Una semana después de ser liberados, Kaylee miraba la nieve caer por su ventana, usualmente ella estaría afuera usando su gran pelaje para retozar en la nieve, pero no estaba de humor.
La depresión era su dueña, y solo la dejaba cuando Hunter estaba con ella, pero no podía sentir nada, su corazón estaba entumecido, no podía hacer nada más que fingir sentir algo irreal, era demasiado cobarde como para aceptar su error y decirle la verdad.
Su sentido común le decía que enamorarse de Luke Mckane había sido un grave error, además de que casi le había costado la vida, y de que terminó con el corazón roto. Y ni siquiera el tierno amor de Hunter podía arreglarlo.
Kaylee salió afuera y se sentó en los escalones de su puerta, un leopardo de las nieves apareció entre los arbustos recubiertos por la blanca nieve, era Riley.
Como si comprendiera lo miserable que se sentía, Riley corrió hacia ella y se recostó, apoyando su cabeza en su regazo.
Kaylee rompió en llanto, Riley resopló como si le dijera "Te lo dije" eso lejos de calmarla, la hizo llorar aún más. Dejó que todo el dolor, la bronca y la desesperación salieran de una sola vez, su amiga se sentó dejando que ella hundiera su cabeza en su cuello.
Aun así ella no podía encontrar ningún consuelo, su dolor no disminuyó. Cuando dejó de llorar, se separó de Riley, ella entró en su cabaña y volvió después de unos minutos vestida.
— ¿Ya acabaste?
—Creo que sí —se secó las lágrimas con su remera.
— ¿Ahora entiendes el dicho que dice que no hay que jugar con fuego?
— ¿Desde cuándo te volviste tan arrogante?
—Las sesiones de boxeo de Aiden me han hecho muy bien.
—Me alegra saber que puedes defenderte.
—Aún me aterran los desconocidos.
—Pero puedes golpearlos si se pasan de listos, eso es un gran avance.
Riley la rodeó con un brazo.
— ¿Recuerdas cuando jugábamos en la nieve en el orfanato?
—Sí, siempre ganamos en la competencia de muñecos de nieves.
—La última vez habías roto con Stan, caíste en un pozo depresivo pero igual saliste a armar el mejor muñeco de nieve de todos.
—Era una adolescente.
—Pero sabías que habías cometido un error y lo aceptaste, por eso decidiste salir.
— ¿A dónde quieres llegar?
—Como esa vez, debes salir adelante, si cometiste un error debes enfrentarlo y arreglarlo, si no, sigue adelante con las personas que quieren verte feliz.
Kaylee comprendió su consejo, pero esta vez no era fácil, porque ella no pensaba que lo que sentía por Luke había sido un verdadero error, pero tampoco quería correr a su encuentro como lo había hecho tantas veces.
Dolía tan solo pensar en él.
—Gracias Riley.
— ¿Te sientes mejor?
—Sí, creo que ya sé lo que debo hacer —mintió, no había mejorado y estaba confundida, pero no quería lastimar a su amiga, después de todo ella siempre quería ayudar.
—Bien, debo irme, Aria me ha dicho que quiere verte.
—Iré enseguida.
También necesitaba hablar con ella, tal vez, en su superior sabiduría, ella podría encontrar una forma de decidir qué es lo que debía hacer.
Aria estaba en el bosque, la nieve la rodeaba en un manto sereno, sentada en una piedra lisa, ella siempre buscaba un lugar tranquilo y alejado para pensar, la meditación le ayudaba a controlar su energía.
—Siéntate conmigo.
Le ordenó sin cambiar su posición, Kaylee obedeció su orden, tratando de hacer el menor ruido posible.
—No has cambiado en una semana.
—No siento la necesidad de liberar a mi leopardo.
—Tampoco has salido de tu cabaña.
—Encuentro más agradable permanecer en mi casa.
—Algo extraño te sucede, tu no soportas estar dentro de cuatro paredes por más de un día, dime Kaylee ¿Qué te pasa?
Ella reclinó su cabeza sobre su hombro, en estos momentos necesitaba la guía de su Alfa, su fortaleza.
—A pesar de todo lo que pasó, aún lo amo, y me siento terrible porque soy demasiado cobarde como para decirle la verdad a Hunter.
Aria bajó la mirada.
—El único consejo que puedo darte es este, sigue a tu leopardo él es quien te dirá cuál es el indicado.
— ¿Y si el indicado no es el que quiero?
—Sabrás hacerte a un lado y seguir adelante si no lo quieres, no trates de ocultar la verdad y lastimarte a ti misma por intentar salvar a los demás, los conflictos son inevitables.
— ¿Por qué no has buscado una pareja?
Aria se tensó por un instante ante su pregunta, pero luego volvió a relajarse.
—Aún no siento la necesidad de hacerlo, y todavía no encuentro al hombre que sea lo suficientemente fuerte para aceptar mi naturaleza.
Kaylee pensó en el Alfa puma, recordó todas las veces que había intentado acercarse, todas las veces que Aria lo había alejado. Descubrió que nunca reaccionaba de manera violenta, como ella le había dicho que reaccionara cuando un hombre quería presionarla.