El Desafío de las tres Lunas

Encuentro Nocturno.

El Descubrimiento.

Anastasia se quedó sola en el cubículo 3-A mucho después de que los analistas de Liam hubieran abandonado el bullpen. El silencio de la noche en el piso de Manhattan era tan denso como la presión en su pecho. El expediente de "Los Restos de Leda" era más complejo de lo que Liam había dejado entrever. No era solo una colección; era un puzzle legal y ético.

La colección, vendida por el misterioso barón Alistair Vane, estaba repleta de estatuillas de bronce grecorromanas y artefactos bizantinos. La valoración de mercado era astronómica, pero había una anomalía en un conjunto de seis estatuillas: las "Seis Gracias Negras".

Al revisar los documentos de procedencia, Anastasia encontró un hueco. El certificado de adquisición de 2017, la fecha en que Vane supuestamente las había comprado, era una falsificación burda. Pero el verdadero problema no era la falsificación en sí, sino el papel subyacente que había escaneado para su análisis.

La nota original estaba redactada en un dialecto italiano antiguo, y no era una factura de compra. Era una nota de envío, con un sello de aduanas que la ubicaba en un país bajo un embargo estricto, confiscada por una milicia en 2016. Las estatuillas habían sido saqueadas.

Esto no era un simple fraude financiero; era un crimen de guerra cultural. Y si Liam St. Clair las había comprado, estaba a un paso de ser cómplice de tráfico ilegal.

Anastasia sintió un escalofrío de excitación y terror. Tenía el arma. Había encontrado la grieta en la armadura del imperio de Liam.

Miró su reloj: 11:45 p.m. La oficina de Liam estaba oscura, la única luz provenía de los seis monitores gigantes que proyectaban gráficos abstractos en tonos azules y grises.

Necesitaba confrontarlo cara a cara. Si le enviaba el informe por correo, él podría borrarlo o manipularlo. Tenía que obligarlo a reconocer la verdad.

Recogió el dossier, el peso de las estatuillas saqueadas en sus manos, y caminó lentamente hacia la oficina de la esquina.

La Intimidad de la Noche.

La puerta de cristal estaba sin llave. Anastasia deslizó la mano sobre el frío pomo y entró.

El despacho era cavernoso en la penumbra. Liam no estaba en el escritorio. Estaba en el pequeño salón de descanso, cerca de la pared con vistas a la ciudad dormida. Había un vaso de whisky en la mesa baja y un puro que humeaba lentamente en un cenicero de cristal.

Llevaba puesta solo una camiseta de manga corta y pantalones de traje que se negaba a quitarse. Estaba descalzo. El aspecto era menos de CEO y más de un cazador esperando en su guarida.

—Tarde, Anastasia—su voz era grave y tranquila. —Asumí que habrías huido a la primera oportunidad. O, peor, que intentarías fingir que no encontraste nada.

—Encontré algo—dijo ella, avanzando y arrojando el dossier sobre su mesa. El ruido de los papeles resonó. —Lo has complicado. No se trata de una falsificación. Se trata de crímenes de guerra.

Liam se levantó lentamente, sin prisa, observándola con una intensidad que la obligó a tensarse.

—Explícate.

Ella abrió el expediente y señaló la nota de envío confiscada. —Estas "Seis Gracias Negras" no fueron compradas en 2017. Fueron saqueadas en 2016 de un sitio bajo embargo. Las aduanas son falsas, St. Clair. Y tú lo sabías. Nadie compra una colección de este calibre sin hacer una diligencia debida exhaustiva.

El silencio se hizo espeso, interrumpido solo por la luz de los monitores.

Liam caminó alrededor del escritorio, acercándose a ella hasta que estuvieron separadas por apenas el ancho de su mano. Él no miró los papeles. Miró sus ojos.

—Te contraté para que encontraras la verdad. Felicidades. Lo has hecho.

—¿Y ahora qué? ¿Vamos a encubrirlo?

—Oh, Ana—él suspiró, el aliento caliente sobre su cara. —Siempre tan ingenua. Por supuesto que no. El barón Vane intentó venderme un negocio. Y yo lo compré sabiendo que había un riesgo que alguien como tú detectaría.

Levantó una mano y la apoyó suavemente en el borde de la mesa, cerrando el espacio entre ellos.

—Hay dos opciones aquí. La primera: llamas al FBI, arruinas mi acuerdo, destruyes el valor de la colección y, de paso, violas la cláusula de confidencialidad de tu contrato. La Galería Blackwood recibe una demanda que no puede pagar, tu fusión se desmorona, y pierdes todo lo que has luchado por mantener.

Su dedo se movió hasta el pliegue de su codo.

—La segunda: tú y yo, a las puertas del amanecer, trazamos una estrategia. Usaremos esta evidencia no para arruinar, sino para renegociar. Yo expongo al barón Vane por tráfico, me quedo con la colección como "prueba" por un valor nominal, y tú me ayudas a legitimar las piezas de procedencia limpia. Mi éxito, Anastasia, es tu éxito.

La cercó completamente. Ella no podía moverse. Estaba atrapada entre la mesa y su cuerpo.

—Lo que me ofreces es chantaje—susurró ella, sintiendo el aroma amaderado de su perfume.

—Es el mundo real, Anastasia. Un mundo que tú y tu pequeña galería de arte nunca podrían permitirse. Ahora, dime. ¿Qué hacemos?



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En el texto hay: suspensepsicológico

Editado: 21.11.2025

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