El Deseo de la Luna

Capítulo 29

Aadya

— Si no corres más te muerdo Aadya — me habla Shiro por telepatía mientras me persigue.

— Cállate — le contesto.

— Seis cincuenta — dice y yo sin dudar salto para subir a un árbol y evitar que me atrapé. Joel me da hasta las 6: 50 para correr abajo en su terreno, después de ese tiempo ya puedo subirme a cualquier árbol; sin embargo, aún estamos en entrenamiento por lo que no puedo bajar sino quiero que me atrapé.

Los árboles siempre son de ayuda aquí. Y en todos los entrenamientos. Veo que Shiro se va acostarse al frente de un árbol y yo me quedo arriba del árbol. La vez pasada así le hizo para atraparme. Me engaño haciéndose el dormido y yo bajé del árbol por lo que me atrapó.

— ¡Aadya! — escucho que gritan mi nombre y volteo a ver.

— ¿Qué hacen aquí? — pregunto al ver a Jack y Emilio acercarse.

— Emilio quería ver cómo entrenas.

— Será mejor que se vayan los veo en la tarde.

— ¿Por qué? — reprocha Emilio.

— ¿Quieren intentarlo? — dice Shiro caminando hasta ellos, sigue en su forma de lobo.

— ¿En serio beta?

— Sí.

— No. — niego — ellos no quieren hacerlo.

— de que hablas Aadya, claro que queremos ¿verdad? Jack

— Sí, quiero ver cómo es que entrenas.

— Bien entonces les recomiendo que vayan corriendo.

— ¿Qué? — los dos preguntan confundidos viéndome.

— Corran — digo y ellos voltean de nuevo a ver a Shiro que les gruñe. Los asusta y empiezan a correr.

— ¡¿Por qué no me dijiste que entrenaban así?! — grita Emilio corriendo por su vida.

— No me preguntaste, pero pensándolo bien a la mejor y así te haces más rápido. — digo riendo viéndolos correr a ambos.

— ¡Están locos! ¿quién demonios entrena así? — dice Jack logrando subir al árbol.

— Y no has visto la mejor parte — digo y en eso escucho que sueña la alarma — se acabó el tiempo Shiro ya déjalos. — bajo del árbol al saber que ya son las 7.

— Y ya me estaba divirtiendo — habla Shiro dejando de perseguir a Emilio. — me iré a cambiar te veo en el campo.

— Sí.

— o..ye — llega Emilio cansado, sacando el
aire — eso… no me lo esperaba...en. ¿verdad te persigue así? Casi me muerde.

— Y es una tortura aguantar 50 minutos, mírate corriste solo 5 minutos y ya no puedes.

— ¿50?

— Sí.

— Increíble ¿crees que...si vengo todos los días igual..me entrene? — habla recuperado más su respiración.

— Sí. No creo que diga algo, pero, el problema está en el siguiente entrenamiento.

— ¿Qué es?

— Vengan — los llevo al campo de entrenamiento donde están todas las cosas chatarras que con el paso de las semanas han ido aumentando.

— ¿Qué haces con esta montaña? — pregunta Jack viéndome

— Lo llevo del otro lado, pero...caminando — digo y Emilio abre su boca formando una gran “o”

— ¿Segura que eres humana? — dice asombrado Emilio

— ¿Tú lo eres?

— bueno no me refería a eso, sabes, yo soy lobo, pero...

— Mejor cállate — interrumpe Jack

— Bueno saben a lo que me refiero, solo que ¿caminando? Cuando podemos movernos rápido.

— Es una decepción, pero sí. Así es el entrenamiento.

— ¿Cuántas vueltas has aguantado? — pregunta Jack

— Entre dos o tres vueltas

— De acuerdo, iré primero. Agarra mi suéter — Jack me da su suéter y se dirige al montón de escombro. Se detiene enfrente y observo que se prepara mentalmente, se agacha y empieza a contar lento.

— una, dos...tres...— empieza a levantar todo poco a poco. Su rostro se pone rojo y las venas de su cuello y brazos saltan.

— ¡Yo también quiero intentarlo! — grita Emilio feliz viendo como Jack logra caminar con gran dificultad.  Pero pasando la mitad del campo de entrenamiento deja caer todo.

Suspira con dificultad y yo y Emilio nos acercamos

— ¡Lo haces genial!

— ¿En..serio?

— Sí. Buen trabajo — pongo mi mano en su hombro en forma de apoyo.

— ¡Ahora es mi turno!  — dice Emilio haciendo sentadillas rápidas, cosa que me da risa es muy intranquilo — apártense, ahora es mi turno.

— como quieras — le ayudo a Jack a pararse y nos alejamos un poco viendo como poco a poco levanta todo poniéndose rojo.

— es-to es..más difí-cil de..lo que..se ¡ve! — lo levanta por completo caminando. Sus pies después de unos pasos empiezan a temblar y cuando llega hasta el otro extremo lo suelta.
— ¡Por la luna eso pesa! — se deja caer de rodillas y me voltea a ver — ¿Cómo es que puedes dar tres vueltas?

  • La primera vez igual me costó mucho. Ahora solo trato de superar mi récord de ayer.

— ¿Y cuál es ese?

— Dar tres vueltas y por lo menos 20 pasos más.

— Estás loca. — dice Jack.  Y Emilio y yo empezamos a reír

— Sí. Algo, pero ayer puede hacer tres vueltas y 10 pasos, así que hoy tocan 10 pasos más.

.....

Joel

Observo Aadya desde la venta reír con sus amigos, se ve feliz y relajada. Mostrándole a sus amigos su entrenamiento, esto puede ayudar sin duda a que su lobo salga poco a poco.
Ya que los lobos somos más sentimentales y emocionales, no quiero que salga por necesidad, sino por naturaleza.
Cualquier situación podría afectar su estado de ánimo y esto podría acabar en cualquier momento.
Es mejor dejarla divertirse cómodamente.




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