“En el siglo XIX Sayen había sido perseguida por los españoles en el sur de Argentina. Corrió por los bosques hasta que llegó al Lago Argentino y se quedó sin salida. Esta muchacha mapuche tenía una relación íntima con la naturaleza. Entonces hizo un pacto con la guardiana del lago para salvar su vida. Sayen quedaría congelada en el fondo del lago hasta que un hombre valiente y de buen corazón pudiera traerla a la vida.
Era el siglo XXI y Leonel estaba de vacaciones en la Patagonia. Le gustaba esquiar. Una mañana salió a esquiar y terminó en Lago Argentino. Tenía como costumbre tirar una moneda a fuentes, ríos, lagos, mares y pedir un deseo. Pidió una compañera de buen corazón. El agua comenzó a burbujear y cada burbuja explotaba como si estuviera hirviendo. Sayen salió del lago y se lanzó a los brazos de Leonel en agradecimiento.
El muchacho la llevó al hospital y ella se hallaba en muy buen estado. Solo Leonel creyó la historia de Sayen de que había vivido dos siglos atrás y que había sido perseguida por los españoles. Leonel vivía en Buenos Aires y llevó a Sayen con él. Ella empezó a estudiar el primario, aprendió a leer y a sacar cuentas. El muchacho estaba estudiando en la facultad. Comenzaron una relación amorosa y se dieron cuenta de que eran el uno para el otro. El destino los había encontrado.”
Editado: 08.05.2019