Después de dejar a Kaylee y su amiga en el estacionamiento del bar de Frank, Luke se dirigió al gimnasio del clan, Cooper y Mark le pidieron transporte.
—No puede ser que no lo veas — le dijo Cooper—. Esa chica está loca por ti.
Luke ya estaba enterado de eso, pues al parecer Kaylee lo encontraba en cualquier parte.
—Tiene dieciocho años —Era un excusa que nadie aceptaba.
—Y se está ofreciendo en bandeja de plata para ti.
—Yo no necesito a una mujer a mi lado.
Ya no. Había pasado bastante tiempo solo y eso le sentaba bien.
—Que triste hermano —dijo Mark— ¿Por qué no le avisas a tu puma?
—¿Qué dijiste?
—Aquí nos bajamos —Mark evadió su pregunta—. Ah y gracias por cambiar el turno de tarde.
Cooper y Mark se bajaron de su auto dejandolo con una enorme duda. No comprendía qué le había querido decir su hermano, él tenía un control perfecto sobre su puma, conocía sus impulsos, sus acciones y necesidades, sus instintos. Kaylee no había cambiado nada.
¿O sí?
Si se ponía a pensar, él le permitía hacer cosas que no le permitía a ninguna otra mujer, como acercarse, hablar sin ningún filtro, observarlo en su trabajo...
Detuvo el auto frente al gimnasio, era pequeño, rústico y con el toque de su clan. Entró y se dirigió al vestidor de hombres, se vistió con su ropa de deporte y fue directo hacia las pesas. Luego de su primer serie de treinta Sean apareció, su alfa se colocó debajo de la pesa más grande.
—Pensé que no necesitabas venir aquí.
—Debo ir a todos los lugares del territorio, ver a todo mi clan, pero siguen sin gustarme estas cosas.
Sean hacía ejercicio por su cuenta, corría treinta kilómetros cada noche.
—¿Has visto a Mandy?
—La he visto ayer, está hecha una furia, ¿Qué número es? ¿La decimotercera?
—Decimocuarta.
—Esto se está saliendo de control Luke, lo sabes, estás rechazando a todas las mujeres del clan, eventualmente eso traerá problemas.
Luke sabía el riesgo de sus decisiones, herir el orgullo de una mujer era algo peligroso, podía tornarla violenta y agresiva.
—Sabes por qué lo hago.
—Sí. —Sean dejó la pesa en su lugar y se sentó en una banca—. Pero han pasado diez años, en algún momento tienes que superarlo.
—Lo estoy haciendo.
-—No, simplemente te estás aislando más y más, no pienso permitir que uno de mis mejores hombres se vuelva salvaje.
—Te aseguró que eso no está en mis planes.
Aunque si consideraba la posibilidad de abandonar el clan.
—Acepta a una mujer Luke, no puedes vivir eternamente en el pasado.
Sean se levantó y antes de salir le dijo:
—Tu turno empieza en una hora.
Y en eso se fue.
Luke se sentía molesto, aunque Sean era su alfa, no le agradaba la orden que le había dado. Él no quería que ninguna mujer tocase su corazón. ¿Por qué entonces cada vez que pensaba en una mujer se venía a su rostro la imagen de Kaylee?
Frustrado por no obtener respuesta fue a las duchas, se vistió con su uniforme y condujo hasta un estacionamiento cubierto. Dejó su auto y corrió los veinte kilómetros hasta su puesto.
Antes de llegar al último perímetro del territorio vio una figura desplazarse entre los árboles, ajustó su vista y siguió caminando en esa dirección. Cuando logro una mejor vista se dio cuenta quien era, Kaylee, en su forma animal.
La reconoció por la mancha oscura y grande que cubría toda su oreja izquierda. Era la única forma de diferenciarla de los demás, Luke no podía usar su patrón corporal.
La siguió por varios metros hasta que ella se detuvo a la orilla de un arroyo, de pronto su cuerpo se tensó, sabía que estaba cerca.
—Kaylee.
Quiso parecer duro y serio, hablar como le hablaba a cualquier otra mujer, pero su boca siempre traicionaba a su cerebro, mostrándole su suavidad.
—Regresa con tu clan.
La oyó exhalar, Luke observó como la brisa mecía su hermoso y espeso pelaje gris. Contuvo la inesperada necesidad de tocarla.
—Estás a cinco kilómetros del río Everside, si lo cruzas estarás en territorio Moon Fighter.
Un recuerdo atravesó su cerebro, la imagen de un puma sangrando, mordido, rasguñado, muerto. Sus garras pincharon su piel, Luke mantuvo su ira a raya, su trabajo era proteger a Kaylee.
—Vuelve con tu clan.
Kaylee se dio vuelta y lo miró con esos ojos grises que le habían fascinado desde el primer momento que los vio, de repente ella mostró sus dientes y se alejó cruzando el arroyo.
Luke la siguió y cuando estuvo a un metro cerca, un proyectil atravesó un árbol.
* * *
El corazón de Kaylee parecía un tambor, casi habían matado a Luke. Si la bala no se hubiese desviado... No, no podía imaginarlo muerto, era algo inconcebible.
—Cúbrete detrás de un árbol, yo pediré refuerzos.
Estuvo a punto de hacerle caso, pero un crujido la detuvo, el tirador estaba cerca y ella era blanco fácil, pero su leopardo insistía en que prestara atención.
— ¿Qué haces? Escóndete.
La voz de Luke era un leve susurro en su mente, estaba en modo depredador, nada podía detenerla y cuando escuchó el sonido de pisadas, se lanzó a la carrera.
— ¡Kaylee!
Luke quedó atrás, ella solo quería atrapar a quien se había atrevido a lastimarlo, corrió atravesando arbustos y malezas, saltando agujeros y troncos caídos, el tirador apareció como una sombra negra en el horizonte, corriendo más rápido que ella.
¿Quién era? Ningún humano podía correr más rápido que un cambiante, ningún cambiante podía mantener tal velocidad por tanto tiempo. El tirador corría como si nada mientras que sus músculos comenzaban a doler, su velocidad se reducía, iba a perder su presa.