Kaylee se puso la chaqueta de Walker y tomando una gran bocanada de aire caminó hacia el interior del estacionamiento. Para el ojo humano estaba oscuro, pero para el ojo cambiante apenas se podía ver, no tenía buena iluminación pues solo contaba con dos hileras de ventanas sin vidrios en los costados.
Estaba semi vacío, solo habían dos camionetas de carga estacionadas una de cada lado.
Cuando ajustó su vista notó a un hombre alto de piel oscura.
—Hola —dijo con una gran sonrisa—. Usted debe ser Jackson ¿Verdad?
—Así es y tú debes ser...
—Mía Dawson mi primo me envió para comprar una motocicleta.
El hombre la observó con atención durante un momento, sus ojos se volvieron amarillos, con un gesto de aprobación se movió y de las sombras empujó una motocicleta todo terreno amarilla.
"Heureka"
—Está en muy buen estado, Walker me ha estado hablando toda la semana de lo mucho que quiere tener una de estas ¿Por qué la vendes?
—Necesito el dinero.
— ¿Problemas?
—Algo así, estoy en el punto de mira de unos cambiantes, accidentalmente me metí a cazar venados en un territorio ajeno, ahora necesito desaparecer de aquí.
—Creí que tenías permiso para quedarte aquí.
— ¿Quién te dijo eso?
—Walker.
—Hueles muy raro niña.
Los nervios afloraron en su pecho, pero ella trató de verse inocente y tranquila.
—Chanel Rose, un perfume importado, Walker me lo regaló por mi cumpleaños.
—Dile a tu primo que ya no le venderé mi moto.
El corazón de Kaylee dio un vuelco, la voz profunda del guepardo ya no era para nada gentil.
— ¿Por qué no?
—Porque Walker Dawson no tiene primas.
Sacó un arma y antes de que ella pudiese reaccionar le disparó en la pierna.
Kaylee sintió un dolor agudo, como si algo la estuviese pinchando. Trastabillando palpó su pierna y notó un cilindro de metal. Un dardo.
"Genial" se dijo, relajando su cuerpo y cayendo al suelo. Había algunas ventajas sobre ser un mito, muy pocas cosas sobre la biología podían saberse. Este guepardo no sabía que los leopardos de las nieves no reaccionan ante los tranquilizantes, ni ante cualquier tipo de droga.
Unas luces se encendieron y la cegaron por completo, escuchó el sonido de pasos apresurados. Un par de manos la tomaron y la levantaron. Pero no eran Luke y Walker, porque la encerraron dentro de una camioneta.
Kaylee fingió dormir, mientras oía las puertas cerrarse, dos hombres estaban con ella. La camioneta arrancó, podía haberse transformado, podía haber luchado, pero quería ver a donde llegaba todo esto.
Permaneció en silencio por un buen tiempo, esperando con paciencia que los hombres hablasen. No sabía cuál era su destino, ni por cual ruta estaba viajando.
— ¿Qué haremos? —dijo una voz profunda, era la de Jackson.
—Seguiremos con el plan —contestó una voz rasposa y grave, que le parecía conocida.
— ¿Qué pasará con la niña?
—La dejaremos oculta en el sótano de Jerry en la montaña hasta que todo este hecho.
— ¿Y el puma?
—Ese problema se resolverá solo, nos seguirá y caerá en la trampa.
— ¿Cuándo será la junta?
—Mañana a las nueve de la mañana, ustedes estarán esperando desde las seis ocultos cerca del punto de reunión y cuando Sean y Derek aparezcan ¡Bam! Un par de balas y al foso de tierra —la voz se hizo más suave y entonces la reconoció—. Recuerda muchacho, deben ser precavidos, la manada siempre vigila.
Kaylee se transformó en un segundo y atacó a los dos hombres que estaban con ella, no fueron rivales para su fuerza, gritaron despavoridos cuando les desgarró el cuerpo.
— ¿Qué sucede ahí atrás? ¡Controlen a esa mujer!
Pero no había nadie para obedecer esa orden. Ella estaba buscando subir la manija de la puerta cuando sintió otro pinchazo, esta vez en su hombro.
La manija cedió y las puertas se abrieron, lanzándola hacia el duro pavimento, dio un par de tumbos y cuando se detuvo se quedó quieta, simulando estar muerta para evitar que retrocedieran y la persiguieran. Afortunadamente sus captores siguieron su camino.
Sin tentar a su suerte, se quedó inmóvil unos minutos más, después de asegurarse de no oír nada más que el sonido del viento, se puso en movimiento.
Tenía que encontrar a Luke, tenía que decirle que les tenderían una emboscada, Sean y Derek estaban en peligro.
Corrió sin parar por lo que era una ruta, no sabía en qué dirección iba, pero el camino se inclinaba y Paradise City se encontraba en un valle entre montañas pequeñas, sea cual fuese su orientación debía ir hacia territorio plano.
Poco a poco descendió por el camino, hilera tras hilera de bosque empezaron a aparecer a ambos lados de la ruta. De pronto Kaylee oyó el ruido de un motor, y en el horizonte vio una camioneta negra vieja y oxidada que se acercaba con rapidez.