El Deseo de la Luna

Capítulo 30

Joel

— se acabó el entrenamiento Aadya — digo llegando de nuevo a casa viéndola entrenar aún con sus amigos — ven necesito hablar contigo.

— Voy. Mañana los veo.

— Sí. Hasta luego — Aadya asiente y después viene corriendo atrás de mi para entrar a la casa y seguirme hasta mi habitación.

— ¿Qué pasa? — pregunta viendo como meto ropa en una maleta.

— Iré ayudar de inmediato a la manada del sur.

— Sí. Lo entiendo, es tu deber, cuidaré bien de aquí

— Irás a vivir con el alfa — suelto y ella sonríe

— jaja, estás bromeando

— No. — serio

— ¿No?

— No

— ¡Es en serio! — exaltada — ¡primero me dices que no me acerque, pero luego tú mismo me mandas a la cueva del lobo!

— Solo serán dos semanas.

— ¿Tanto tiempo tardas en ir ayudar?

— En realidad tardo un mes en regresar, pero en dos semanas vendrán a cuidarte y podrás regresar aquí — cierro la maleta.

— Puedo cuidarme.

— ¿En serio? — asiente — ¿y que comerás en este mes que no esté? — se queda en silencio — eso pensé. — tomo la maleta — asegúrate de no delatarte mientras no esté en estás dos semanas después....

Me interrumpe — vendrán por mi lo entiendo, pero ¿Quién vendrá?

— Solo no hagas dramas cuando lo veas, es la única persona en la que puedes confiar ¿entendido?

— Sí.

— Bien. Ve hacer tu maleta y te vas directo a la casa del alfa, te está esperando.

— Ahorita la hago.

La observo y sé que no está muy convencida de esto. Bueno, ni yo lo estoy, pero Alan dijo que su mate se iría en dos semanas a visitar a su padre y solo en ese momento puede venir a cuidarla — Aadya

— Mandé

— Cuídate — digo mientras dejo un beso corto en su frente

— Lo haré

— Lo sé. — me alejo dejando en mi habitación aadya para que ella aguarde sus cosas y vaya a casa del alfa.

.....

Aadya

Toco la puerta un par de veces para que me abran. Me encuentro en frente de la casa del alfa donde me quedaré por dos semanas.
Hace como dos horas atrás, Joel me explicó que se iría por un tiempo y que no podía dejarme sola, pero ¿por qué dos semanas?

Bueno, también sabe que no puede dejarme tanto tiempo con el alfa, no puede arriesgarme a qué descubra mi secreto por lo que mando a traer a alguien; sin embargo, me dijo que cuando lo viera no hiciera dramas y que confiara en él.

—...Hola — digo al ver qué el alfa abrió la puerta, pero él solo mira mi maleta.

— ¿Trajiste todo?

— Lo necesario para el tiempo que me quedaré.

— Te ayudo. — trata de tomar mi maleta.

— No. Yo puedo, gracias — digo haciéndola a un lado para que no la tome.

— De acuerdo. Entra — abre la puerta haciéndose a un lado dejándome pasar primero. — le dije a Lucia que prepara una habitación para ti. — dice cerrando la puerta.

— Gracias

— Sígueme te la mostraré. — empieza a caminar y yo voy detrás de él hasta llegar a la habitación— aquí podrás quedarte en lo que llega Joel. Allá está el baño, tu ropero, tu cama, un mueble de noche y todo lo necesario para que te sientas cómoda, también puedes agarrar y utilizar todo. El desayuno, la comida y cena serán conmigo, yo mandaré a Lucia que te hable cuando sea cualquier comida ¿de acuerdo?

— Sí.

— Bien.  También cualquier duda que tengas sobre la escuela entra a mi despacho, no es necesario que toques estaré al pendiente de ti las 24/7

— Lo tendré en mente gracias.

— Bueno...te dejo acomodar tus cosas.

— Sí. — digo y el alfa sale de la habitación, cerrando la puerta detrás de él. — ah — suspiro de alivio y después de unos instantes empiezo acomodar mi ropa en el ropero, dejo un conjunto de ropa en la cama para meterme a bañar. Entré al baño, le abrí a la llave y mientras se calentaba me empecé a quitar la ropa, miré mi rostro en el espejo y me acerqué más viendo mis ojos fijamente mientras los hacia cambiar de color a un rojo intenso, sonreí al lograrlo moviendo mi rostro a ambos lados admirando mis ojos cuando de pronto cambiaron de color a uno morado con negro de manera rápida y repentina asustándome al instante.

— ¡ah! — grité, cayendo al suelo recibiendo un golpe en mi cabeza — aah — me quejé colocando mis manos en mi nuca

— ¿Estás bien? —  oí la voz del otro lado del alfa preocupado.

¿Cómo es que llegó tan rápido?

— Escuché un golpe ¿estás bien?

— Sí. Solo me resbalé.

— ¿Segura?

— Sí. Ya me voy meter a bañar — me levanto viendo de nuevo el espejo, pero mis ojos volvieron hacer azules.

— Bien. Baja a comer cuando salgas, la comida ya está lista.

— De acuerdo.

— Me avisas para acompañarte a comer.

— Sí. — escucho la puerta cerrarse y me meto a bañar, Sobando mi nuca. Me di un buen madrazo.




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