El deseo de Kaylee [serie Ice Daggers 1]

Capítulo 18: Corazón y alma

 

El vínculo que estalló en su cuerpo, se calmó en intensidad, el trance fue más largo de lo que esperaba, pero al final, fue perfecto.

Pues sentía la energía de Kaylee envolver su corazón como si fuese el mejor abrigo del mundo.

—Estamos vinculados — murmuró.

Era una sensación extraña y conocida a la vez.

Esa sensación de plenitud, ya la había sentido antes, pero la mujer que estuvo a su lado, le agregaba un toque distinto. Ella era su compañera, la que el corazón del puma que era parte de su ser había elegido para pasar con ella el resto de su vida.

Serían fieles el uno al otro.

Estaban unidos en cuerpo y corazón.

—Creí que no podías hacerlo — dijo Kaylee.

Su voz sonó ronca, regresó del baño y se sentó en el borde de la cama, con esa mirada gris que le gustaba tanto, fija en él.

Bien, pasaron diez años en los que nos tocó a ninguna mujer, por lealtad hacia Laura y por el miedo a volver a perder a alguien importante. En todo ese tiempo, Luke creyó que nadie podría derribar sus defensas.

Hasta que llegó Kaylee, con su actitud intrepida, su enorme voluntad y su determinación a no dejarlo solo.

Ahora estaba contradiciendo todo lo que en un momento se esforzó por mantener.

Como su actitud reservada.

Y es que con ella, sentía la libertad de poder demostrar lo que era por dentro.

Alguien amable, que podía sentir y sonreír, pero solo con las personas con las que tenía verdadera confianza.

—Puedo vincularme muchas veces a lo largo de mi vida —dijo apreciando ese exótico cambio en sus ojos—. Lo que solo podré hacer una vez, será emparejarme.

La expresión de Kaylee era una mezcla entre confusión y sorpresa.

— ¿Y ahora me lo dices?

Ambos rieron brevemente, Luke rodeó sus hombros con su brazo y la acercó hacia sí.

No era fácil tener a Kaylee tan cerca de él, sintiendo ese interminable afecto que provenía del reciente vínculo. Ella lo amaba de una manera casi insana.

Por otro lado, la huella de Laura seguía presente, marcada en lo profundo de su alma, quizás no podría ser capaz de quitarla, quizás sería un constante obstáculo entre ambos.

"¿Podré corresponderle?" se dijo en su mente, procurando que esa sensación de angustia no se filtrara en el vínculo. Más allá de la conexión que los unía, podían sentir todo lo que sentía el otro.

No quería angustiarla.

Inspiró profundo y luego exhalo, serenando su mente, recurrió a su último recurso, a su otra mitad, a la bestia que se encontraba acurrucada en su mente, apaciguado por la cercanía de Kaylee.

"—Amamos a Laura— dijo en su mente con la certeza de que podría comunicarse con el puma"

"—Lo hicimos. En el pasado."

"— ¿Qué haremos ahora?"

"—Lo que marque el destino."

Comprendió que el felino jamás vió a Laura como su compañera, ni siquiera como su pareja, pero por alguna razón la aceptó. Fué él quien sufrió su perdida, fue él quien decidió aislarse por la promesa de fidelidad que género cuando se vinculó con ella.

Fue el hombre, no el puma.

Comprendió que el pasado debía quedarse en su lugar, Kaylee merecía su atención y dedicación completa, merecía a un hombre que podía hacerla feliz.

Pero el temor a la pérdida aún seguía ahí, si no se eliminaba, podría volverse demasiado posesivo.

Y ella valoraba mucho su libertad.

—Hay que completar esto —dijo rompiendo la armonía de ese silencio.

— ¿Qué?

—Debemos sellar el vínculo.

Kaylee elevó su mirada, estaba llena de preocupación.

— ¿Estás seguro? Podemos esperar.

—No quiero esperar ni un sólo segundo.

Al retrasar su unión con Laura, no pudo salvarla. No habría podido de todos modos, ella no era su compañera, el emparejamiento habría tardado años en poder darse.

Pero ahora era diferente, Kaylee era la mujer de su vida, podría sellar el vínculo en ese mismo momento, lo necesitaba, para estar seguro de protegerla y cuidarla en la distancia.

—De acuerdo ¿Qué debemos hacer?

—Dile a tu animal que se repliegue, serena tu interior y por tu mente en blanco.

Ella cerró los ojos y Luke también lo hizo, la mente del felino ya había hecho lo suyo.

—Tengo que advertirte — susurró—. En lo que dure la unión, veras mis recuerdos y yo veré los tuyos ¿Estás de acuerdo con eso?

—Sí.

Dejó de pensar, su mente quedó en calma, el vínculo latía en su interior con fuerza, hasta que de pronto dejo de latir y todo lo que pudo ver al cerrar de nuevo los ojos, fue una luz brillante que azotó su cabeza con la fuerza de un rayo. En un solo instante, miles de imágenes difusas cayeron en su mente como torbellino.




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