El desafío de Hunter [serie Ice Daggers 2]

Capítulo 16

 

Hunter no podía creer lo que había hecho, sentado en el borde de su cama, contemplaba la noche por su ventana. Preguntándose a sí mismo por qué había roto su promesa.

Todavía tenía el sabor de sus labios en su boca, la sensación de su cuerpo bajo el suyo, el recuerdo de cómo ella se fundió en sus brazos víctima de un éxtasis que casi la hizo desfallecer. Vencido por la angustia quiso desquitarse con ella, pero al verla a los ojos no pudo hacer nada más que besarla, cediendo ante un deseo que había reprimido desde que la conoció, y que aún lo mantenía encendido, exigiendo más.

Sin poder dormir, abrió su computadora y se hizo a la tarea de buscar información sobre ese tal Curtis Lane. No encontró mucho, sólo que había nacido en Austin, Texas, había estudiado en la universidad, que era viudo y tenía una hija, y que se había convertido en uno de los empresarios más poderosos del estado. Nada más.

«La había utilizado a ella como hácker para limpiar su historial» pensó mientras apagaba la computadora «Astuto». Salió afuera para respirar aire fresco, de pronto, entre las sombras, Kaylee apareció como un fantasma, pero esta vez era de carne y hueso.

Hunter le miró con odio mientras ella avanzaba con sus precaución, si quería hablar era poco inteligente acercarse a él, todavía no, su corazón aún sangraba y ni la protección de su compañero la salvaría de algún rasguño, mostró sus dientes cuando sintió su aroma.

—Hunter...

Gruñó, y Kaylee se detuvo.

—No digas nada ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué me torturas?

Estaba demasiado bien sin verla, sin sentir su aroma impuro, mezclado.

—Yo... No quise lastimarte.

La miró a los ojos, la bestia en su interior se revolvió, no quería tenerla cerca.

—Tus palabras no tienen ningún valor para mí —la frialdad con la que le habló le hizo llorar—. Vuelve con tu compañero y no regreses aquí.

—Aún pertenecemos al mismo clan —le contestó entre lágrimas.

Y él lamentaba eso, porque de no serlo, castigaría el engaño tal y como se hacía bajo las reglas cambiantes. Aunque no estuvieran de su lado, porque el castigo solo se imponía con las parejas vinculadas y él nunca logró el vínculo con ella. Pensar en eso dolió más.

—Eso es lo único que me impide alejarme por completo de ti —le dio la espalda a pesar de que su llanto lo hacía pedazos—. Yo te amaba... Pero ahora... —Soltó un suspiro cansado—. Vuelve con tu compañero y no regreses a esta casa a menos que yo te lo pida, algún día podré quizás tolerar tu presencia.

Kaylee se fue en silencio. Desapareciendo en la oscuridad del bosque, Hunter respiró profundo, la había enfrentado, aunque no resolvió nada y todavía le dolía su engaño, pero pudo por primera vez, pensar más allá de sus emociones.

Si era por Tarah... No podía saberlo, pero de una cosa él sí estaba seguro, ella le había dado confianza para seguir adelante.

El amanecer estaba cerca, así que para lograr cansar su cuerpo, decidió hacer los ejercicios de combate que Aiden le había enseñado utilizando una barra de acero instalada en su garaje.

Tarah se limitó a permanecer en el interior casi toda la mañana, sólo salió para llevarle el desayuno, brindándole una cálida sonrisa.

Con la llegada del mediodía Hunter recibió una llamada a su celular.

—Habla Hunter.

—Necesito verte lo más pronto posible en el mismo punto de encuentro de la vez anterior.

—Entendido ¿Se puede saber para qué?

—No es algo que se pueda hablar por teléfono.

—Le avisaré a Aria.

—Adiós.

Sean estaba al pie de la cascada de hielo, estaba vestido con un buzo deportivo gris, unos pantalones negros y zapatillas de montaña.

— ¿Dónde está Tarah? —le preguntó.

—Con Aiden y Riley.

— ¿Pueden asegurarme de que no pensará en escapar?

—No insultes a los miembros de mi clan —respondió Aria mientras se ponía de su lado.

El puma sólo le sonrió.

— ¿De qué quieres hablar?

—Supe lo de su "trabajo" para Curtis Lane, he investigado sobre el Amonium y su uso en cambiantes. Comprobé sus efectos y corroboré su historia, he decido dejarla ir si me lleva a ese hombre.

— ¿La usarás como carnaza? —Dijo Hunter entre dientes—. Eso es muy bajo, incluso para alguien como tú.

—Lo haré si con ello logro dar con uno de los posibles hombres que están interfiriendo con las vidas de los de nuestra raza.

Hunter quiso arremeter contra el puma, pero Aria lo detuvo.

—No usarás a nadie de mi clan, debe haber otra forma.

—Ella no forma clanes, es una guepardo la lealtad no está en sus genes.




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