La Confianza Rota y Reconstruida.
Anastasia regresó a Blackwood a la velocidad de la luz. El taxi la dejó en la acera y corrió hacia la galería, ignorando las miradas extrañadas. El equipo de St. Clair debía estar a minutos de llegar.
Encontró a Ethan en su estudio, de pie junto a su escritorio, con una expresión de resignación. Estaba revisando la copia de los libros de contabilidad que Clara le había entregado, con la entrada de Ariadne Holdings marcada en rojo.
—Clara ya me lo enseñó—dijo Ethan sin levantar la vista. Su voz era plana, desprovista de emoción. —Ella cree que nos vendiste, Ana. Y para ser honesto... el rastro es bastante claro.
Anastasia cerró la puerta de golpe, haciendo que el eco resonara en la sala.
—No me vendí, Ethan. Me usaron. Y acabo de demostrarlo.
Se acercó a él, sacó su teléfono y le mostró la imagen que había tomado en el Archivo de St. Clair: la orden de transferencia de Ariadne Holdings.
—Mira la nota al margen—dijo, señalando la caligrafía de Liam.
Ethan tomó el teléfono con manos temblorosas y leyó la frase escrita a mano: "Book transaction under Blackwood: 'IP Right Acquisition' to conceal source of funds."
Sus ojos se fijaron en la caligrafía. Era inconfundiblemente la de Liam St. Clair. Era una orden de encubrimiento, una admisión clara de que la transferencia no era de Blackwood, sino que se había disfrazado como tal para desangrarlos.
El color drenó del rostro de Ethan. El shock y el alivio lucharon en su expresión. El alivio por la inocencia de Anastasia, el shock por la perfidia absoluta de Liam.
—Él... él lo planeó todo, hasta el último centavo—murmuró. —Te incriminó. Te convirtió en la traidora perfecta ante nuestros ojos.
—Liam me dejó ver esto, Ethan. Lo ha hecho para que sepa que la verdad está ahí fuera, pero que no tengo a dónde ir. Sabe que si lo revelo, el acuerdo se cae y Blackwood se enfrenta a una multa por ruptura del 20% del valor, y todo el mundo, incluida Clara, seguirá creyendo que yo soy la responsable de crear el agujero.
Se inclinó sobre su escritorio, su voz un susurro desesperado.
—No podemos luchar contra él con procedimientos. Necesitamos anular el acuerdo. Necesitamos un escándalo, una crisis de reputación. Liam St. Clair valora su imagen de "salvador" de la cultura.
Ethan la miró, finalmente viendo de nuevo a su amiga, no a la fría consultora de St. Clair. —¿Qué sugieres?
—Necesito que lo filtres. Que uses tus contactos, Ethan. No los de la galería, sino los viejos. El periódico de arte de Berlín, el regulador, el consejo de museos. Necesitan saber que St. Clair Global está utilizando esquemas de shell companies para desestabilizar instituciones culturales y luego comprarlas a precio de saldo.
Era la jugada nuclear. La filtración arruinaría la fusión, pero el impacto mediático del escándalo Ariadne Holdings mancharía el nombre de Blackwood por asociarse con el esquema, aunque Anastasia fuera la víctima. Era la única manera de matar al dragón.
Ethan tomó una respiración profunda, su mirada fija en el teléfono. —Si hago esto, el fuego quemará nuestra reputación. Pero Blackwood seguirá siendo nuestra.
—Y la integridad de St. Clair quedará en entredicho. Es nuestra única baza. Tienes mi foto. Haz la llamada. Ahora.
Él no dudó. Se levantó, tomó su teléfono y empezó a teclear un mensaje codificado a una periodista de un influyente medio de arte en Europa, una mujer en la que confiaba implícitamente para seguir el rastro del dinero.
Justo cuando estaba a punto de pulsar "Enviar", el timbre de la galería sonó en la planta de abajo, un sonido formal y seco que anunció la llegada de los lobos.
—Están aquí—dijo Ethan en un tono monótono, sin dejar de mirar el mensaje.
—Ahora o nunca—dijo Anastasia, asintiendo.
Ethan pulsó "Enviar" y el mensaje se fue al éter. El silencio se instaló, pesado y absoluto, un momento de tregua antes del caos que acababan de desatar.
—Vamos a enfrentar al equipo de Liam—dijo Anastasia, enderezándose. —Pero esta vez, sé por quién estoy luchando.