El desafío de Hunter [serie Ice Daggers 2]

Capítulo 15

 

Tarah se sentía flotar por su tacto, nunca pensó que un simple apretón de manos podía hacerla contener el aliento, dejarla con ganas de más.

A lo lejos sus amigos seguían de fiesta, al parecer ya habían sacado los juegos de cartas y estaban averiguando la forma de enseñarle a Riley a jugar al póquer.

Pero Tarah aún seguía percibiendo la tensión en él, y eso le preocupaba. Hasta que logró conectar su mirada y vio que estaba triste. Verlo así le destrozó por dentro.

— ¿Qué tienes Hunter? Te veo algo incómodo.

—Me enamoré una vez —le dijo con la mirada perdida—. De una chica llamada Kaylee, salimos por dos años, éramos realmente felices, hasta que nos mudamos aquí, tal vez fue mi falso sentido de seguridad hacia ella o un simple descuido, pero de un día para otro ella se emparejó con otro hombre. Así como así, sin explicarme ni decirme nada antes, se enamoró de un puma y me dejó.

Se quedó en silencio contemplando las suaves olas del lago, Tarah puso su mano en su hombro, por dentro ella contemplaba la idea de ir en búsqueda de la mujer que lo dejó así. Herido. Su guardián, su protector, sufría por dentro y ella se sentía impotente.

—Le entregué mi corazón a una mujer que creí que estaría conmigo por el resto de mi vida, y me lo devolvió hecho pedazos. Ya no quiero arriesgarme a que suceda lo mismo.

—La vida siempre supone riesgos —dijo con serenidad—. Y las heridas están a la vuelta de la esquina. Pero siempre habrá alguien para sanarlas.

Tarah miró esos ojos aguamarina, eran un lago de tranquilidad en el que ella quería sumergirse por siempre. Su guepardo subió a la superficie, buscando dar consuelo al único hombre que le había ayudado.

Puso su mano en su rostro y lo acarició con gentileza, el deseo ardía en su interior, pero ella no podía besarlo a pesar de las ganas que tenía. Hunter necesitaba su apoyo.

—De nada te vale quedarte así — le dijo con firmeza—. Ella se ha ido pero tú sigues aquí, no dejes que ella te impida seguir con tu vida, hay personas a las que les importas, concentrate en ellas.

Hunter se acercó más, hasta unir sus frentes, la expectativa aumentó, Tarah mordió su labio, esperando con ansia su movida.

Pero él alzó la cabeza y miró hacia donde estaban sus amigos con preocupación.

— ¿Qué sucede?

—Ella está aquí.

«Afilemos nuestras garras en su rostro» imploró su guepardo.

Hunter caminó en la dirección opuesta, alejándose.

— ¿A dónde vas?

—Lejos de ella.

Tarah lo alcanzó y lo tomó del brazo.

—Suéltame —exigió.

—No, darás media vuelta e irás a esa fiesta, no puedes vivir huyendo de ella.

—Si la miro a los ojos, me perderé a mí mismo.

—Y yo te traeré de vuelta, fija tu atención en mí y verás cómo lo superas.

Hunter dudó por un instante, pero respiró hondo y caminó con ella en dirección a la fiesta.

—No estoy seguro de esto.

—Confía en mí ¿De acuerdo? Estarás bien.

Cuando se acercaron ella vio a una mujer de pequeña estatura, pelo rojo y muy corto, ojos de un azul muy pálido, reconoció su aroma a flores exóticas y miel que se mezclaba con un leve olor a tierra mojada y hierba fresca. Ahora entendió por qué Hunter estaba tan molesto el día que salieron a correr, Kaylee había estado en la cabaña.

«Dejame llegar a ella» dijo su guepardo «Ella pagará por lo que le hizo»

— ¿Cuándo nacerá? —una voz chillona robó su atención.

—A finales de noviembre —dijo ella con una mano en su vientre.

Hunter se puso rígido cuando se acomodaron cerca de la fogata, Tarah se aseguró de que tuviera su contacto.

—Hola —les dijo a ambos, pero su atención estaba en Hunter.

—Hola, soy Tarah —se esforzó por parecer amable—. La protegida de Hunter.

Se sintió bien al decirlo, como si le hubiese dicho "Tócalo y te mueres" fue posesiva por primera vez en su vida, y le gustó.

—Gusto en conocerte —le sonrió—. Eres una guepardo ¿Verdad?

—Así es.

Hunter se mantuvo mirando su vientre, era apenas una pronunciación, una leve curva que pasaría desapercibida en cualquier otro lugar, pero eran cambiantes, podía oler la nueva vida en ella.

Tarah rozó su mano y se apoyó en él, suspiró aliviada cuando se relajó en ella. Ambos se quedaron en silencio, escuchando las preguntas que los demás le hacían a ella invadidos por la curiosidad. Pero ella no quería saber si era niño o niña, leopardo o puma, ella sólo quería mantenerse cerca de Hunter.

—Buenas noches —dijo Aria acercándose de entre los árboles.




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