Celine se inclinó un poco hacia la cama y sin olvidar que estamos en el mundo de kpop demon hunters y sus personalidades de los personajes que estamos
—Voy a revisar… —decidida.
—¡NO! —Mie-yeong la sujetó del brazo con rapidez.
Celine se detuvo, sorprendida.
—¿Qué pasa ahora?
Mie-yeong respiró profundo, y actuó como si la vergüenza la estuviera asfixiando.
—No puedes ver lo que está debajo de mi cama… me da mucha vergüenza… —dijo con una mirada dramática al suelo.
Celine arqueó ambas cejas.
—Mie-yeong… somos amigas desde hace años. No hay nada debajo de tu cama que pueda hacerme pensar mal de ti.
—Sí, sí lo hay —ella insistió, llevándose las manos a la cara como si fuera un secreto mortal—. Si lo ves… te prometo que nuestra relación cambiará para siempre. Vas a pensar diferente de mí… ¡horrible de mí!
Celine cruzó los brazos, empezando a desesperarse.
—No pongas en duda todo lo que hemos pasado juntas. No hay absolutamente nada que puedas ocultar ahí que vaya a dañarnos.
—Sí lo hay —repitió Mie-yeong, bajando la voz como si confesara un crimen—. Sería… traumático. Muy traumático.
Celine acercó la cara a ella.
—¿Traumático como qué? ¿Un cadáver? ¿Armas ilegales? ¿Un demonio sexy esperando a seducirte? —lo dijo en broma, riendo.
A Mie-yeong casi se le sale el corazón por la boca.
—¡¡Nada de eso!! —respondió demasiado rápido.
—Mie-yeong —Celine tomó aire hondo—. Yo ya lo sé todo sobre ti. No hay secretos entre nosotras.
—Este sí —tragó saliva—. Te lo juro, podría destruir mi reputación como idol… y como cazadora.
—¿Reputación de qué? —bufó Celine—. ¡Si vives despeinada la mitad del tiempo porque entrenas de madrugada!
—¡Eso no significa que no tenga dignidad! —se defendió Mie-yeong.
—Pues demuéstramelo —respondió la otra con un toque retador—. Déjame ver de una vez.
—¡No, no puedes! ¡En serio, no puedes! —Mie-yeong extendió los brazos como un escudo humano—. Si miras ahí abajo… vas a odiarme.
Celine chasqueó la lengua.
—De verdad estás actuando como si escondieras al líder de un grupo k-pop debajo de tu cama.
«… ¡Peor!» pensó Mie-yeong desesperada.
Dos minutos.
Dos eternos minutos discutiendo casi en susurros y con Mie-yeong a punto de desmayarse.
Hasta que Celine rodó los ojos… y se agachó de golpe.
Levantó las sábanas.
—¡NOO! —Mie-yeong sintió que el alma se le desprendía del cuerpo.
Su corazón latió tan fuerte que creyó que iba a caerse muerta ahí.
Pero…
Celine no dijo nada.
Solo observó el suelo.
Basura.
Papeles.
Polvo.
Suciedad expandiéndose hacia el fondo.
Ella frunció el ceño, confundida.
—¿Qué… es esto? ¿Una zona de guerra? ¿Acaso peleaste con un demonio y tiraste el cadáver ahí? —dijo con un tono claramente molesto.
Se metió más hacia atrás, inspeccionando entre muecas.
Mie-yeong se llevó las manos al pecho, temblando.
«¡Dae-hyung! ¡Dae-hyung! ¡Dae-hyung! ¡Por favor, no estés ahí!»
Celine volvió a salir, con expresión de decepción absoluta.
—A-A-Amiga… —balbuceó—. Y-Yo… puedo explic—
—No —la interrumpió Celine.
Silencio.
Tensión.
El corazón de Mie-yeong ya estaba al borde del paro.
Pero en lugar de gritar… Celine suspiró.
—Si me hubieses dicho que eras tan desordenada… me habría preparado antes de mirar eso.
—¿E-Eh? —Mie-yeong parpadeó, sin entender.
—Está hecho un desastre ahí abajo. Papeles, polvo, cosas pegadas… ¡hasta una envoltura vieja! —regañó incorporando su pose de líder estricta.
Y siguió, sin dejarla respirar:
—¡Y tú que siempre presumes tener el cuarto impecable! No dejes que esto se vuelva una costumbre. ¡Somos ídolos! ¡Somos cazadoras! ¡Hay fans que matarían por dormir en una habitación como esta! Si no puedes mantener tu territorio limpio… ¿cómo vas a mantener a raya a los demonios?
—Lo sé… lo siento… —Mie-yeong bajó la cabeza como una niña regañada, mientras sus ojos buscaban desesperadamente a Dae-hyung sin que Celine notara.
Nada.
Celine bufó.
—Voy a bajar. Cuando vuelva, no quiero ver restos de civilización antigua debajo de esa cama. ¿Entendido?
—S-Sí…
La puerta se cerró.
Mie-yeong esperó dos segundos antes de susurrar casi sin voz:
—Dae-hyung…
Nada.
—Dae-hyung… —insistió más bajito.
Pasaron unos segundos.
—Boo —dijo una voz detrás del escritorio.
—¡Aah! —saltó como un gato asustado.
Dae-hyung apareció riéndose, apoyado contra el escritorio con los brazos cruzados.
—Tranquila, cazadora. Tengo mis truquitos. Puedo desaparecer ante los ojos de cualquiera cuando quiero —sonrió, orgulloso de sí mismo.
—¡Casi… casi te descubren! ¿No entiendes lo peligroso que es esto? —reclamó ella entre susurros nerviosos.
Él la miró con ese gesto arrogante y encantador.
—Tranquila. Nadie en esta casa me atraparía. Soy el más listo… el más rápido… —dio un paso más cerca— y el más irresistible —dijo arrastrando esa palabra con descaro.
Se acercó, apoyando una mano en la pared, muy cerca de su rostro.
—Ahora… ¿continuamos lo que estábamos haciendo antes de que la visita interrumpiera? —se acomodó en una pose claramente sexy.
—Eres imposible… —murmuró ella, pero una sonrisa traicionera apareció en sus labios.
—Pero te encanta que sea así —le guiñó.
Ella rodó los ojos y antes de que pudiera replicar:
Desapareció.
—¿Eh? —ella giró la cabeza.
De repente, unos brazos fuertes la envolvieron por detrás.
—Para ser cazadora… tienes un encanto especial —susurró en su oído con voz grave.
El rubor subió rápido a su piel.
—Y tú… para ser demonio… no eres tan malo —respondió ella con una sonrisa tímida.
Él soltó una carcajada baja.
—Eso suena a elogio… torpe, pero elogio.
Le dio un beso en la mejilla.
Ella se giró instintivamente… y lo besó en los labios.
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Editado: 29.11.2025