— ¿Cómo que se fue? —Les gritó Hunter— ¿Cómo lo permitieron?
—Ella fue quien lo decidió — contestó Aiden con su mirada en el suelo—. Quisimos detenerla pero no nos hizo caso.
Hunter estaba furioso, daba vueltas en la sala de estar de su casa como si fuese un animal enjaulado. Eran las cinco de la tarde, y Tarah no estaba. En un descuido se la llevaron de su lado, el leopardo en su interior rugía amenazante.
— ¿Quienes eran? —preguntó entre dientes.
—Ocho hombres, armados — contestó Riley—. El líder era alto de cabello negro y ojos grises, olía a un perfume extraño mezclado con sudor.
El mismo olor que percibió la noche en que salieron al cine.
—He venido tan pronto me enteré —dijo Aria mientras entraba—. Los pumas no tardan en llegar. ¿Hay alguna noticia?
—No —dijo serio—. Un grupo de hombres los acorralaron en un estacionamiento y se la llevaron —la indignación colmaba su voz.
Él era su guardián, y ahora la había perdido, había fallado en su misión de protegerla, su leopardo se arrolló en su mente.
Unos golpes sonaron en la puerta.
—Adelante —exclamó Aria.
Sean avanzó en el interior junto a tres hombres desconocidos, un cuarto hombre los seguía desde atrás. Luke Mckane.
Hunter sacó sus garras enfrentando al puma quién esperaba listo para cualquier ataque.
— ¡Sal de aquí! —le gritó.
— ¡Hunter! —Aria se interpuso entre los dos— ¡Basta ya! No es momento para pelear, hay que buscar a Tarah.
— ¿Y por qué está este infeliz aquí?
—Cuidado con lo que dices — añadió Sean, avanzó hasta ponerse al lado de Aria.
—No quiero verlo aquí.
—Escúchame bien Hunter —Aria se puso en su línea de visión de modo que sólo podía verla a ella— ¿Quieres encontrar a Tarah? La única forma de hacerlo es con su ayuda.
— ¿Desde cuándo necesitamos ayuda?
—Eso no importa, debemos centrarnos en buscarla, dijiste que ella tenía un microchip de rastreo ¿Todavía funciona?
—Se lo quitamos cuando la traje aquí —su voz se volvió un murmullo, su mirada seguía en los ojos del puma.
—Aún lo tiene — dijo Aiden en voz baja.
De pronto todas las miradas estaban sobre él, provocando que bajara la cabeza y retrocediera un par de pasos.
— ¿Qué dijiste?
—T-todavía lo-lo tiene —Aiden aclaró su garganta, el miedo se notaba en su voz—. Lo escondió entre su ropa cuando salimos de aquí.
—Roguemos por que funcione y que no lo hayan descubierto — Aria tranquilizó a Aiden.
Hunter sacó su celular y activó su rastreador, el punto titilante seguía en el mapa, pero en un lugar diferente.
—Sigue activo, está en una zona de Los Ángeles, California.
Sean puso sus manos en sus bolsillos y caminó de un lado al otro por la sala, pensando.
—Mi equipo encontró información sobre Curtis Lane —dijo con voz solemne—. Tiene una agencia de seguridad privada, justamente en Los Ángeles.
— ¿Y ese quién es? —susurró Riley.
—No hables —le respondió Aiden en el mismo tono.
Aria miró a los tres sumisos y les ordenó con un gesto que se fueran.
—Debemos ir a Los Ángeles —le dijo Aria al alfa puma.
— ¿Cómo podemos asegurarnos que no han tirado el microchip para despistar cualquier intento de rescate?
—Es la única pista que tenemos —habló Luke—. Hay que seguirla.
—Armaremos dos equipos de búsqueda, necesitamos los mejores rastreadores de ambos clanes para encontrarla.
—No —interrumpió Hunter—. Tengo una mejor idea.
Aria se dio vuelta, dándole la espalda a Sean.
—Dime, Hunter —le ordenó.
—Dos equipos de rastreo de cinco cada uno, una vez que los equipos lleguen a la ciudad, enviaremos equipos de soporte para localizar y detener a todos los guardias que intenten proteger a Curtis Lane.
— ¿Cómo sabes eso? —le preguntó Sean.
—Pienso como el delincuente, si la ha llevado a ese lugar es porque cree en su seguridad, una agencia privada es una gran fachada para cualquier negocio sucio.
Aria se acercó a Hunter, probando su fuerza con su mirada, en el estado en el que estaba podía enfrentarla, todo su cuerpo clamaba violencia, su leopardo agitado quería ir en busca de su guepardo.
—Bien, tú irás con Liam, Alexei, Carter y James en uno de los equipos.
— ¿Por qué no dejas a Carter y James aquí? Si van conmigo el clan quedará desprotegido.
—Ethan y Louis pueden reemplazarlos —respondió Sean— Luke, Thomas, Sam, Leo y Gabriel irán en el segundo equipo.
—Está bien, prepararé a mis muchachos, tú prepara a los tuyos —miró al puma y luego regresó con Hunter—. Lleva el microchip que guardas en tu cajón, les servirá a los grupos de apoyo.