El Descenso de la Bruja

La Muerte de la Dama Roja

En todas las culturas, la muerte es un punto indispensable, un complejo complemento de la vida. Es un gran listón dividido en 2 partes, una en la que das y otra en la que recibes. Este listón presenta el periodo en el que vives y el periodo en el que estás muerto. Todo lo que hagas al dar marcará tu destino en el recibir. La gran mayoría de culturas coinciden en que hay vida después de la muerte. Pero... ¿Qué pasa cuando estas dos partes chocan? ¿Qué coincidencia podría ser capaz de lograr esto? La magia siempre será incomprensible para los que no se relacionan con ella. La magia es un listón en blanco, infinito e inalterable.

Una joven mujer se encontraba recargada en la ventana de una oscura habitación, miraba un gran bosque con melancolía mientras acariciaba el pelo de un lindo pastor belga.

—Hmm... ¿Cuándo podré volver a salir, madre mía?

—Pronto, hija... No falta mucho para volver...

Aquella tenue y temblorosa voz resonó en toda la oscura habitación.

—¿Sabes algo, pequeña?

—¿Sí, madre?

—Tengo hambre, hija...

—Entiendo, madre.

La joven se paró en aquella ventana y saltó al vacío, estrellándose en unas rocas al lado de un río.

Iglesia Sv. Josipa. Karlovac, Croacia 1967.

Las frescas noches de la provincia de Karlovac son dignas de un poema y una fotografía, inalterables, airosas y hermosas.

Mientras cerraban la pequeña iglesia, una mujer llegó corriendo mientras gritaba y mantenía una expresión de horror.

—¡Sacerdote, sacerdote, ayúdeme por favor! —gritó la mujer aferrada a la sotana del cura de rodillas.

—¡Calma, hija, calma! ¿Qué ha ocurrido?

—¡Mi hijo, señor! ¡Mi hijo está siendo atacado! Habla raro... ¡Y no está tocando el suelo! ¡También hay algo más en la casa! ¡No sabemos que hacer! ¡Ayúdenos, por favor!

La mujer rompió en llanto mientras golpeaba el suelo, gritando y pidiendo ayuda. El cura tomó lo que pudo y se dirigió a la cabaña con la mujer aun aterrorizada.

Cuando el sacerdote llegó a la cabaña ya habían varias personas atemorizadas afuera quienes corrieron a recibirlo.

—¡Ya llegó el sacerdote!

—¡Señor cura, le hemos hablado a la policía, pero no han llegado!

Chillidos de cerdos y gritos humanos se escuchaban en el interior mientras el suelo vibraba levemente. Todos retrocedían con temor de lo que estuviese dentro.

—Santo Dios... ¡Todos, retírense inmediatamente! —exclamó el cura ahuyentando a las personas con sus brazos.

Aferrado a su Biblia y sus botellas, el cura entró con bravura. Cuando llegó a la habitación el joven rebotó violentamente de la pared salpicando todo de sangre mientras gritaba por piedad.

—¡Ugh! ¡Sacerdote, váyase de aquí!

Del otro lado de la habitación, el cura vio algo que jamás olvidó, quedó hasta en lo más profundo de su cuerpo. Un cerdo antropomorfo de unos 2 metros, con el cuerpo desnutrido que encontrarías en una persona y unas apófisis espinosas tan grandes que parecieran le iban a desgarrar la piel. Casi cubierto por la sangre del joven, la criatura estaba tratando de subir por las paredes, entonces cayó y lo vio mientras chillaba.

—¡Atrás, bestia inmunda! —gritó el cura con horror mientras mostraba un crucifijo y retrocedía temblando.

La criatura chilló aún más fuerte, de un pisotón quebró ambas piernas del joven y corrió en cuatro patas hacia el cura.

—¡Ayuda, Padre mío!

El cura intentó correr de la criatura, pero esta lo sujetó de una pierna y lo lanzó desde la sala hasta la cocina.

—¡Ay, por Dios! ¡Ayuda, ayuda!

El padre veía con terror como estaba inmóvil con sangre y astillas en todo el cuerpo, desesperado se arrastró con una mano gritando por clemencia.

La bestia corrió hacia él chillando cada vez más fuerte. Mientras extendía su mano para apretar la cabeza del cura, este lanzó agua bendita. El agua quemó la mano de la criatura y empezó a soltar vapor, haciendo que soltará gritos humanos y chillidos todavía más fuertes.

—¡Dios nos protege y está...

Cinco disparos impactaron en la espalda del animal, la policía había llegado.

—¡¿Qué es esa cosa?!

—¡Gracias a Dios! —exclamó el cura llorando—. ¡Aquí esto...

La criatura reaccionó con furia y pateó al cura, estampándolo contra la pared y dejándolo inconsciente. Giró en dirección a ambos policías y empezó a caminar erguido lentamente.

—¡Fuego! ¡Fuego!

—¡No le pasa nada! ¡Sargento, sargento!

—¡Por mi madre! ¡¿Qué es esta aberración?!

Las balas perforaban su cuerpo y hacían que explotara sangre, pero el animal no se detenía, chillaba y chillaba mientras caminaba, advirtiendo a los oficiales su destino.

—¡Vámonos, por favor!

Un sonido agudo empezó a elevarse, algo estaba cargando. Un fuerte disparo resonó en todo el lugar mientras el pecho de la criatura era perforado, el animal gritó y chilló tan fuerte que derribó a los policías. Huyó destruyendo la pared trasera de la cabaña con dirección al bosque.

Tres hombres con uniformes entraron al lugar, revisando todo y sacando a los policías.

—Por Dios, ¿viste de que tamaño era?

—Debió ser categoría 3. Por suerte fue directo al pecho, no durará nada... ¿Cómo está el cura?

—No está muerto... ¡Eh, aquí!

Los tres hombres rodearon el lugar donde le dispararon a la criatura, observando un trozo de carne con un sello negro en forma de ojo sobre la sangre.

—Magia.

—No puede ser...

—¡Vamos a reportar al Centro, esa cosa sigue viva!

Los tres hombres regresaron a una camioneta con un enorme rifle de francotirador con humo emergiendo del cañón, el arma recién disparada. Una silueta empezó a agrandarse detrás de la camioneta y un chillido de cerdo y un grito humano combinado resonaron.

El radio de una gran camioneta roja interrumpió las canciones de dos hombres que viajaban en una carretera en California. Las palabras de aquel locutor enervaron hasta la última persona del continente.




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