Luke remató a su atacante con un golpe certero en el pecho, justo en el corazón, con la fuerza suficiente para hacerlo caer de espaldas en el acto, dejándole totalmente fuera de combate.
La agencia estaba limpia de agresores, los cuerpos yacían en el suelo, por todas partes, sólo se oían algunos que se quejaban de sus heridas.
Aria y los suyos estaban en un extremo mientras que Sean y su equipo estaba del otro lado, comprobando que todos los secuaces de Curtis Lane estuviesen sometidos y desarmados.
De pronto el ruido del cerrojo de una puerta los puso a todos en alerta, Aria comenzó a disparar en esa dirección y los demás le siguieron, en una lluvia de balas que habría matado en el acto a cualquiera que quisiese salir por esa puerta.
— ¡Alto el fuego! —gritó una voz conocida, Ethan.
— ¡Civil en el blanco! —les gritó Sean a todos— ¡Alto el fuego!
Ethan y Louis salieron por la puerta, yendo directamente con el grupo de Aria. Detrás de ellos apareció Liam quien fue abrazado por las mujeres de su clan.
— ¿Dónde está Hunter? —oyó preguntarle Aria a Liam.
Luke escuchó un leve murmullo y por la misma puerta apareció Hunter, cargando en sus brazos a la chica que buscaban, tenía sangre seca en sus manos, en su ropa y en su cara. Ella se aferraba a él con fuerza mientras descansaba su cabeza sobre su pecho.
Luke inició un aplauso por su victoria, que fue seguido por todos los presentes. Hunter, indiferente ante los aplausos, avanzó hasta su Alfa y habló con ella en voz baja, no pudo oír nada, y si hubiese podido, no lo habría hecho por respeto al clan de su compañera.
Lo vio desaparecer por la puerta, como si fuese el dueño, como si la chica que cargaba fuese el tesoro más valioso del mundo. Tenía un presentimiento con respecto a esos dos, por la forma en que se susurraban cosas mientras avanzaban, pero no se atrevió a aventurar cosas de las que no estaba seguro.
—Ya han salido todos —le dijo su alfa—. Es hora de que actúe el equipo de limpieza.
—No han salido todos, aún falta Alexei —le respondió Aria.
—Mis oídos zumban —se oyó un eco detrás de la puerta.
Alexei salió cargando a otra chica, muy delgada, su cabello estaba hecho un nido de ratas, literalmente, su piel se veía pálida, llena de rasguños y suciedad. Lucía aterrada. Luke miró a su Alfa quien veía a la chica con interés, y preocupación. Sean se acercó y como si hubiese visto un fantasma la chica se aferró con fuerza al cuello de Alexei, como si con eso pudiese desaparecer de la vista.
—Ella es un puma —dijo Sean con tranquilidad—. No sé quién es, pero puedo cuidarla.
— ¡No! —exclamó la chica con terror— ¡Por favor, por favor no me dejes! —Le rogó al borde de las lágrimas— ¡No me dejes con los pumas!
Alexei miró a Sean como diciéndole "No voy a dejarla" dio media vuelta y con el consentimiento de Aria salió con la chica afuera.
—Ya no hay nadie más —Sean le dio una señal para que llamara al equipo.
—Shh... Escucho algo, se acerca.
—Por el amor al cielo —bufó Sean— ¿A quién más esperas?
Luke oyó ruidos de garras rasguñando el piso, jadeos, gruñidos de temor, y en un instante cinco leopardos de las nieves salieron como estampida de ciervos en dirección a ellos. Sean les apuntó pero Aria lo detuvo con una mirada y se puso frente a los felinos asustados.
Se detuvieron frente a ella.
Sean la miró con sorpresa mientras se acercaba a aquellos animales.
— ¿Son salvajes? —le preguntó.
—No, son cambiantes —le respondió a la vez que se agachaba quedando a su altura—. Son cambiantes.
Los cinco felinos alzaron sus orejas y miraron hacia atrás, rodearon a Aria poniéndose en posición defensiva.
—He aquí la encantadora de leopardos —bromeó Sean.
—Cierra la boca, alguien se acerca.
— ¡Estoy desarmado! —Exclamó un hombre— ¡No soy una amenaza!
Un hombre alto, moreno y de ojos aguamarina caminó lentamente por la entrada de ese pasillo, tenía sangre por todo su cuerpo al igual que Hunter, se detuvo al ver a Aria, con un llamativo interés. Luke vio como Sean ponía sus manos en puños apretados.
— ¿Quién eres? —le preguntó apuntando con su arma.
—Michael Douglass —respondió levantando las manos ensangrentadas—. Curtis Lane está muerto, yo lo maté.
—Es un leopardo de las nieves —añadió Aria—. Junto con estos cinco vendrá conmigo.
—No puedes llevarlos —habló Sean con dureza—. No sabes si son confiables o no.
—Eso lo juzgaré yo —le respondió ella en tono cortante—. Vamos.
Luke llamó por el audífono al equipo de limpieza que debía deshacerse de los cuerpos mientras que Sean y Aria le explicaba a los policías que llegaron lo que había sucedido. Un criminal había cometido actos horribles en contra de los cambiantes y había sido asesinado en respuesta. Ojo por ojo, nadie los culparía por haber puesto bajo tierra a un tipo como Curtis Lane.