La caminata es larga llevamos como 20 minutos caminando y ya me cansé.
— ¿Ya llegamos? — pregunto
— Ya casi — me responde Emilio
— ¿Cuánto falta?, ya me cansé de caminar.
— Solo hemos caminado unos 30 minutos Aadya — dice riendo.
— Y yo ya me cansé, no puedo caminar mucho, les recuerdo que no descanse terminando mi entrenamiento.
— ¿Quieres que te cargue? — Se ofrece Jack y la verdad no es una mala idea.
— ¿En serio?
— Si, sube — se detiene delante de mí y se agacha un poco
— Gracias — agradezco subiendo a su espalda. Jack desde hoy será mi ángel.
— No te preocupes — empieza a caminar junto conmigo siguiendo a Emilio que voltea a vernos y sin pensarlo dos veces se acerca a nosotros.
— Oye, si te cansas yo igual puedo llevarla.
— No creo que lo necesite, no pesa.
— Pero yo igual quiero llevarla. — insiste
— Olvídalo yo te gané.
— ¡Ash! — se queja y va conmigo — ¿yo puedo llevarte de regreso?
— No creo que sea necesario.
— ¿Por favor? ¿sííí?
— De acuerdo, pero la misma distancia que Jack va hacer.
— ¡Síí! — sonrió feliz volviendo a ir adelante.
— ¿Por qué le das la razón aun cuando no la tiene? — me pregunta Jack
— No lo sé, creo que es porque me gusta verlo feliz.
— Aún no lo conoces del todo.
— A ti tampoco y aun así estoy dejando que me lleves cargando.
— ¿Y por qué lo haces? Sino me conoces.
— Porque confío en ti.
— No deberías de confiar en todos solo que te den por un poco de amabilidad.
— Lo sé, pero... Es inevitable.
— Tienes suerte de que yo sea una buena persona.
— Lo sé. — susurro recargando mi cabeza en su hombro de alguna manera me siento bastante cansada.
Letf, te pasaste de lanza, me has dejado muy agotada. Pienso cerrando mis ojos.
....
— Ya llegamos — escucho que me llama Jack moviendo su hombro para que despierte.
— ¿Ya? — pregunto abriendo los ojos mientras Jack me baja.
— Sí
— Ven Aadya — Emilio se acerca a mí, toma mi mano y me jala provocando que despierte bien mientras me guía por los árboles corriendo. El sonido de la corriente caer cada vez se intensifica más, el aire igual cada vez se siente más fresco, incluso en el suelo hay más piedras que hojas o ramas.
— ¡Emilio! ¡detente! ¡no se vayan a caer! — gritó Jack, cuando Emilio quitó con su mano una gran rama de enfrente sin dejar de correr,
llegando a unas cascadas enormes
— ¡wooo! — dije al tambalear un poco en la orilla de la cascada. Me sorprendí al ver la cascada, es enorme desde arriba; sin embargo, Emilio me jaló un poco hacia atrás para evitar caer.
— Es bonita ¿verdad? — dice Emilio sentándose arriba de una piedra.
— Lo es.
— Allá bajo, podemos meternos — señala un pequeño río — claro, si quieres, aunque a veces llega hacer peligroso ahora es tranquilo.
— ¿Podemos meternos?
— Sí. A veces vengo aquí a comer al igual que Jack.
— ¿Tú también vienes? — volteo a ver a Jack que logra alcanzarnos.
— Sí.
— a veces nos encontrábamos, pero nunca nos hablamos, hasta aquel día del combate — explica Emilio
— Eso explica muchas cosas.
— Sí. Aunque eso ya no importa, ahora pasa por mi para ir a instituto y pasa por ti también.
— Sí. ¿me pregunto por qué será? — miro a Jack quien voltea a otro lado al instante.
— Me agradan — dice alejándose yendo hacia abajo.
— ¿Vamos? — me mira Emilio.
— Sí, ¿por qué no? — digo para después empezar a bajar la cascada siguiendo a Jack y Emilio.
Bajamos hasta el río. Y Jack junto a Emilio empiezan a doblar su pantalón hasta sus rodillas para después quitarse sus zapatos.
Yo por mi parte al ver qué los dos van a entrar al río me alejé un poco yendo hacia una piedra grande que llamó mi atención. Por alguna razón siento que ya le he visto en algún lugar.
— ¡Aadya! ¿no vas a entrar? — me grita Emilio, pero yo sigo caminando hacia la gran piedra y cuando ya estaba a punto llegar escucho unas pisadas descalzas que me alcanzan.
— Oye, ¿no vienes con nosotros? — dice Jack tomando mi mano para detenerme.
— emm si solo... — Que aquella piedra la he visto en mis sueños.
— Vamos entonces — me jala de nuevo hacia el río y yo volteo un par de veces viendo la gran piedra con melancolía.
¿Qué es esto?
— Tienes que doblar tu pantalón un poco para que no te mojes — me estaba explicando Jack antes entrar al río. Me agache para doblarlo, pero antes de pasar al otro lado sentí agua caer en mi espalda escuchando una risa de diversión en mi espalda por lo que voltee al igual que Jack viendo a Emilio reír.
— Emilio sabes que no traemos cambios.
— No seas tan serio Jack, nos vamos a mojar de todos modos.
— Pero no así.
Pongo mi mano sobre el hombro de Jack deteniendo el regaño de Emilio — déjalo, tiene razón — miro a Emilio — nos vamos a mojar ¿verdad? — termino de decir sonriéndole con maldad.
— No, no, no esperen...
Interrumpo a Jack — Corre — digo provocando que Emilio empiece a correr por el río entre risas mientras yo lo empiezo a perseguir.
— No. Esperen, no se pueden mojar — grita Jack mientras corre detrás de nosotros.