llenó de acordes y voces. Querían algo que electrizara a los fans en el próximo concierto.
Entre risas y propuestas, fueron puliendo la letra:
"Brillamos en la oscuridad,
somos llamas que no se apagan jamás.
Ni el miedo nos va a silenciar,
somos voz que rompe la tempestad."
—¡Eso! —exclamó Soo-min, saltando un poco—. Tiene que sonar como un rugido, como si el público pudiera cantar con nosotras a todo pulmón.
Céline levantó la mano, como marcando ritmo:
"Cuando caigamos, volveremos a alzar,
porque somos estrellas hechas para brillar."
—¡Perfecto! —rió Mi-yeong, entusiasmada—. Esto va a hacer que griten con nosotros hasta quedarse sin voz.
Esa tarde, cuando la casa estaba en silencio, Mi-yeong salió al campo de entrenamiento. Se sentó sola, con una hoja arrugada que había mantenido oculta en su bolsillo.
La desplegó con manos temblorosas. Era una letra que había escrito días antes, llena de confesiones secretas. Hablaba de alguien prohibido, de la atracción hacia un ser que debía odiar. Cada palabra destilaba ese fuego secreto hacia Dae-hyun.
La leyó en silencio, sonrojándose, y luego suspiró.
No puedo dejar que nadie lea esto. No todavía.
Tomó un lápiz y comenzó a cambiar versos, transformando la confesión en algo más ambiguo:
"No juzgues por la máscara,
no todo es lo que parece ser.
En las sombras puede haber luz,
y en el enemigo… un reflejo de mí."
Siguió escribiendo, dejando que sus pensamientos fluyeran:
"Camino en un límite que quema,
entre el odio que me enseñaron
y la voz que me salvó del abismo.
Si lo niego, me pierdo.
Si lo acepto… me pierdo también.
Pero aun en la caída,
su sombra me sostiene."
Cerró los ojos, dejando escapar un suspiro. Esa letra ya no era solo una canción: era el eco de su propio corazón dividido.
Dae-hyun… ¿por qué fuiste tú? ¿Por qué un demonio tenía que salvarme?
El viento sopló fuerte, y en la penumbra, juró escuchar una risa lejana. Su piel se erizó, pero en el fondo, una parte de ella lo esperaba.
Si el enemigo puede salvarme… entonces, ¿qué soy yo?
#129 en Fanfic
#70 en Ciencia ficción
drama, romance enemiestolove rivalesamantes, cazadoras y demonios
Editado: 18.10.2025