El Deseo de la Luna

Capítulo 12

Aadya

Los entrenamientos de padre son bastantes duros, combate, resistencia, regeneración e incluso llegué a perder sangre.  La verdad, no importaba cuál entrenamiento fuera, ya que en todos terminaba muy mal herida, perdía el control de mí misma o llegaba a perder la conciencia.

Por dos años lloraba y le suplicaba a la luna con lágrimas una y otra vez que me sacara de aquí, que me sacara de está manada, que lo único que hacía era hacerme sentir mal y patética, pero... Nunca recibí respuesta alguna, así que también llegué a pensar que la luna también me había olvidado.

Solo tenía 4 años y ya me sentía abandonada por todos. Un día no aguante la presión y le grite a mi padre en el entrenamiento.

¡¿Por qué?!

¡¿Por qué me haces esto a mí?!

¡Ya no quiero entrenar más!

¡Me duele! .....

¡¿Po-r qu-é...no lo en-tienden?! — solté al final llorando, no entendía nada. Y mi padre solo se quedó en silencio unos segundos para después solo decirme “levántate” me quedé sin habla por sus palabras, pero también entendí, que no importará cuánto les hablara de cómo me sentía, al final nunca tomarían mis sentimientos en serio.

Así que me levanté y corrí saliendo de casa adentrándome en la profundidad del bosque, llorando, llegué así al río, donde la luna se ve con claridad en la noche y le empecé a reclamar.

¡¿Por qué yo?!

¡¡Maldición!!   ¡¡Maldición!!  ¡¿Por qué yo?!

¡¡¿Por qué dejaste que naciera?!! ¿Por qué? ...s-si mi destino era sufrir.

¡¡Mejor hubieras dejado que muriera y así...así no...tendría que aguantar esto!!

Caí sobre la tierra desolada, llorando, ocultando mi rostro en mis rodillas liberando mi dolor.

— ¿Qué paso después? — preguntó Joel.

— Cuando desperté, Alan, estaba a mi lado durmiendo y aunque seguimos en el bosque, desde esa noche, sentí una conexión extraña con él, pero con lo que pasó, no sé qué pensar, una parte de mi lo odia, pero otra...lo trata de entender.

— ¿Qué fue lo hizo que lo odiaras?

— Cuando Alan cumplió 17 y se transformó por primera vez... encontró a su mate.

— sí, eso lo sabía, su mate es la hija mayor del alfa, pero ¿eso qué tiene que ver?

— Todo. Aquí...todos me odian por la misma razón, no importa cuánto trate de acoplarme, siempre fue lo mismo y cuando Alan encontró a su mate todo cambio para mí.  De un día a otro se alejó por completo de mí, no me miraba ni me dirigía la palabra, fue... Como si yo, ya no existiera ante él.  Le pedí miles de veces una explicación, pero solo se alejaba sin decirme nada, hasta que un día como todos, me golpearon, la diferencia fue que él estaba ahí parado, viendo como Claude me golpeaba mientras su hermana se burlaba.

¡Maldición!  ¡Ese día me iban a matar!

¡¿Y él que hizo?!

¡¡Nada!!

¡¡No hizo absolutamente nada!!

¡¡Solo se quedó parado viendo cómo me enterraban una cuchilla de roble blanco!! — grité al final molesta levantando mi playera para enseñarle la cicatriz que tenía cerca de mi costilla.

— Cómo es que...— toca la herida — eso, sí te lastima

— No lo sé, cuando me la enterró sentí como me quemaba por dentro.

— ¿Y por qué demonios no te defendiste?

— Lo hice, me zafe de Claude, pero luego su hermana intervino y Alan al ver que no podían se metió y también me agarró, simplemente...me traiciono de la peor manera.

— ¿Y cómo es que sigues con vida?

— El alfa llegó y al ver lo que estaban haciendo los detuvo inmediatamente. Los obligó a pedir perdón y alejarse de mí por completo, pero como puedes notar a Claude le entró por un oído y le salió por el otro.

— ¿Y Alan que hizo después?

— él cumplió y se fue como el cobarde que es.

— ¿Cómo?

— Sin darme la cara

— ¡Oh!, bueno eso...sino me lo esperaba, pero mira el lado positivo.

— No creo que haya algo positivo en todo esto.

— Lo hay, y es que yo esté aquí.

— cuando te vayas todo será igual, pero tampoco es como que me importe, ya me acostumbré a lidiar con lo mismo.

— Nadie se puede acostumbrar a ser maltratado.

— Te acostumbras cuando sabes que eres un monstruo y un peligro para todos.

— Mi padre hizo mal en entrenarte de esa forma, No tienes que tomarlo así, no eres un peligro y mucho menos un monstruo solo eres diferente.

— ¡¿Y por qué yo tengo que ser diferente?! — exaltada — ¡Yo no quiero ser esto!  ¡odio serlo!
¡odio estar aquí! Y...

— Dilo que más odias...

— Odiaría tener que cargar con más vidas perdidas por mi culpa.

— Yo no dejaré que algo les pase a nuestros padres.

— ¿En serio? — irónica — porque tú eres el beta del alfa supremo y sino mal recuerdo mi padre dijo que él fue el segundo en sentenciarme a muerte. Aparte de que puede doblegar a cualquier lobo, incluso a ti.

— No lo dejaré, no importa que, así que deja de estarte culpando, juntos demostraremos que no eres nada de lo que ellos piensan, confía en mí, yo te ayudaré. ¿sí?

— No tengo otra opción, no confío en ti, pero padre confía en ti y si me van a matar lo harán hasta que yo esté segura que nada les pasará no importa que.

— Tampoco dejaré que te hagan daño, sé que no confías en mí por completo, pero créeme que en este tiempo seré yo quien se haga cargo de ti en todos los aspectos.

— Entonces, ¿viviré contigo?

— sí, no puedo estar aquí mucho tiempo.




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