El departamento 401

El departamento 401

Cuando las velas se apagan el fuego se va , el calor se desvanece y aunque sonrío, no siento calor alguno, no siento hogar ni compañía, no siento nada que me haga vivir, solo una angustia creciente que no se como controlar, quizá por eso es que me he vuelto más violento, incluso cuando se que estoy gritando, no encuentro ese botón de apagado

el cielo azul, las nubes predominantes y la ausencia del sol no me permite sentir paz, como si en algún momento fuera a desaparecer, mi corazón sigue latiendo con fuerza pesar de haber escuchado la orilla a lo lejos, como si mis piernas y pies, a pesar del dolor y los vidrios incrustados se negara a parar, tal vez, no saben como parar, o no es más que el simple miedo de que vuelva a ocurrir

cuando caminaba sobre la alfombra roja, no ¿guinda?no lo se, no puedo definirlo, se sentía tan suave, pero al elevar la mirada me topaba con ese cuarto frío y desolado, a veces ardiente como el sol, tanto que hacía que perdiera la cordura, y en invierno tan frío como quien posa sus labios sobre hielo, ese departamento, ese pasillo, cuando te parabas en la esquina más oscura parecía alargarse con penumbra y dolor, y la oscuridad, se escuchaban pasos y susurros que advertían un tragedia.

Cuando caía la noche, sabía, lo divisaba con una mirada zigzagueante y filosa, Aparecía frente al ropero. No hacía nada. Solo me miraba. Sin ojos, sin rostro, pero me miraba. Por eso dejaba la puerta entreabierta. Por eso mantenía la luz del pasillo encendida. Quería convencerme de que alguien más estaba ahí. Aunque supiera que no. Aunque supiera que era solo él.

quería que se acabara, quería irme de ese lugar, el cual había ignorado el sufrimiento y las lágrimas más humanas, el dolor que se mete profundamente en el corazón, aquel que te hace olvidarlo y vivirlo al mismo tiempo, aquel que la mente no puede soportar; el sufrimiento allí no era visible. Pero se metía en ti. Te rompía despacio

Cuando el sol reluciente salió, y el cielo tenía un hermoso azul, las gotas de rocío se mecían con delicadeza, incluso con el cuerpo adolorido y el alma agrietada me dirigí al punto final, y luego…respire, respire tan hondo como se podía, pero no olvide, tan difuso como fascinante parecía que mi cerebro trataba de reconstruirse mediante recuerdos que eran frágiles y dolorosos, como si no tuviera material para edificar correctamente, para sanar, solo eran pedazos de quien alguna vez entró a la tormenta de la vida.



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En el texto hay: oscuro, ficcion, soledad y dolor

Editado: 25.06.2025

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