Tomó su asiento en el despacho de su jefe, esperando el momento en que hiciera aparición, la espera desataba sus nervios.
El olor del roble y el barniz era una mezcla extraña para su olfato, el lugar era nuevo, con todos los lujos que podría esperarse del hombre más rico de Texas.
—Michael —exclamó una voz ronca desde el pasillo— ¡Que alegría me da verte!
Él se levantó y en un gesto de cortesía extendió su mano.
—Lo mismo digo, jefe.
—He tenido un día muy duro —dijo mientras se sentaba en su sillón de cuero negro—. Adelante, toma asiento, necesito oír buenas noticias.
—Desafortunadamente jefe, no tengo buenas noticias.
Los ojos oscuros de su jefe brillaron con algo similar a la ira, pero no se atrevió a sentir miedo.
— ¿La encontraron?
—Sí, pero está en el territorio de un clan puma.
—No importa, podremos convencer al alfa de que nos la entregue.
—Eso no será posible, porque no es cualquier clan, son los White Claw.
— ¿Qué? ¿Pero cómo dejaron que llegara hasta ahí? ¿No les dije que la capturaran en Salem?
—Buscó refugio en su hermano, pero al parecer él se involucró en el asunto del plan Alfa, y como ese plan falló para los dos objetivos, el guepardo resultó muerto y la chica fue capturada por los pumas.
El jefe estampó un puño en el escritorio, sus rasgos faciales se endurecieron.
— ¿Dónde está ahora?
—Ella estaba bajo custodia en una casa ubicada en un barrio de Woodstone City.
— ¿Estaba? ¿Quieres decir que escapó? —la voz del jefe sonó menos fuerte.
—No, ella fue trasladada cerca de Lake Saint Jerome, por su guardián.
— ¿De quién se trata?
—Hunter Collins, veinte años, es un leopardo de las nieves, sospecho que vive con su clan en una extensión del territorio de los pumas.
— ¡Maldición!
—Esperamos sus indicaciones.
—Quiero un informe sobre ese clan, quiero saber cuántos son, quién es su alfa, qué es lo que hacen en ese territorio, quiero que los vigilen, no podemos permitir que se nos escape, su habilidad es demasiado valiosa como para dejarla ir.
—A sus órdenes.
Salió de su oficina y del edificio, afuera el aire frío erizaba su piel, llamando a su animal a salir. El invierno era una estación difícil para él, pues en una época en donde permanecería la mayor parte del tiempo transformado, ahora debía permanecer todo el tiempo en su piel humana.
Estaba, en parte, bajo el mando de su jefe, bajo coacción de la droga.
Y así debía permanecer, hasta que llegara el momento en que pudiese mostrar su verdadera identidad, su verdadera naturaleza, y acabara con todo.
Hasta ese día, Michael, seguiría pretendiendo ser un títere, un objeto manipulable. Un asesino.