Dae-hyun todavía estaba reclinado en el sofá cuando decidió levantarse con calma.
Las chicas seguían arriba preparándose, así que tenía tiempo para… explorar.
Caminó por el primer piso con las manos en los bolsillos, observando cada detalle como si fuera un turista curioso.
Una lámpara torcida.
Unos peluches en el mueble.
Unos discos viejos.
La alfombra ligeramente desgastada por el entrenamiento.
Y mientras caminaba, empezó a pensar en las “preguntas” para la entrevista.
—“¿Cuál es su meta final?”… mmh… —murmuró con media sonrisa—
No, eso es demasiado suave para Mi-yeong.
Necesito algo que la haga apretar los labios.
Se rió para sí.
—Tal vez algo sobre relaciones… eso nunca falla.
Justo cuando pensaba sentarse de nuevo, algo llamó su atención.
Un marco para fotos, pequeño, escondido entre libros.
Lo tomó.
Tres niñas sonreían en la foto. Cabellos desordenados, uniformes ligeramente manchados, miradas brillantes.
Y una de ellas…
Era ella.
—Oh… —Dae-hyun ladeó la cabeza—.
Con que así eras de niña.
La reconoció por los ojos.
Los mismos ojos que lo habían desarmado tantas veces.
“Desde pequeña ya tenías esa mirada…”, pensó con burla suave.
—No has cambiado nada, cazadora —dijo mientras soltaba una risa baja.
Entonces escuchó pasos apresurados en el segundo piso.
—Ups. —Volvió rápido al sillón, colocó la foto exactamente donde estaba, cruzó las piernas y entró de nuevo en su papel de periodista torpe y arrepentido.
Justo cuando ellas empezaban a bajar, él soltó con tono cómico:
—¿Saben que cinco minutos ya pasó hace diez?
Soo-ming bajó brincando los últimos escalones.
—¡Perdón, señor periodista! ¡Es que nos arreglamos para salir lindas en cámara! —dijo sonriente.
Céline bajó más seria.
—Lo hicimos rápido, no exagere.
Mi-yeong bajó última…
y justo cuando pasó cerca, Dae-hyun le lanzó una mirada pícara:
corta, suave, pero cargada de un mensaje claro.
Ella se sonrojó al instante.
Detente, pensó ella. No empieces.
Pero él ya había empezado, dae-hyung cuando las vio llegar al final de las escaleras las invito a sentarse.
—Bien, si están listas… por favor, tomen asiento —dijo él, amable.
Las chicas se acomodaron en el sofá.
Dae-hyun prendió su “cámara”.
Un aparato que no grababa nada.
Pero que él manejaba como si fuera real, entonces procedio a hacer las preguntas.
—Primera pregunta:
¿Cuál fue el motivo para formar este grupo de K-pop?
Soo-ming levantó la mano como niña en clase.
—¡Para inspirar a las personas! ¡Para que nuestros fans sientan alegría!
Céline rodó los ojos, pero respondió igual:
—Un grupo es más fuerte que una sola persona. Eso. Trabajo en equipo.
Mi-yeong, con su tono suave:
—Para compartir lo que somos… y porque juntas funcionamos mejor.
Dae-hyun sonrió.
—¿Ese es el único motivo por el que existe este grupo?
Soo-ming:
—Pues… sí, ¿no?
Céline:
—¿Había otro motivo que… quiere insinuar?
Mi-yeong le lanzó una mirada furiosa.
Él solo respondió con otra sonrisa provocadora.
Despues vino segunda pregunta.
—¿Cuál es su meta final como grupo?
Soo-ming:
—¡Ser reconocidas mundialmente!
Céline:
—Yo solo quiero que seamos fuertes. En todos los sentidos.
Mi-yeong:
—Seguir creciendo… un paso a la vez.
Dae-hyun asintió, satisfecho.
Dae-hyung siguio con la tercera pregunta.
—¿Y qué harían si una de ustedes quisiera abandonar el grupo?
Las tres se quedaron en blanco.
Luego, Soo-ming:
—Yo… lloraría mucho.
Céline:
—La convencería de quedarse. Pero si no quiere… no la obligaría.
Mi-yeong tragó saliva.
—Intentaría… apoyarla.
—Interesante —dijo él.
Luego hizo una pregunta para molestar a mie-yeong y ver como reacionara.
—Y ahora…
¿Alguna de ustedes ha querido tener pareja?
El corazón de Mi-yeong se detuvo.
Ella lo miró, furiosa.
Él sonrió.
Soo-ming:
—¡Yo sí! Pero no tengo tiempo.
Céline:
—A mí no me interesa.
Tres pares de ojos miraron a Mi-yeong.
Ella tragó.
—Y-yo… no… no pienso en eso…
—Disculpe —dijo Dae-hyun, con tono burlón camuflado—
¿podría repetirlo? No se le entendió bien.
Ella casi lo mata con la mirada.
Céline:
—¿Estás bien?
Soo-ming:
—Estás rojísima…
Mi-yeong forzó una sonrisa.
—No tengo pareja. Ni tiempo para eso.
Dae-hyun se acomodo en su asiento preparandose para hacer las demas preguntas que tenian el objetivo de molestar a mie-yeong.
—Pregunta siguiente:
Si una de ustedes estuviera escondiendo algo importante… ¿confiarían en ella igual?
Soo-ming:
—¿Algo importante? Pues sí… creo.
Céline:
—Depende de qué esconda.
Mi-yeong sintió un golpe en el estómago.
—Y-yo… sí… confiaría.
Dae-hyun la miró directamente.
—¿Segura?
Mi-yeong cerró los puños.
—
—Otra pregunta:
Si su corazón empezara a latir muy rápido por alguien… ¿qué harían?
Soo-ming:
—¡Decírselo!
Céline:
—Ignorarlo.
Mi-yeong tragó saliva.
—¿Y usted, Mi-yeong? —insistió él—. ¿Qué haría?
—Nada… supongo.
Dae-hyun sonrió como si ganara una apuesta.
—
—Siguiente:
¿Hay algo que las haga perder la concentración fácilmente?
Soo-ming:
—Los perritos.
Céline:
—Las mentiras.
Mi-yeong:
—…No sé.
Dae-hyun:
—¿Nada? ¿Ni siquiera una persona específica?
Ella casi gritó.
—
—Una más —dijo él—:
Si alguien las hiciera enojar… pero al mismo tiempo les gustara un poco… ¿qué harían?
Soo-ming:
—¡Eso es confuso!
Céline:
—Lo golpeo.
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Editado: 21.12.2025