Luke estaba inmerso en una furia que apenas contenía, los celos mezclados con el instinto de posesión le hicieron tomar medidas contra el macho que tenía los ojos en ella. Kaylee era suya para proteger, le pertenecía a su clan.
—Entiendo el mensaje —dijo Walker con las manos en el aire— ¿Pueden decirme quienes son de una vez?
Sin quitarle la vista a Walker, Luke tomó a Kaylee de la mano.
—Soy Luke Mckane y ella es Kaylee Summers, mi pareja.
—Que romántico, no me interesa ¿Qué quieren?
—Queremos hacerte unas preguntas sobre una persona que, según la información que tenemos, tú conoces —dijo ella con serenidad mientras que con su mano libre le mostraba la imagen en su celular.
—Sí, lo conozco ¿Para qué lo necesitan? Va a venderme una buena motocicleta esta tarde.
— ¿Sabes quién es y cómo se llama?
—Jackson Cordell, es un cambiante guepardo que nos solicitó un permiso para quedarse un par de meses en la ciudad con su hermana.
—Eso explica todo —dijo Luke.
Kaylee dejó de mirar al lobo para dirigir sus ojos grises hacia él.
— ¿Qué? —preguntó al mismo tiempo que su pulgar rozaba su mano.
—La velocidad, la falta de aroma, la incapacidad de reconocerlo.
—Un momento ¿Qué sucede? — preguntó Walker—. Siento que me estoy perdiendo de algo.
Luke lo miró a los ojos.
—Él intentó matarme.
Walker sonrió con malicia.
—Admiro sus agallas, alguien quiso atrapar a un gato para hacer un tapado con su pelaje.
—Tendré tu pellejo en mi habitación si no cierras la boca —contestó entre dientes.
Sin embargo, su amenaza no le quitó la diversión en el rostro del lobo.
—Hay algo que no entiendo —dijo Kaylee— ¿Qué hace él aquí? Este es territorio Moon Fighter ¿O no?
— ¿Además de jugar al asesino? —ambos miraron a Walker con expresión seria—. Los guepardos no forman clanes, forman familias, un macho una hembra, varios hijos que se largan una vez llegan a la madurez, no son como nosotros.
Walker se encogió de hombros mientras apoyaba todo su peso en el marco de la puerta.
—Dijiste que iba a venderte una motocicleta ¿Puedes llevarnos con él?
—Aún no le he confirmado el día, la hora y el punto de reunión.
—Dile que irás en media hora al edificio Sky Dawn.
Walker se sorprendió por la orden de la mujer.
— ¿Y que también llevo a un puma y a una cambiante no identificada? Si, estará encantado de verlos.
—El sarcasmo no es necesario y para tu información soy un leopardo de las nieves.
— ¡Asombroso! —exclamó—. Creí que ustedes eran un mito.
Kaylee exhibió sus dientes y suspiró, bajó la mirada y luego volvió a hablar.
—Tengo una idea que puede funcionar, dile que no podrás ir, inventa una excusa urgente a la cual no puedes faltar, y que en tu lugar irá tu hermana.
—No tengo hermanas.
—Tú prima.
—Tampoco.
— ¡Inventa una!
Walker sonrió ante la exclamación de Kaylee.
—Está bien, solo hay un problema, tu dulce olor, no es igual al mío y el rastro de mi clan no está ahí, hueles a una flor exótica mezclada con miel.
Luke apretó su mano cuando el lobo inhaló profundo.
—Puedo decir que es un caro perfume importado, y usar alguna prenda decente que tenga tu olor.
—De ninguna manera — intervino Luke, la sola idea de que ella portara un olor de un macho extraño lo hacía querer reventar y eso era un alarmante comportamiento que debía controlar y arreglar de inmediato—. Tiene que haber otra opción.
Walker había desaparecido en el interior de la casa.
— ¿Se te ocurre algo mejor?
Luke pensó cualquier cosa que pudiese servir, y no encontró nada, Kaylee era el cerebro en esta operación.
—No.
—Confía en mí. —Lo miró a los ojos—. Estaré bien.
—He aquí mi mejor prenda. — Walker apareció con una chaqueta de cuero negra con el interior hecho de lana.
—Apesta.
—Gracias, creo que le quedará perfecta —dijo mientras cerraba la puerta.
—Tú vienes con nosotros lobo —dijo Kaylee.
—Ya les di el nombre, lo cité y les di mi ropa ¿No es eso suficiente?
—No, ahora ponte algo de ropa decente, te prometo que no llegarás tarde a ninguna de tus citas.
Con una mueca de desagrado Walker se fue, Kaylee hizo el movimiento de ponerse la chaqueta pero Luke la detuvo.
—Aún no —le dijo.
Esperaron bajo la lluvia, tomados de la mano. A pesar del frío la piel de ella seguía caliente, su aroma distorsionado por el agua se mezclaba con el aire fresco, delicioso en su nariz. Kaylee se acercó más de modo que ambos quedaron pegados hombro con hombro.