Kaylee se tiró en su sillón azul oscuro. Triste, frustrada y enojada. Estaba castigada, Aria le había prohibido salir de los setenta y cinco kilómetros cuadrados que el clan White Claws les había "Cedido". Cincuenta kilómetros de perímetro interno no eran nada, se sentía acorralada. Mientras todos insistían en tratarla como una niña.
"Veinte años parecen no significar nada" se dijo, en ese momento sonaron unos golpes en su puerta "No necesito más regaños" Abrió la puerta y se le encogió el estómago, Aria, mirándola con atención, con esa expresión que podía hacerte suplicar, no había nadie que no temiese cuando ella se enojaba.
Aria era una de esas mujeres cuya apariencia podía ser malinterpretada por cualquier persona desconocida, de estatura pequeña que apenas alcanzaba el metro sesenta y tres, podría hacerse pasar por débil y frágil y con eso aparentar un bajo perfil. Pero quien pensara en eso, no conocía a esta mujer, y Kaylee sabía sobre la fuerza feroz y el salvajismo animal latiendo debajo de Aria, el zumbido de poder en esos ojos de hielo. Porque Aria era su Alfa y una mujer de temer, protectora, valienta y letal, la clase de persona que se esperaría de un líder con temple de acero.
—Ven conmigo —una orden simple y llana, pero imbuída en una dosis de poder que nadie podía ignorar, ni siquiera Kaylee.
Casi temblando, la siguió. Caminaron en silencio por un largo tiempo, Aria era así cuando estaba molesta, a veces el silencio era más hiriente que las palabras y ella lo sabía. Tiempo después, tras haber recitado en su mente un montón de palabras que sirvieran para aplacar el tormentoso temperamento de su líder, Kaylee se sorprendió de encontrarse en la carretera.
Una camioneta negra, vieja y algo oxidada estaba estacionada en un costado. Se acercaron, y si su estómago pudiese hacerse más pequeño, lo habría hecho.
Luke estaba apoyado sobre el capó de la camioneta, su remera negra marcaba su espalda, sus brazos fuertes estaban estirados. Cuando llegaron a la camioneta, Luke la vio, sus ojos azules la detuvieron en su lugar, se veía tan... Perfecto, con su pelo negro apenas recortado, débiles mechones cayendo en su frente. Kaylee quería mirarlo por siempre.
—¿Para qué nos llamaste Sean? Ya le advertí a Kaylee que no se interponga en el trabajo de tus guardianes —la voz de Aria rompió el encanto.
Su mente le exigía hacerse más pequeña y tal vez con eso Aria dejase de estar enfadada con ella, pero su leopardo dictaba otra cosa diferente. Era una tension que lo mantenía en alerta, y aunque el nudo de emociones que sentía crujiendo en su estomago empujaba hacia el hombre apoyado en la camioneta, la tensión ocupaba la mayor parte de sus obligaciones. Porque no importaba su atracción irrremediable hacia Luke, él seguía siendo el lugarteniente del clan White Claws y por ende, una posible amenaza para la seguridad de Aria.
El instinto de Kaylee era proteger a su Alfa, incluso si ella no necesitara tal protección, de otra forma habría traído consigo a más personas del clan, como Liam.
—Descuida preciosa, no han hecho nada malo. —Sean estaba del otro lado, iba vestido con una sudadera gris y vaqueros desgastados con botas de trabajo, mirando a Aria como si ella fuese un postre, su enamoramiento hacia ella se veía a kilómetros de distancia—. Seguro que Kaylee ya te ha informado sobre lo que sucedió ayer.
¿Qué mujer era capaz de resistirse a tan ferviente mirada?
Aria Ashburn.
—Ve al grano Sean.
—Vaya, la mujer sí que es fuerte.
Un tercer hombre apareció del bosque, llevaba una chaqueta de cuero negra, jeans azules y botas negras, tenía el pelo color castaño claro y sus ojos eran de un tono miel suave. No sabía que tipo de cambiante era, su aroma era indistinguible bajo la colonia.
—¿Quién es él? —Preguntó Aria mientras se ponía adelante de ella de manera protectora.
No por nada se había ganado el puesto de Alfa y madre del clan...
El hombre sólo sonrió.
—Es tan aterradora como me dijeron, en serio me has dado un escalofrío.
—Él es Derek Miller —contestó Sean—. Alfa del clan Moon Fighter.
Un lobo. Kaylee sintió que las yemas de sus dedos picaban con las puntas de sus garras aproximándose. Ella entendía el concepto de no meter a todos en el mismo saco, pero los lobos se lo ponían dificil, sobre todo con el historial con el que cargaba el clan.
—¿Qué quieren? —Aria preguntó.
Sean sostuvo su mirada, era evidente que eran el uno para el otro, ¿por qué Aria no quería darse cuenta? Mil cosas dieron vueltas en su estómago al imaginar a su Alfa vinculada y feliz con una pareja, si fuera Riley habría dado un chillido de emoción, pero este era un asunto que requería seriedad.
—Queremos que Kaylee y Luke formen un equipo para rastrear al que se infiltró en nuestro territorio y casi lo mata.
Su corazón dio un vuelco.
—Ese tipo ya debe estar en el fin del mundo.
—No lo creo, hay amenaza de una tormenta muy fuerte para este fin de semana, las carreteras estarán cerradas por tres días a partir de hoy.
Aria miró al alfa puma a los ojos, el desafío era evidente, Kaylee sabía que podía enfrentarse con cualquier cosa más grande que ella.
—¿No eres el que siempre se jacta de tener el mejor equipo, la mejor tecnología, los mejores hombres? ¿Por qué no pones a uno de los tuyos en esto?
Sean sonrió.
—Porque reconozco que los cambiantes de tu tipo poseen una habilidad e inteligencia extraordinaria, además, Kaylee estaba en su forma animal cuando sucedió el incidente y Luke estaba de espaldas, la única forma que el tirador tenía para identificar a mi lugarteniente era la franja roja en su uniforme.
La sangre de Kaylee se calentó al recordar el intento de asesinato, alguien lo había elegido como presa y ella quería atraparlo a como dé lugar. De reojo, fue hacia Luke, su semblante era sereno pero en sus ojos brillaba la tormenta implacable.